Amanece en Moscú

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Abrí los ojos y me percaté que aún estaba con él. Todavía no era de día, por la ventana se veía el oscuro de la noche. Volteé a ver a mi lado, el hombre más dulce yacía durmiendo conmigo. No pude aguantar mis ganas de acariciarlo y posar un suave beso sobre sus labios. No se despertó, pero sonrió dormido, era encantador.
Había pasado la mejor noche de mi vida, la piel que tuvimos y la forma en que congeniamos había sido única, pero eso no quitaba que lo que estaba haciendo estaba mal.
Me levanté rápido de la cama y me vestí lo antes posible, no podía tolerar la idea de haberme acostado con un tipo casado, pero a la vez, una parte de mí defendía el hecho de haber estado con aquel hombre que me robó el pensamiento desde la primera vez que lo vi en Kazán.
Era hora de volver al departamento para ir a la galería, sabía que a Christoph le quedaban pocos días en Rusia, la idea de no volver a verlo me dolía, pero lo que más me afectaba era no poder expresarle con palabras todo lo que él me hizo sentir. Fui una cobarde, que huyó en cuanto pudo en lugar de enfrentar mis sentimientos, pero... ¿Quién podía culparme? ¿Si en realidad, para él yo solo era una groupie más? Pese a que Flake, compañero suyo, me haya dicho que yo significaba mucho para Chris, no estoy preparada para que me rompan el corazón, por eso escapó de cualquier situación donde intenten darme eso que tanto le temo, eso que nunca tuve por miedo a no estar a la altura, por mi inseguridad, por eso mismo me voy.

Horas más tarde

-¡Hey, Eloísa! Qué tal tu noche, la mía increíble- exclamó Juliette al verme llegar a la galería

-Supongo que bien, al menos para mí- respondí, notando preocupación en los ojos de Julie- Oh, no intento preocuparte, solo es mi cabecita que piensa muchas cosas, cuéntame tú

-Para ser sintética, Paul es increíble, me llevo a pasear en una camioneta junto a Flake y Richard, quién estaba acompañado por dos rubias siliconadas. Fuimos al costado del río, dónde Paul me mostró su talento con la fotografía, mientras Christian paseaba con la mirada fija hacia el río... ¡Elo, Paul me encanta!- contaba entusiasmada

-Me alegra que la hayan pasado tan bien juntos, ¿Till no fue con ustedes?

-No, luego de que te fuiste con Chris, mostró algo de ¿celos? Y se fue con una pelirroja y una mujer algo mayor, pero en forma- dijo Juliette

Al oír eso tuve una sensación en el pecho, Till estaba soltero y se mostraba interesado en mí. En cambio, Christoph ha sido dulce pero es casado. No, no puedo estar pensando esto, ¿En quién me convertiría si ando con uno y con otro?

-¿Quieres contarme qué es lo que tanto te preocupa?- interrumpió mis pensamientos Julie

-Uhm, es que... Verás ¿Recuerdas que te conté que a Christoph lo conocí en Kazán? Desde ese momento tuve un vínculo "tácito" con él. Aunque no habláramos, pensaba en él y se que él en mi, su amigo me lo dijo. Desde ese día que cruzamos miradas, hubo un sentimiento que permaneció latente pero lo que me impide explotar ese sentimiento, es que él está casado

-Elo... No te aflijas, quizás solo está casado por ser una figura pública aunque viniendo de un músico, no sé qué se puede esperar- contesto Julie mientras arreglaba su stand.

Sus palabras no fueron un consuelo, pero entendí muchas cosas. Tal vez, simplemente fui eso para él, una noche y nada más.

Llegó el mediodía, y Adrien apareció.

-¿Se puede saber dónde demonios te habías metido?- pregunto Juliette, provocándome ternura

-Dios, juro que si se los cuento no me lo creen- suspiró

-¡Dilo ya!- dijimos al unísono junto a mi colega

-No es algo que lo pueda decir con mucha liviandad, toda la vida oculte esto de mi, pero forma parte de mi ser y haré una doble confesión. Primero soy gay, segundo dormí con uno de los de Rammstein

Lo que sangraWhere stories live. Discover now