21.

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El receso se hace más largo de lo esperado, pero era lo que necesitaba para poner toda la pesadilla de recuerdos en orden, para conseguir respirar a pesar del miedo y la negación golpeando en mi pecho en cada latido. Pero sobre todo para levantarme por mi cuenta, recordándome que aún no es hora de rendirse. Siendo honesto todavía me tiemblan las manos y las piernas a penas es que me responden. Tan adolorido como me encuentro le agradezco cuando Norah me pasa un vaso con agua y me obligo a pasar el contenido por mi garganta. Ella me mira con sus ojos enrojecidos, como si lo que estuviera por decirme fuese a romperme en pedazos, pero es tarde para preocuparse por eso.

—Mientras estabas deambulando con ella yo me encontré el celular de Víctor en una mesa, fue algo tan casual... —empieza a decir Norah, haciendo un esfuerzo por dejar de llorar—. Revisé un mensaje que Jaz le había enviado y ella le avisaba que estaba a punto de contarte sobre su relación, que esperaba que no te enojaras. Tardé unos minutos en comprenderlo, pero al leer los mensajes anteriores todo tuvo sentido y me di cuenta de que ambos habían estado escondiéndose, incluso aseguraban amarse entre sus mensajes.

Asiento con la cabeza pensando en aquella conversación, en Jaz corriendo por el parque acuático y en mi ebriedad que hacía que todo se viera más borroso y más bonito. Analizo que mientras yo suspiraba por la idea de que ella podría regresar a la ciudad por mí, en realidad me estaba preparando para una noticia abrumadora y Norah no tuvo ningún aviso, no le dieron sedante alguno antes de romperle el corazón, como ella dice, fue tan casual y tan destructivo que siento náuseas.

— ¿Qué pasó después? —Le pregunto con un nudo en la garganta.

—Entonces perdí la cabeza, Mati, yo empecé a buscarlos a ellos dos y a ti, por todas partes pero como no te encontraba te dejé una nota en un trozo de papel, quería que supieras sobre el engaño de Jaz. Estaba molesta con ella y cuando la encontré estaba sentada ahí, con sus piernas colgando al vacío de esa piscina.

Me alarmo por lo que sigue en la historia y le pido que se quede en silencio por un momento, ella me mira casi inmóvil y yo siento ganas de vomitar. Con los ojos llorosos mi mejor amiga me ve correr a uno de los cubículos cerrados del baño. Ignoro a la fiscal, al abogado de Norah y a Magda, que se nos han unido para escuchar nuestra conversación luego de que Lisa se fuera dejándola a mi cuidado. Ellos parecen fantasmas llenando los espacios vacíos en este baño tan perfectamente limpio, son como mi juzgado personal y nadie dice nada mientras me inclino sobre la taza del escusado.

—No le hice daño a Jaz, Matías debes creerme —afirma Norah desde afuera de la puerta, pero nada de eso ayuda, porque siento que estoy por vomitar hasta el alma—. Reconozco que peleamos, que le grité algunas cosas y que ella respondió a todo eso, pero cuando me fui ella seguía con vida. Lo juro Mati.

Aunque esté vaciando el contenido de mi estómago y me sienta inservible sé que Norah no miente, ella sabe que no miente, no puede dudarlo porque sus recuerdos la defienden. Pero aún así cuando salgo y me encuentro con su mirada ambos entendemos muy a nuestro pesar que nos siguen mintiendo en nuestras caras, como si fuéramos los más ingenuos y estúpidos mejores amigos del mundo. Creo que lo somos.

—Estoy listo para subir al estrado —le informo a Magda que asiente como cierta felicidad en su rostro. La fiscal sale a prepararlo todo y el abogado de Norah me mira pensativo.

Antes de que pueda salir del baño para caballeros le doy un abrazo a mi mejor amiga, me disculpo con ella y Norah se disculpa también. Ambos sabemos que nada de lo que sigue será bueno, nada de lo que se nos viene es fácil pero estamos seguros de querer hacerlo.

—Estaremos bien Matías —me dice antes de tomarme la mano e infundirme valor con su mirada. Como siempre ella es la más fuerte de los dos.

Suspiro con fuerza casi escuchando a Jaz secundando esa declaración y muevo mí cabeza de arriba abajo sintiéndome enfermo; —Lo sé —digo y le doy algo parecido a una sonrisa.

Las Pesadillas también son sueñosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora