Kayn se quedó pensando un par de minutos antes de volver. También se lavó el rostro con su única mano libre, necesitaba poner su mejor cara.
Antes de cruzar la puerta sintió vergüenza. Para él era extraño, pues no le importaba la opinión de los demás, pero había acordado no hacer ningún escándalo y sin pasar más de una hora ya lo había hecho.
Se sentó como si nada en la silla sin mirar el rostro de nadie. Apoyó el codo en la mesa y en su palma dejó descansar su mejilla.
Zed casi ignoró por completo que Kayn había vuelto, parecía muy concentrado en que todo saliera a la perfección.
Al rato después se dirigió a sus dos discípulos y les explicó con detalles qué debían hacer y dónde.
El darkin estaba siendo transportado a un lugar más seguro, envuelto en una malla de espinas para evitar directamente el contacto. Noxus no podía tener un arma tan letal, el darkin debía ser eliminado.
-"Zed, ¿Hay alguna forma de quebrar un arma como esa? Digo, se supone que no es cualquier implemento de guerra."- Preguntó Kayn.
-"Usen todo lo posible para dejarla hecha añicos. Quémenla si es necesario."- Respondió. -"No hay ninguna forma en especial para ello."-
Luego de responder un par de preguntas más acompañado del hombre informante, este último se retiró. Antes de hacerlo cortésmente le pidió disculpas a Kayn por juzgarlo de esa forma tan grosera.
El pelinegro se cruzó de brazos y desvió la mirada, no quiso perdonarlo.
El hombre avergonzado se retiró junto a sus guardaespaldas cubriendo nuevamente su rostro con la capucha.
-"Quién soy yo para juzgarte, Shieda."- Dijo Zed luego de la escena.
-"¿Nos podemos ir al templo ya?"- Preguntó el pelinegro malhumorado.
-"Claro, la reunión terminó. En pocas horas es el entrenamiento, ninguno de los dos puede faltar."- Recalcó.
-"Claro que no, maestro."- Dijo Nakuri.
-"Debo elegir que arma llevar a la misión..."- Dijo Kayn perdido en sus pensamientos.
-"Tu verás qué es lo más fiable, Kayn. Dejaré esta misión en tus manos, tal como querías."
Kayn sabía que la misión no estaría completamente en sus manos y eso era un golpe directo a su orgullo.
Pasaron los días, Kayn asistía a sus entrenamientos puntualmente, mas apenas intercambió palabras con Zed. Fue su elección, desde aquella humillación comenzó a cuestionarse su verdadero propósito y en quien estaba entregando su vida.
Prometió siempre ser fiel y servirle a la orden pero le dolía tanto el nunca ser suficiente, que incluso pensó en escaparse y vivir una vida bien lejos.
-"Quizás solo así te saque de mi cabeza, Zed..."- Pensaba una de las tantas noches en las que no pudo pegar un ojo.
Aunque Kayn fuese tan cortante con el mayor, este no se interesaba en saber el motivo, al menos eso creía. Pensaba que para Zed era una alivio enorme no tener que aguantar al "mocoso problemático" con el que había compartido una noche.
Se acercaba el día de la misión, Kayn comenzaba a prepararse psicológicamente para volver al lugar que le había traído tanto sufrimiento en su infancia.
Meditaba bajo un cerezo cercano a la orden, el más grande que había por allí. El lugar le transmitía calma, pero nunca estaba completamente estable.
-"¿Quién demonios viene a meditar a un lugar como este?"- Escuchó una voz.
La calma que había logrado conseguir se disipó cuando abrió los ojos y se dio la vuelta. Detrás de él se encontraba una figura femenina de cabello negro amarrado en una coleta. De ropa verde y unos llamativos tatuajes que nunca antes había visto.
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Odio lo que me haces sentir. ~ Zed x Kayn
Fanfiction(Historia ambientada antes de que Kayn conociera a Rhaast.) La rebeldía del pelinegro comenzó a notarse más en su adolescencia, aunque ésta se debía más a la falta de atención que sentía por parte maestro, Zed.