La llamada

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Dasha estaba recostada sobre el respaldo del asiento mientras reflexionada y, cada tanto, le daba una pitada al cigarrillo. Podía sentir como, con cada pitada, se tranquilizaba y comenzaba a sentir algo de hambre y sueño. Era una sensación difícil de describir pero tan deliciosa, que la llevaba a volver a fumar, una y otra vez, hasta que se había vuelto una adicción que, estaba segura, algún día iba a matarla.

Frente a ella estaba el ordenador portátil con un texto que debía superar las 10.000 palabras. Recién había terminado de escribir su artículo sobre la masacre que había ocasionado una PMC en una villa de Pakistán. El gobierno pakistaní había contratado a la compañía para luchar contra una organización terrorista pero, a los soldados, se les había ido la situación de las manos y, un tiroteo en una villa, había terminado en un baño de sangre cobrándose la vida de varios inocentes.

Dasha había viajado a Pakistán a principios de la semana para recabar más información sobre el hecho, había tomado fotografías de la villa que estaba destruida producto de las granadas, bombas instaladas por los terroristas y los disparos. También había hablado con algunos soldados de la PMC que, como era obvio, no querían que su nombre figurase en el artículo, sin olvidar a los familiares de las víctimas que prestaron declaración.

Ella trabajaba para el NB Noticias, uno de los portales de noticias de internet más importantes de Nueva Baray. Aquello se veía espectacular para su currículo pero, en la práctica, era una mierda ya que el diario estaba comprado por el Congreso, al igual que el resto de los portales del país y, los que no lo estaban, por lo general, terminaban cerrando por algún extraño motivo.

Así que estaba segura que, cuando presentase su artículo al editor sobre la masacre ocasionada por Horus PMC en Pakistán, este sería censurado inmediatamente. A pesar de eso, nunca dejaba de intentar, esperando a que algún día le dijesen que sí, quizás, algún día el editor se pondría en contra del gobierno y decidiría atacar con toda la artillería.

Pero ese día nunca llegaría. Tenía que ser realista, antes de que el editor se revelase, el Congreso se encargaría de él y pondrían a otro en su lugar que iba a censurar sus trabajos controvertidos. Así que tendría que hacer lo de siempre, escribir sobre un gato atrapado en un árbol y cómo este fue rescatado por los bomberos o como una anciana había ganado el bingo de la noche anterior. Era un trabajo de mierda pero, al fin y al cabo, era trabajo, la paga no era mala.

Tenía otro plan, todos los artículos que iba escribiendo contra el gobierno, los tenía guardados en un disco duro y respaldados en la nube, de esta forma, el día que tuviese la suficiente cantidad de dinero para sobrevivir sin trabajo, se iría de Polis para crear un blog y allí iba a publicar toda esa información que había recabado.

¿Ese día llegaría algún día? Esperaba, mejor dicho, rezaba por que sí.

Una vez que corrigió las faltas de ortografía y sintaxis, envío el documento por correo a su editor. Luego, dejó el resto del cigarrillo sobre el cenicero y se levantó de la silla para contemplar su oficina durante unos segundos.

Era un sitio pequeño pero acogedor, con un tapiz violeta, una pequeña ventana por dónde podía ver la vida en la ciudad, también tenía un dispensador de agua, una mesa y dos sillas de plástico, no había dinero para más.

"Clin" Ese ruido, que había provenido del ordenador, le avisaba que había recibido un correo. Se acercó a la máquina para buscar el correo, su editor había respondido.

Gran artículo, Dasha! :) Estoy muy orgulloso de ti, pero no creo que sea el momento adecuado para publicarlo. Quizás en otra ocasión. ¿Ya terminaste con el artículo sobre el partido de fútbol entre Nueva Baray y Meridian FC? Lo necesito lo antes posible. Pedazo de final, ¿la viste?

Len

"Nunca es el momento", pensó Dasha. Cada vez que enviaba ese tipo de artículos recibía el mismo correo, cambia lo del partido de fútbol por el gato atrapado en el árbol o la anciana que había ganado el bingo la noche anterior. Pese a eso, Dasha reconocía que Len era un buen tipo, siempre rechazaba sus artículos con amabilidad, y es que otro editor, fácilmente, podría denunciarla ante la policía por intentar difamar al gobierno. Pero no lo hacía, en vez de eso, prefería esa vía, la de la amabilidad y continuar como si nada hubiese ocurrido hasta que le volviese a mandar otro artículo con las mismas características.

Sin más vueltas, suspiró y respondió.

Gracias, Len. Espero que en algún momento podamos publicarlo :( En unos minutos te envío la crónica de la final. Una gran final, sin dudas.

Dasha

Una vez que terminó de escribir la respuesta, salió de su oficina, el NC Noticias era un pequeño edificio de dos plantas, en el primero estaba la recepción y en el segundo, dónde se encontraba Dasha, estaban las oficinas del editor y los periodistas a ambos lados de un extenso pasillo que llevaba a las escaleras. El baño estaba justo al lado de su oficina por lo que no tuvo que caminar demasiado para ir.

Primero optó por hacer sus necesidades, luego se dirigió al tocador para lavarse las manos y aprovechó para peinarse. Dasha tenía 43 años pero aparentaba de 34 o menos, gracias a las cremas y que mantenía una dieta estricta basada en vegetales, a eso tenía que sumarle el gimnasio. Se cuidaba como si no hubiese mañana, con una obsesión pocas veces vista, aunque su madre siempre le recordaba que todo ese cuidado no tenía sentido si continuaba fumando.

Tenía el pelo lacio, de color rubio tirando a naranja, ojos grandes y celestes, una nariz pequeña y en punta que combinaba a la perfección con su mentón delicado. Y luego estaba su sonrisa que junto con los ojos eran sus principales armas de atracción hacia los hombres.

De hecho, cuando era pequeña, su madre había intentado convencerla de que asistiese a una escuela de modelo y, la obligó a trabajar de ello, en su adolescencia hasta que cumplió la mayoría de edad y ya no podía dirigir su vida. Fue en ese momento cuando decidió seguir su pasión: el periodismo.

Después que se retocó el maquillaje y el pelo, salió del baño para volver a su oficina. Dónde se encontró que su auricular estaba reproduciendo un cover de "Paint in Black" de Hidden Citizens, había descubierto aquella banda en Youtube y se había enamorado desde la primera vez que la escuchó.

-¿Hola?- dijo

-Dasha, tienes una llamada- dijo Ellen, la recepcionista. -¿Te la paso?

-¿Quién es?- preguntó Dasha, si era algún chiflado queriendo hablar con ella sobre algún artículo sobre gatos que hubiese escrito prefería responder un: "No, gracias, Ellen. Dile que no puedo."

-Es Héctor Cali- respondió.-Dice que es urgente.

-Pásamelo- pidió Dasha

La línea quedó en silencio durante unos segundos, hasta que una voz nerviosa y agitada apareció en la línea.

-¿Cómo estás, Héctor?- dijo Dasha.  -¿Qué ocurre?

No podía comprender lo que el marido de su hermana Lina intentaba decirle. ¿Trampa? ¿Qué pasaba?

-No entiendo que ocurre, Héctor- respondió Dasha. -¿Quién va a tenderte una trampa? ¿Por qué te llevarán al edificio del Arca? Iré a verte, tenemos que buscar una solución.

"Tienes que ubicar a Jaby" le dijo. Inmediatamente después le pasó una dirección y entonces, Dasha pudo escuchar del otro lado de la línea, un estruendo y fuertes pisadas.

-¡Héctor Cali, está detenido!- gritaron.

Y la comunicación se cortó.

-¿Héctor? ¡¿Héctor?!- exclamó Dasha, pero no tuvo respuesta.

"Tienes que ir a la casa de Jaby". Tenía la dirección pero no sabía qué hacer: ¿avisarle a su hermana de lo que estaba ocurriendo, ir a lo de Jaby o ir al Arca?

Su mente se encontró agobiada, entonces decidió seguir las palabras de Héctor. Por lo que tomó su bolso y dejó la oficina a toda velocidad.

El reloj comenzaba a correr. 

La Ciudad Durmiente (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora