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«Mi madre me daba miradas extrañas y todas iban acompañadas de sonrisas nerviosas. Sus expectativas para aquel día se fueron trasformando en pequeñas órdenes a lo largo de la mañana. Empezó con un amable; cariño riega el jardín, después me pidió ser bueno, lo que se traduce a sacar la basura, limpiar mi habitación –aunque ya no la use–, poner la mesa y finalmente, no mirar por la ventana cada 10 minutos. Ella estaba más preocupada que yo y aunque la casa estuviese en perfecto estado mi madre no paraba de arreglar todo, incluyendo mi camisa y decía; —no seas tan ansioso Matías. Pero esas palabras eran más para sí misma que para mí.

Cada uno de los mandatos de mi madre o más bien "sugerencias" –como ella decía–, fueron acatados al momento sin ninguna respuesta mal humorada de mi parte. Todo tenía que funcionar como debía, las cosas eran simples y con una sola mala respuesta mi madre podría ponerlo todo de cabeza; no porque ella fuera una mala persona o una madre loca, sino porque si la hacía enojar eso duraría todo el día. Algunas cosas eran así, nadie había podido cambiar ese aspecto de mi madre.

Apenas eran las 10am y la casa ya estaba impecable, todo dónde debía estar y el almuerzo ya desprendía los aromas comunes que me hacían suplicar por un adelanto.

—Madre es sólo una chica, no vas a darle de comer a toda la universidad —le dije al ver la cantidad de platillos que ella estaba preparando.

—Es tu novia, no es sólo una chica y largo de aquí que me distraes —respondió ella dándome un golpecito en el hombro. Luego me empujó lejos de la cocina dejándome esa idea en mente, ella no era solo una chica más, para nada. Jazmín era mi novia y después de todo este tiempo tonteando en el campus de la universidad, saliendo en las noches y terminando exhaustos las madrugas en su cama de residencia, al fin había aceptado conocer a mi extraña familia.

— ¿Por qué no vas a recogerla tu mismo? —preguntó papá viéndome regresar a la sala, me encogí de hombros mientras le explicaba de nuevo que así lo había deseado ella. Que su hermano la traería para el almuerzo y que lo dejara así. Mi padre se acomodó las gafas de lectura sobre el puente de la nariz y regresó su atención al enorme libro de tapa dura que sostenía en su regazo, con ese gesto toda conversación había terminado.

— ¡Jazmín está loca! —gritó Grace desde la biblioteca de la casa y aquello le sacó una risa suave a papá, que sin duda manejaba un excelente ánimo.

— ¡No lo está! Ella un poco es diferente...

—Eso es claro, que salga contigo es la prueba de qué tan diferente es ella —afirmó mi hermana saliendo con tres libros bajo el brazo y haciendo señales circulares con sus dedos junto a su oído. Le puse los ojos en blanco pero de nuevo tuve que reconocer que alguien en mi familia daba en el clavo con respecto a ella; Jaz no era una chica común, era mi novia loca que lo hacía todo mejor con su presencia. Un hondo suspiro me hizo reconocer que hasta mis pensamientos rayaban en lo pesado con mi obsesión por ella.

A la hora establecida el sonido del auto de Dylan Garton avisaba su llegada, mi padre se asomó primero a la puerta y la recibió con un abrazo cuando ella caminaba a la entrada–y mi padre no daba abrazos–.

—Eres muy linda... ¡Vamos, pasa! —dijo mi madre con una mano sobre sus labios luego de recibirla entre sonrisas. Así de emotivo fue que ellos se dieran cuenta de que ella era real, hermosa e inteligente y que me quería como ya se los había mencionado. Lo que creo que fue la mayor sorpresa, porque ella sin duda se veía enamorada y yo debía verme aún más embobado por ella.

—Traje unas flores, pero creo que no son necesarias con ese hermoso jardín —afirmó Jazmín entregando un ramo de flores amarillas que mi madre con cierta emoción puso en un jarrón en medio de la mesa. Ella se los ganó a los primeros cinco minutos, los enamoró a los veinte y a las treinta ellos deseaban que no se marchara, que se quedara todo el día con nosotros. Le ofrecieron pasar la noche pero ella era dura y se negaba de las mejores maneras que encontraba, supongo que sabía lo complicado que nos sería mantenernos separados al saber que estaríamos durmiendo bajo el mismo techo. Ella era lista, más lo de que yo podría ser y por eso se despidió amablemente de mi familia cuando su hermano pasó recogerla a la segunda hora acordada, antes de anochecer.

Las Pesadillas también son sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora