Triste Despedida

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Steve decidió hacer el almuerzo a pesar de que Danny dijo que él podía. Unos minutos antes de servir Kono y Chin llegaron y se unieron a la reunión. Danny estaba protestando de lo grueso que Steve cortaba las verduras cuando al lugar entro Catherine

- Danny, Grace te buscaba – dijo parándose detrás de Steve –. 
- Gracias por el dato – dijo este sin mirarla
- ¿Necesitas ayuda? – dijo inclinándose hacia el capitán
- Tengo toda la que necesito – dijo Steve sin mirarla por lo que Danny sonrió – gracias
- Cualquiera pensaría que eres un mal padre, Danny – dijo Katherine –, tu hija te llama y tú no haces nada
- Ves esa cámara – dijo Steve señalándola hacia la parte superior de la una esquina y en su dedo estaba la argolla matrimonial – cuando Danno o mi monito no están conmigo y hay problemas ellas me lo dicen
- Así que no te preocupes – dijo Danny sonriendo – Grace está muy bien
- Ya veo – dijo la morena –. Usas… anillo
- Estoy casado - dijo el castaño como si fuera obvio – solo me lo quito en misiones, y solo cuando mis superiores me lo exigen
- Steve – se quejó Danny - ¿Qué haces?
- La ensalada – dijo este sonriendo
- Muy gracioso soldado – protesto el rubio – prometiste que no habría tu comida saludable, sino mucha grasa
- Estas embarazado, hermoso – dijo Steve sin mirarlo –, debes comer bien
- Yo como muy bien – dijo Danny – gracias 
- La grasa no es comida – dijo Steve sin dejar de hacer su trabajo
- Para mi si – dijo Danny – y eso me recuerda… ¿y las papas fritas?
- Hay papas asadas – dijo Steve 
- Pero… – dijo Danny
- Te lo puedo compensar – dijo el Marín
- ¿Podre conducir mi auto? – dijo Danny
- No sabes disfrutar un Camaro – dijo Steve – ¿para qué quieres conducirlo?
- ¡Quizás porque me lo compre para conducirlo como yo quiera! – dijo el rubio haciendo un puchero
- Lo pensare y después que nazca el bebé te lo diré – aseguro Steve sonriendo
- ¿Y cuándo me lo compensaras entonces? – dijo el Danny cruzando los brazos
- Danno, no estamos solos – dijo Steve con una sonrisa pícara haciéndolo ruborizar – así que esta noche te lo explico
- Por la cara de Danny tiene, veo que estaban pensando en hacerle otro hermanito más a Grace ¿cierto? – dijo Kono entrando
- ¡SI! ¡No! – dijeron los esposos al mismo tiempo
- Bueno – dijo Kono sonriendo – pónganse de acuerdo
- ¡SI! ¡No! – volvieron a decir los esposos al mismo tiempo
- ¡Basta! – exigió Danny – quiero comer carne
- Ya termine – dijo Steve – y no hay carne, así que deberás conformarte conmigo

Kono lanzo una carcajada al ver la cara de circunstancia que ponía el rubio mientras Catherine fingía sonreír. La Marín se la paso el resto del día viendo las muestras de cariño de la pareja, y aunque le doliera, debía reconocer que eran espontaneas, no había nada fingido ahí. Steve miraba al rubio como si no existiera nadie más en el lugar y la ignoraba completamente a ella, a tal punto de creer que Steve le ponía más atención a su perro que a ella, y eso que desde que habían pisado esa maldita isla, no había visto ningún animal.
Todos estaban dormidos ya cuando ella se puso de pie y salió lentamente de la habitación. Steve era un animal de costumbres y ella estaba convencida de ser la única persona sobre la faz de la tierra de conocer esas costumbres como nadie en el mundo. Salió lentamente de la casa y fue hacia la parte trasera donde escucho como alguien nadaba, así que sonrió triunfal mientras se quitaba la ropa. Llegó a la orilla de la playa y sintió como el agua le mojaba los pies mientras veía el cuerpo sumergido de McGarŕet hasta el pecho. Su sonrisa se ensancho cuando el comandante tiro su cabeza hacia atrás lanzando un grito gutural

- ¡Danno! – fue la palabra qué clavo a Catherine en su lugar
- Dime cariño – dijo este saliendo a la superficie
- Ven aquí travesó – exigió Steve abrazándose a este para besarlo apasionadamente
- ¡Te amo! – dijo Danny 
- Catherine – dijo Steve sorprendido
- Yo… – dijo La omega nervosa
- El agua esta deliciosa – dijo Danny saliendo de la mano de Steve – ojala te sirva para dormir, como a mí
- Por cierto Kat – dijo Steve – por favor abandona mi casa antes de las seiscientas horas. Ya no eres bienvenida
- ¿Qué? – dijo Catherine sorprendida
- Vete de mi casa – dijo Steve alzando a Danny en brazo – ¿listo para hacer el hermanito numero dos? 
- Tienes que ponerle nombre a todo – dijo Danny con una carcajada
- Señor, si señor – dijo Steve y se marcharon mientras se besaban apasionadamente

Pequeño Gran RevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora