Capítulo 115: Quedarse sin aire

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La puerta había sido cerrada con una rudeza innecesaria y que demostraba claramente que lo menos que deseaba en ese momento era dirigirla la palabra o tener que hablar sobre aquel asunto que había ocurrido hace más de tres días atrás.

Suspiró largo y tendido. Su mirada abandonó la salida y simplemente se enfocó en lo que tenía entre sus manos: aquella frágil y tibia taza de café. Y aunque no estaba sola, no sabía por dónde empezar.

—Axe-chan, ¿qué es lo que ha pasado? —preguntó con preocupación la mujer. En todo el tiempo que tenía de verlos nunca había visto de esa manera a su hijo.

—Todo ha sido mi culpa, Nanami-san —respondió con esa mirada decaída.

—Te conozco y sé que no harías nada para lastimar a Dai-chan. Estoy más segura de que él haya sido el que metió la pata en todo este asunto —no cabía duda de que conocía a su hijo mejor que nadie.

—En ocasiones así ha sido —sonrió esporádicamente, conmemorando aquellas malas pasadas—. Pero esta vez la que ha tenido la culpa he sido yo —volvió a suspirar, intentando inútilmente tranquilizarse.

—Lo mejor que puedes hacer es desahogarte, Axe-chan. Así que cuéntame qué ha pasado. Tal vez no pueda ayudar a que se reconcilien, pero al menos estarás más tranquila —pidió amablemente la mujer.

—...Está bien...—murmuró, dejando aquel café sobre la mesa de la sala.

No existía consuelo alguno en que la semana diera inicio, no cuando sabía lo que le esperaba en cuanto llegara al estudio de grabación y se pusiera a realizar cada una de las tomas que el director le pidiera. Eso aunado a una sesión de fotos que debían estar listas para la siguiente edición de la revista. Había demasiado trabajo de por medio y poco tiempo para hacerlo.

Pero esa situación había empezado prácticamente desde que volvió a clases. Menos mal que aprovechó las vacaciones o seguramente terminaría loca.

—Al fin terminamos con las tomas...No estoy en contra de adelantar capítulo, pero hacer uno por día terminará conmigo irremediablemente...—comentó Axelle tumbada sobre una silla al tiempo que cierta castaña se encargaba de desmaquillarla.

—Pero gracias a que lo has hecho tan bien, no tienen que repetir y todo queda en el tiempo establecido.

—Es casi un milagro que lo haga bien a la primera...—suspiró con cansancio—. Y lo mejor es que Taniyama es bastante bueno, así que tampoco sufro.

—Sí, tiene un don especial para ello —mencionó entre burla y seriedad.

—Me estoy muriendo de hambre...—confesó. Aunque su estómago avalaba su idea.

—Podemos ir a comer si así gustan —mencionó aquel joven. Recién había entrado en el camerino y les observaba desde el umbral—. Todavía tienes tiempo de aquí a tu sesión, ¿no Daishi?

—Mmm...Sí, tengo como una hora aproximadamente —hizo cuentas mentales. Tenía tiempo para ir a comer plácidamente.

—Disfruta de la comida, pequeña afortunada —le susurró la mujer sin descaro alguno.

—Pero si a ti también te invitó —le miró y después al peli gris—. ¿No es así?

—Claro.

—Pero yo ya he hecho planes, así que no puedo asistir. Lo siento —se disculpó con aquel par—. Ya será en otra ocasión.

—Por supuesto —le decía tranquilamente el oji azul.

—Y hablando de eso, ¡se me hace tarde! Así que nos vemos mañana, Axelle —esa mujer salió corriendo de allí a toda marcha. Sin duda era de gran importancia lo que fuera a hacer.

P.D. I Love UDonde viven las historias. Descúbrelo ahora