VI

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Jongin entró al pequeño cuarto que hasta hace poco le pertenecía y que ahora estaba rodeado de cosas de Kyungsoo. ¿Quién le diría a él días antes que estaría en esta situación?

El cuerpo de Kyungsoo se había acomodado en la totalidad del colchón colocado en el suelo. Sus brazos y piernas extendidos, dejando a la vista su delgado cuerpo a consecuencia de la ligera desnutrición que traía consigo.

Recogió la manta a los pies del chico y tapó con cuidado su cuerpo, intentando que no despertara del apacible sueño que parecía tener.

Sin tomarse la molestia de colocarse una camisa o ponerse unos zapatos, salió de la habitación en dirección al único sofá que decoraba el almacén.

"Debería plantearme amueblar el lugar" pensó recostado en el sofá y prendiendo el primer cigarrillo del día, el primero de muchos. Jongin no era un adicto a la nicotina, solo necesitaba un par de cigarros para sobrellevar el día, algo que él no consideraba una adicción en absoluto.

Aspiró el humo, llenando sus pulmones y reteniendo el aire unos segundos antes de soltarlo poco a poco por la nariz.

¿Qué se suponía que iba a hacer con Kyungsoo? No lo podía dejar viviendo con él, tarde o temprano su dueño descubriría su paradero y vendría a reclamarlo. Kyungsoo no era más que un objeto para el lobo que lo había convertido y marcado en contra de su voluntad. Jongin no conocía toda la historia ya que él chico se negaba a contarla.

Aquel lobo debía ser exterminado.

Se incorporó para apagar el cigarro en el cenicero. Buscó su teléfono móvil entre los cojines del sofá y marcó. Todos los números importantes se los sabía de memoria. Cuatro pitidos más tarde, una voz aguda contestó al otro lado del aparato.

—¿Qué desea el señor tan temprano en la mañana?

—¿Tienes la información que te pedí ayer?

—Mandaré la carpeta con uno de mis chicos más tarde —respondió la chica—. No desesperes con él chico, sabes que yo me haría cargo...

—No pongas excusas Soojung —le cortó antes de que pudiera seguir hablando—. Los dos sabemos que no te gusta relacionarte con nosotros. —Hizo una pausa para no sonar demasiado enfadado—. Solo aceptas mi presencia porque te conviene.

—A veces creo que solo deseas echarme la mierda a la cara cada vez que llamas. —Un resoplido se escuchó a través del aparato, así como el ruido del sillón donde Soojung se estaba acomodando—. No te olvides que aquí los dos sabemos cosas. Adiós, Jongin.

Dejó el teléfono de nuevo en el sofá y se dejó caer su cuerpo en el respaldo.



Kyungsoo comía como si su vida dependiera de ello. Sentado en el suelo y con el tazón sujeto con una mano, devoraba el cuenco de cereales sin pararse a respirar entre bocado y bocado. El ruido al masticar no era demasiado molesto como para impedirle a Jongin leer la documentación que le había llegado minutos antes.

La foto y los datos de Kim Jongdae aparecían ante él, un hombre bastante viejo para Kyungsoo, se podía decir que bastante viejo para él también. El lobo de rango beta era corredor de apuestas en peleas de perros y proxeneta, un doble puntaje que aumentaba las ganas de Jongin por acabar con la plaga de lobos en la que vivían.

¿Kyungsoo habría pertenecido alguno de los dos grupos que manejaba Jongdae? Jongin lo miró con la leche cayendo por la comisura de su boca y bajando hasta su barbilla. No podía imaginar aquel hombre de mediana edad al lado del chico ante sus ojos. Llevaba dos días con Kyungsoo y solo podía verse reflejado en él. Estaba solo y se había visto envuelto en una lucha interna por aceptar su nuevo ser, sin pedirlo. Jongin cerró los ojos y se colocó los dedos en la cien masajeándola suavemente.

Flame [EXOVELVET]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora