Capítulo Dos

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Capítulo Dos

"Todo esto puede ser un juego de niños."

En el sillón de la casa, nos encontrábamos mamá y yo viendo una revista de modas y actualidad. No era muy de mi estilo, pero realmente me encontraba entre la espada y la pared. Yo quería un departamento común y corriente, no muy grande ni muy chico, pero según mamá, tenía que ser perfecto.

Así que acá estamos, viendo una revista de moda de la ciudad que ni siquiera me gustaba, con mi mamá parloteando como un loro en mi oreja dándome consejos e indicaciones sobre un piso perfecto. Me alejé un poco para que no me explotara el tímpano, mientras pasamos a la sección de bikinis.

Me impresionó lo que se puede encontrar en una revista de modas. ¡Hay de todo!

Mamá frunció el ceño, señalando a una modelo de rostro perfecto, cara perfecta, cuerpo perfecto y, obviamente, conjunto de bikini perfecto, lleno de finas tiras que le cruzaban casi todo el cuerpo. Se reacomodó en el sillón y torció la cabeza, como no pudiendo entender la imagen.

-Todos muy lindos esos bikinis que se te cruzan con muchas tiras por todos lados, pero decime vos como tomo sol sin terminar como una pastafrola.

Largué una carcajada por su ocurrencia y ella me sonrió.

Seguimos buscando por un rato más hasta que uno me gustó medianamente por su ubicación y las comodidades que el dueño ofrecía.

-Me gusta este.

Lo señalé. Era simple, casi un mono-ambiente. De tonos grises y blancos, ya amueblado. Mamá llamó a la inmobiliaria que indicaba en la revista, al pie de página. Parloteó un rato con la persona al otro lado de la línea hasta que programó un pequeño tour por el piso para hoy a las siete y media de la tarde. Justo cuando salía de mi clase de piano.

Me maldije al caer en la realidad de que tendría que empezar a buscar trabajo.

A las cinco menos cinco ya me encontraba al frente del edificio del señor Samuels. Saludé a mamá con la mano ya que ella me había traído, y vi cómo arrancaba el auto y se perdía por el final de la calle. Miré a mi alrededor y por entre las ramas desnudas el cielo medio gris, y subí los crujientes escalones hasta llegar al frente de la puerta. Toqué dos veces la madera y a los pocos segundos, Clara se presentó ante mi con una sonrisa abriendo la puerta.

Me abrazó como saludo al que correspondí y me hizo pasar.

-La próxima vez que vengas, Gala, no hace falta que toques la puerta. Pasá y gritá, para avisar que llegaste.

Asentí, aceptando su modo tan peculiar en demostrar su confianza hacia mí. Al fin y al cabo, me iba a tener que ver todos los días a las cinco de la tarde por un buen tiempo.

Subí al segundo piso con toda la confianza del mundo que Clara me había dado y al llegar, escuché voces dentro del estudio. En realidad, voz, en singular. Una muy fina, aguda. Era una niña.

Pegué la oreja en la puerta, para escuchar, llena de intriga. Sé que espiar está mal, pero mi instinto curioso me carcome por dentro. Nunca habría relacionado al señor Samuels con un niño ni con nada que no supiera ir al baño solo. Creo que era por la tosca manera que tenía para relacionarse con las personas, así que supuse que aborrecía a los niños porque ellos no pueden -o no quieren hacer- lo que él les demanda.

Sonreí al escuchar, sorprendida e intrigada.

-Profe, ¿por qué tiene ojos tan azules?

Supuse que la niña le preguntaba a Samuels. No había visto a nadie más en la casa, aparte de él, Clara y yo. Ni siquiera portarretratos con ninguna figura de persona extraña.

Par De Opuestos -EN PROCESO-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora