Capitulo 90

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~Jesus Oviedo, Domingo 19 de Mayo.
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La de recepción asiente y la llama indicandole que tiene una visita, ella dice que puedo subir y lo más rapido que puedo me planto frente su puerta.
Un albornoz blanco cubre su figura mientras su cabello mojado cae en sus hombros haciendo que se vea hermosa.
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-¿Jesus? Estás guapisimo. -dice sonriendo.
-Y tú. -sonrio tímido.
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Ella agarra mi mano, tira de mí hacia dentro y tras cerrar la puera va a coger una fresa del plato donde estaba comiendolas. Agarra una, me la trae y la pasa sobre mis labios.
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-Muerde. -ordena.
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La obedezco, ella sonrie y la miro desde la poca distacia que nos separa.
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-¿Qué tal estos años? -pregunta.
-Bien, supongo, ¿y a ti?
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Quita su albornoz, su figura choca ante mis ojos y la recorro sin pudor alguno. Poro a poro mis ojos trazan el recorrido perfecto que podrían hacer mi labios sobre su suave piel.
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-No me puedo quejar. -se pone un fino tanga y se acerca a mi.-El sexo sin ti no es lo mismo. -murmura.
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Toso un poco ya que no me esperaba esa frase, ella rie y la miro conteniendome.
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-Hazlo. -me anima.
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Tiro de ella, la pego a mi pecho y sus labios batallan con los mios, la cojo a ahorcadas y me tumbo suavemente sobre ella sin dejar el peso.
Sus jadeos marcan el ritmo de mis besos, sus manos se aferran a las sábanas mientras mi lengua la masturba y mi teléfono suena.
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-¡Joder! -se corre.
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Sonrio cogiendo el teléfono, mi hermano me suplica que vaya ya que la cosa en casa no está para dejar a los crios solos y acepto.
Ella me da su número nuevo, me besa despidiendose y voy lo más rapido posible a casa.
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-Gracias por venir, tio. -suspira.
-¿Y Vera? -pregunto.
-En la cama, voy a darme una ducha y a intentar hablar algo con ella, vigilamelos. -suplica.
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Asiento, me siento en el sofá junto los pequeños y la culpabilidad  me azota al ver a mi pequela salir del pasillo.
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~Leila Ruiz.
Marcos se acerca a mi junto a Lucas, los cojo y ellos se apoyan en mi hombro cansados.
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-Hermana, llevanos a la cama. -suplica Marcos.
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Rio, los acuesto y tras darles un besito regreso al salón. Voy a sentarme alejada de él pero me suplica que me acerque.
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-La he visto. -anuncia.
-Me alegro. -digo falsamente.
-Y la he besado. -mierda.
-¿Entonces llevaba razón? Ella te ama.
-No sé, ojalá sea así. -dice dulce.
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Me pongo en pie evitando que me vea llorar, agarra mi brazo y suspira.
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-Ni una lagrimas más por mí, te lo suplico. -dice preocupado.
-Jesus, es mejor que hagas que no me conoces, necesito perder el contacto contigo.
-Eres mi pequeña ¿cómo voy a hacer eso?
-Creeme a mí me duele más. -lloro.
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Me separo de él y me voy corriendo a mi habitación...

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