Rebeldía.

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-"Te odio, Zed."- Dijo

El mayor lo miró fijamente a los ojos a través de su máscara.

-"¿Lo dices enserio?"-

-"Muy enserio. Eres un maldito insensible."-

-"Cuidado con lo que dices, niño."-

-"¡Ahí vas de nuevo! ¡Deja decirlo!"-

-"Solo digo la verdad, Shieda. No podía llevarte a esta misión, eres muy joven todavía."-

El pelinegro apretaba sus puños intentando contener su rabia.

-"¡BIEN! ¡PUES TE AVISO QUE A LA PRÓXIMA ME FILTRARÉ Y NO PODRÁS HACER NADA PARA IMPEDIRLO!"-

El mayor lo arrinconó a la pared con un brazo. Kayn, el pelinegro, se sorprendió con el gesto, mas no quiso cambiar su expresión de desagrado.

-"Escúchame bien insolente: más te vale que cuides tus actitudes si no quieres que te castigue de formas severas."-

-"No me importa."- Dijo desafiante.

Zed se apartó.

-"Quedas advertido, y por cierto: me niego a seguir siendo tu niñera. Si asistes a una de estas misiones seguramente morirás, pero ya no es mi tema."-

Dijo para luego retirarse de la sala.

Cuando Zed atravesó la puerta, Kayn de inmediato sonrió satisfecho.

-"Esta vez admitió que le importaba..."- Dijo a su vez mordiendo su labio inferior satisfecho.

Salió de la sala camino a su cuarto. En el pasillo se encontró a uno de sus compañeros acólitos, Nakuri, quien tenía una expresión intranquila.

-"¿Qué hay Nakuri? ¿Porqué esa cara?"-

-"Acaba de pasar el maestro Zed, se veía furioso. Temo que haya sucedido algo grave."-

Kayn rió.

-"Tranquilo, seguramente es porque lo acabo de sacar de sus casillas."-

-"¿Eh? ¿Porqué?"-

-"Porque quiero y puedo."- Dijo sonriendo orgulloso.

-"Ten cuidado, Kayn. Zed en cualquier momento puede perder la paciencia contigo, me sorprende que aún no suceda. Debió castrarte hace mucho."-

-"Es porque me estima de algún modo, está claro."-

-"Como nos <estima> a el resto también."- Dijo Nakuri.

Kayn lo miró molesto, quería protestar ante la aclaración pero decidió callar.

-"Te veo luego, tengo algo que hacer."-

-"Está bien, Kayn. Nos vemos."-

El pelinegro fue a su habitación. Al entrar lo primero que hizo fue lanzarse a su cama y mirar el techo, de algún modo estaba entusiasmado.

-"Hacer enojar a Zed es aún más efectivo que hacer las cosas bien."- Pensaba.

Enseguida se sentó en la cama y desató su tan característica trenza. Luego se levantó y se dirigió a un espejo que estaba en la pared.

Observaba su trabajado físico que destacaba aún más con su cabello largo.

-"Dudo que alguien en esta orden esté más bueno que yo.- Dijo en voz alta mientras tocaba algunos de sus mechones.

Tenía la misma rutina todas las tardes antes de entrenar: contemplarse en el espejo y convencerse a sí mismo lo atractivo que era. Sin embargo, se sentía vacío, algo realmente lo incomodaba y lo sumía en depresión.

Odio lo que me haces sentir. ~ Zed x KaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora