El mayor tesoro de un hombre...
Espacio profundo, cuadrante Bravo Eco, 33,216 (alfabeto fonético), Cárcel de máxima seguridad Navarra
Nuevo y apestoso día entre las paredes grisáceas de mi celda, los mismos barrotes, el mismo inodoro insalubre, el mismo compañero que ronca sin parar, ni un rayo de sol, estamos flotando en el espacio, en silencio, sin un rumbo, estáticos sólo flotando. Hoy sirvieron estofado en el almuerzo, para variar, le pusieron algunos trozos de verduras. No tengo ánimos de comer, juego con la cuchara recargando mi mentón en la mesa completamente aburrido. Sigo esperando a Kagome, ella es la del video, estoy seguro, lo sé. Vendrá por mí, me necesita, soy el único que puede traducir su tonto cuadernito, aunque me intriga saber lo que contiene.
Recuerdo vagamente mis días en Hitachi, cuando era un mocoso llorón por todo que recibía palizas por su padre. Allí conocí a Kagome, tenía el cabello negro, nunca vi a alguien con ése color de cabello. Hablamos brevemente la primera vez, cosas que ya no me vienen a la mente.
Ahora que lo pienso bien... es imposible haya podido conocerme por casualidad, con ella nada es por mera casualidad. Sonrío.
Escucho los murmullos de los reos junto a sus miradas, esas miradas... ya debieron haberse dado cuenta que asesiné a mi anterior oponente, los rumores corren muy rápido por aquí. También escuché algo verdaderamente interesante, hoy llega un nuevo grupo de presos, más escoria del universo para podrirse en ésta cloaca. Siento en mi interior que algo se cocina dentro. Si ella desea hacer algo, éste es el momento correcto.
Los guardias nos indican es hora de irnos a nuestras celdas, la oportunidad para poder traer la carne fresca sin que hayan revueltas. Ahora rememoro el instante en que pisé ésta cárcel, no puedo evitar sonreír, fue la primera vez que quebre la nariz de alguien.
Los guardias nos piden movernos en la fila, todos esos bien uniformados son unos hipócritas seguidores. Casi entro a mi celda, algo llama mi atención, un par de ojos que conozco perfectamente, la sangre de mis venas corrió con más fuerza, sentí el golpe de adrenalina. Ése café profundo, ése iris especial, luego, una explosión a lo lejos, nos estremecemos. Entonces lo entiendo.
-¡Todos a sus celdas!- grita el otro guardia, alto, con porte demasiado imponente para un simple carcelero. Definitivamente algo se cocina aquí.
Mis compañeros privados de libertad se mueven, estoy por seguirles cuando el guardia de ojos cafés me pesca del brazo.
-Sígueme- dijo con voz femenina.
Sabía quién era. Ella... Kagome.
Más explosiones se escuchan, corrimos por los pasillos, al salir al área comunal todo era un caos, los cuerpos estaban por todas partes, el lugar estaba destruido, las alarmas sonaban intermitentes mientras los militares se acercaban. Mis dos acompañantes cargaron sus fusiles, listos para lo que fuera.
-Debemos seguir por el pasillo a la derecha hasta el área de embarque- anunció el hombre de cabello plata.
Les seguí sin chistar o pronunciar palabra alguna, parecían saber lo que hacían, llevábamos buen ritmo, las explosiones eran progresivas pero se alejaban de nosotros, entendí, habían hecho eso deliberadamente para despistar y no ponernos en peligro. Si todos los guardias se encontraban en otra área no sería problema el escapar.
Los pocos desafortunados que encontrábamos eran eliminados fácilmente.
Llegamos al área de embarque, sabía encontraría al excelentísimo alcaide de Navarra, le gustaba recibir a los reos nuevos, no podía perder la oportunidad, vi a Kagome apretar un botón, eso definitivamente detonaria más explosivos. Me separé de mis libertadores para buscar al alcaide. Los guardias armados corrían de un lado a otro, mis ojos sólo buscan a aquella presa escurridiza. Le diviso tratando de correr a una de las naves para ponerse a salvo. Escucho disparos y varios boom al fondo, todo pasa en cámara lenta, todo aquel momento añorado. Lo disfrutaré tanto...
Taromaru va directo a una nave de escape, le sigo, sorprendo a un militar por la espalda, le quiebro el cuello, tomo su cuchillo. Los militares llevan uno siempre. Dije que cortaría la cabeza del distinguido alcaide, eso haré.
Corro para alcanzarle, al fondo hay un caos, las explosiones han llegado hasta aquí, las balas truenan, los lacers cortan el aire lleno de humo, hay calor en el ambiente y no precisamente por el fuego. Soy yo y mi adrenalina.
Allí está mi indefenso cordero. Voy hasta él con siguilo, estoy tan cerca, tan cerca, puedo saborear su muerte en mi boca seca, tan cerca, tan cerca...
Aparezco tras él, coloco el filo del cuchillo en su quinta vértebra, él se estremece. Le pido de la vuelta, necesito éste momento en la mente para toda la vida, eternamente, de un zagas movimiento voy directo al cuello, doy el corte de mi vida. Profundo y perfecto, de lado a lado. Cae de rodillas lanzando cascadas de sangre oscura por su cuello, me mira sin entender lo que le ha acontecido. Los ojos del incauto están abiertos de par en par. Lleva sus manos a la herida, es inútil, casi cae de boca al suelo pero le sostengo del cabello, continúo cercenando hasta lograr mi cometido, lo decapite. ¡Corté su cabeza!
-Soñé con éste momento tanto tiempo...- menciono viendo los ojos abiertos de aquella cabeza en mis manos, chorrea sangre salpicando mis zapatos. Siento algo de ardor y calor en mi pierna derecha, ¡Mierda!, me he descuidado.
Un láser atravesó mi músculo, afortunadamente creo que no dio en el hueso, suelto la cabeza cercenada. Caí incado sobre mi pie, el dolor, el dolor... tengo una relación extraña con el dolor. Se acerca uno de los militares apuntandome sonriente, veo las ganas de matar en su rostro, agacha la cabeza y la boca de su arma, suelto una risada bajando la cabeza. ¿Habrá llegado mi hora?
No quiero morir sin haberla visto antes, mi mayor tesoro...
Trato de hacer saltar mi mente hasta ella, concentrarme sólo en ella, sus ojos avellana, su cabellera exótica color negro... sus sonrisas...
Escucho un chasquido y algo salpica mi rostro. Abro los ojos, el sujeto de cabellos plata disfrazado de militar me ha salvado disparando en la cabeza del soldado. Suspire de alivio.
-Mocoso idiota- dice acercándose, frunci el entrecejo -Debemos irnos o terminaremos chamuscados- observa mi herida. Ruge. -No hay de otra...
Se agacha para cargarme como saco de papas. No me resistí, estoy herido y no podría caminar rápido, era peso muerto así. Corre conmigo a cuestas, las balas y las explotaciones retumban en el ambiente, hay humo, el calor del fuego que se acerca.
Nos dirigimos a una nave ya encendida y lista para partir. Subimos.
Soy dejado en un asiento mientras Kagome y el desconocido pilotean, él teclea para acceder al sistema y poder abrir las puertas a la fuerza. Lo logra. La descompresión lanza cosas hasta el espacio. Nosotros arrancamos y escapamos. Me acerco a una ventana, puedo ver la cárcel de máxima seguridad de Navarra iluminada por el infierno adentro, las explosiones en las distintas áreas... todo me resulta tan irreal, me siento mero espectador de un sueño para nada mío, soy libre.
Voy hasta la cabina de mando, Kagome se levanta y me abraza, entonces creo es momento para algo de debilidad, correspondo a su abrazo.
《Soy libre, esperame Rin...》
Continuará...
Aquí el nuevo capítulo mis queridisimas lectoras, perdonen la demora, he tenido unos días agitados.
Trataré de no tardar tanto para la próxima ^-^
Qué más pasará?
Sepanlo en el próximo episodio, me despido, bye ♡

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The girl (Terminada)
FanficSesshomaru se encuentra casualmente con una chica de cabello oscuro en el zoológico, no contaba con verse envuelto, sin querer, en una persecución que cambiará su aburrida vida. 《Los personajes de inuyasha pertenecen enteramente a Rumiko Takahashi》