Capítulo 16. De paseo.

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Capítulo 16. De paseo.

Terminamos de comer y nos preparamos para salir a la calle, “un paseo de placer antes del trabajo, nos vendrá muy bien”.

Gafas de sol, bolso y cámara. Ya estoy preparada. Oscar se pone unas NIKE blancas con cierres de velcro muy chulas y coge sus gafas de sol de aviador.

Salimos y me pasa el brazo derecho por el cuello de camino al ascensor, besándome la cabeza. Son esos pequeños detalles son los que hacen que esta situación sea tan especial. Me trata con mucho mimo y cariño, haciéndome sentir especial y única, de una forma tan cercana que pareciera que nos conocemos de toda la vida. Entre nosotros no hay barreras, no hay límites, todo fluye…

El ascensor se abre e invita a entrar con esa particular música de ascensor de película.

-          ¿A dónde me va a llevar señorita Eri? – me susurra Oscar que aún no me ha soltado, en un tono muy sugerente, con sus labios muy cerca de mi oído. “Querido: por mí te llevaba de vuelta a la habitación y…” Me alegro de estar delante de él porque así no puede ver mi cara ruborizada solo de pensarlo. Echo la cabeza hacia atrás sobre su hombro y acerco mis labios a su cuello…

-          Es sorpresa… - afirmo, escapando  por la tangente. Puedo ver como su vello se ha erizado al contacto con mi aliento, parece que no es tan inmune como quiere hacer ver. Me ve la picardía en mis ojos y me sonríe maliciosamente.

El ascensor se detiene y se abre al llegar al sofisticado hall de entrada. Me siento como en el rodaje de una película o de un episodio de Sexo en Nueva York

Dado que no me suelta,  aprovecho para asirme a su cintura y salimos afuera por la preciosa puerta giratoria dorada con la ayuda del botones.

Caminamos agarrados como cualquier pareja de novios, Central Park aguarda al frente. Disfrutamos en silencio todas las sensaciones que nos llegan de esta magnífica ciudad y de nosotros mismos.

La imagen de los edificios me sobrecoge y se me eriza el vello. La emoción se mete bajo mi piel y un escalofrío me estremece. Unas lágrimas se asoman a mis ojos amenazando con salir, pero las reprimo por miedo a que Oscar crea que soy una friki. De todos modos las gafas de sol me ayudan a esconder la sensación. Y, por descontado, pasear agarrada a Oscar como si todo fuera así de habitual, así de sencillo y así de cierto… Es algo maravilloso.

Recorremos la parte sur de Central Park en dirección a la Quinta avenida y ahí, a una manzana de distancia, está uno de mis sitios favoritos de Mahattan. La mejor juguetería del mundo: La FAO Schwart. Y, por supuesto, no me puedo resistir. No sé si Oscar me ha preguntado por cortesía a dónde lo quería llevar pero es ahí a dónde vamos a ir. En España, se hizo muy conocida gracias a una película de los 80, llamada Big, en la que un jovencísimo Tom Hanks, tocaba un piano gigante con los pies, cuyas teclas se iluminan cada vez que se pulsan.

El tiempo vuela entre animales de peluche de tamaño natural y legos. Nos hacemos la obligada foto en el famoso piano. Sombreros, caballitos de madera, dinosaurios, coches, caramelos y… libros. Me quedo loca ojeando libros. Oscar me mira alucinado y yo lo empiezo a ver con otros ojos, aunque seguro que es por el efecto mágico de esta tienda.

Creo que sabe que no voy a salir de allí en un buen rato, así que me propone vernos en el hotel sobre las cinco o cinco y media, para prepararnos para la cena. Asiento sin apartar los ojos de un libro troquelado de hadas con las tapas de purpurina. Me besa en la mejilla y riendo se aleja. No me molesta en absoluto que se vaya, es más, me parece fenomenal disfrutar de un poco de tiempo a solas...

Son las cinco y media pasadas cuando regreso al hotel cargada de bolsas. Oscar ya está vestido a falta de la chaqueta e intenta hacerse el nudo de la fina corbata negra, frente al espejo, con bastante dificultad. Lleva la camisa gris que le recomendé esta mañana… Me acerco y con un simple hola me adueño de la corbata, terminando de hacerle el nudo. Le beso la nariz y me voy al baño. Oscar se queda con los ojos como platos.

Soy adicta al sexo Wattys 2014Donde viven las historias. Descúbrelo ahora