Cronos

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Dasha abrió los ojos de par en par para encontrarse con un pedazo de tela negra que no le permitía visualizar su entorno. ¿Dónde estaba? Había estado inconsciente pero no tenía ni idea de cuánto tiempo. Estaba atada a una silla con unas esposas, pudo darse cuenta por el frío metal que acobardaba a sus muñecas.

De repente, escuchó el crujido de madera, alguien estaba bajando por lo que parecía una escalera, también percibió un ruido difícil de describir pero era el mismo que hacían los soldados cuando estaban armados hasta los dientes con pistolas, granadas, ametralladoras. Algo le decía que no estaba sola y cualquier intento de escapar podría terminar con una bala en la cabeza. Sin duda, había un enemigo en esa habitación.

-¿Despertó?- preguntó una voz grave, cuyo acento era inconfundiblemente londinense. Un auricelular comenzó a sonar, por el ringtone, Dasha cayó en la cuenta de que se trataba del suyo. -¿Qué ese ruido?

-Es el teléfono de la chica. –respondió otra voz, más aguda, más cálida.

-Dámelo. –respondió la voz de acento londinense y entonces el ringtone dejó de oírse. -¿Hola?

-¿Quién era?- preguntó otra voz, distinta a las anteriores, está se escuchaba más anciana.

-La BIRT nos acaba de rastrear. Tenemos poco tiempo. –respondió el hombre con acento. –Sabemos que está despierta, señorita Farah. Puedo sentir su respiración agitada. Quítenle la bolsa.

Entonces se hizo la luz y Dasha pudo ver lo que la rodeaba. Alguien le había quitado la bolsa en la cabeza, entonces contempló el lugar: era un sótano, pequeño, con mucha humedad, habían tres hombres, uno calvo de barba con aspecto de pocos amigos, el otro, era un tío de unos 56 años, flacucho, con pelo largo y canoso, parecía un motoquero en sus horas más bajas. Ambos estaban vestidos con atuendo militar, chaleco antibalas, pistolas semiautomáticas y rifles.

-¿Estás analizando el lugar? –preguntó el hombre de acento londinense que estaba sentado en una silla quedando frente a frente a Dasha.

-¿Quién eres? –preguntó Dasha. -¿Dónde estoy?

El desconocido era un hombre de unos cuarenta años, pelo corto de color rubio producto del agua oxigenada, tenía una nariz aguileña, ojos grandes y unos pómulos prominentes. Estaba vestido con un chaleco azul oscuro encima de una camisa negra, pantalones de vestir de mismo color y unos zapatos lustrados hasta la saciedad. Aquel hombre parecía alguien de mucho dinero, de la alta sociedad de Inglaterra. Perfectamente, podría decirse que era el fiel reflejo del caballero inglés.

-Probablemente me conozcas por Cronos. –respondió. –Así me llaman ustedes...los de la prensa.

Dasha no podía creer lo que estaba viviendo, frente a ella, estaba el hombre más buscado de Polis, corrección, el hombre más temido del país, el infoterrorista que podía provocar que el Congreso perdiese las elecciones.

-¿Dónde estoy? –preguntó Dasha.

-En los Campos Estériles, en la zona de mayor radioactividad. –contestó Cronos. –Descuida, no nos pasará nada, la radioactividad suele aumentar a altas horas de la noche y durante el día, podemos exponernos hasta dos horas sin sufrir daños.

-¿Sabes quién soy?-

Cronos sonrió.

-Dasha Farah, trabajas para el NB Noticias, uno de los portales de internet más importantes de Polis. Me gustan mucho tus artículos, no los deportivos, sino los que no logras publicar. Me he tomado el atrevimiento de meterme en tu ordenador. –dijo el infoterrorista. –Ahora bien, Dasha. No quiero pecar de descortés pero creo que no estás haciendo las preguntas correctas. La BIRT vendrá aquí de un tiempo a otro y entonces no habrá marcha atrás y, sinceramente, quiero que adquieras consciencia de tu papel en todo esto.

La Ciudad Durmiente (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora