Mentiras

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Kayn llegó a su habitación con el libros en sus manos, separando la hoja principal entre sus dedos. Por alguna razón sus manos temblaban al sostener aquellas hojas juntas, la ansiedad lo estaba consumiendo. Dejó el libro debajo de su almohada y procedió a ir a comer como le había prometido anteriormente a Zed.

Dentro del lapso de la cena no pasó nada fuera de lo habitual; de hecho, se alegró al notar que el comedor estaba casi vacío, a no ser por unos cuantos de sus compañeros que estaban en una esquina. Ya era bastante tarde en ese entonces, y casi olvidó por completo que esa noche también le correspondía ser guardia nocturno.

-"Agh, maldita sea..."- Se quejó.

No podía faltar o su "querido hermano" Nakuri lo iba a delatar sin duda. Ya no tenía una alianza con nadie después de lo ocurrido, ya que seguramente lo que había confesado estaba en la boca de todos. Pero no importaba, si Zed estaba orgulloso de él todo valía la pena, después de todo, seguramente en un tiempo más todos lo alabarían nuevamente por sus hazañas, cosas que sí valían la pena.

Apenas terminó de comer se dirigió a la entrada de la orden, dónde estaban los de siempre, sus compañeros de turno. Se limitó a decir un simple "ya llegué" y se arrinconó como de costumbre, ni quiso mirar las expresiones de los que seguramente habían escuchado todo en el comedor. Ahora lo único que le importaba era hacer un plan perfecto con lo que había descubierto en aquella biblioteca, no sin antes comprobar que el afrodisiaco era efectivo. Según describía en el libro, el efecto era tan fuerte que la persona que lo consumía podía estar excitada por horas y venirse varias veces. Al parecer era algo que usaban los antiguos líderes de distintas sectas para tener sexo con quienes se les antojara.

-"Me preguntó si Zed habrá leído ese libro."-

De haberlo leído, probablemente iba a ser más difícil el hacerle beber aquel surtido. Por otro lado, habían ingredientes que no iba a poder encontrar en la cocina de la misma orden, así que tendría que ir al pueblo por algunas cosas por la mañana.

Las horas pasaron rápido esa noche planeando todo, de ser efectivo aquel afrodisiaco, sin duda haría que Zed lo probara, y sería él quien estuviera a su lado en el momento para complacerlo, aunque aún no tenía un plan claro; pero era lo de menos, podía improvisar.

Cuando por fin llegó el cambio de turno corrió a dormir un par de horas rogándole a todas las fuerzas poderosas que no ocurriera lo mismo de ayer y duermiera más de la cuenta.

Durmió solo tres horas por las ansias, tomó un baño y se vistió con unas prendas ocasionales. Por lo general, el pelinegro llevaba el torso descubierto, le incomodaba sentir algo en su pecho y espalda, se sentía sofocado y aún más para entrenar. Pero su ropa ocasional era un especie de yukata sin mangas encima de una ramera negra ajustada. Conservaba sus pantalones por supuesto y sus botas, además añadía unos guantes negros que le había regalado Zed cuando cumplió dos años en la orden.

-"Eran buenos tiempos."- Dijo observando sus guantes nostálgico.

Tambien observó su máscara ninja; que cada miembro de la orden tenía, mas no era obligación usarla.

-"Agh, odio esta cosa."- Se lamentó. -"Pero me la pondré de todos modos."-

Acomodó su máscara sobre su nariz y se miró en el espejo.

-"Me veo ridículo, y es tan incómodo ya de por sí llevar más ropa de la que acostumbro."- Dijo malhumorado.

Decidió acomodar la máscara sobre su barbilla; ya que así, sí era necesario, podría esconder su rostro fácilmente.

No dio aviso a nadie que saldría, suponía que no tardaría más de la cuenta.

Apresuró su andar en el bosque, atravesando cada árbol que se le cruzaba con su paso sombrío. Tardó un par de minutos en salir de ahí, se detuvo para acomodarse la molesta máscara que incluso en su barbilla, le incomodaba bastante.

Odio lo que me haces sentir. ~ Zed x KaynDonde viven las historias. Descúbrelo ahora