Capítulo 21

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Después de lograr el mayor propósito en la pausa de mi vida, es decir, el tiempo que pasé sin Oliver, volví a la realidad, a sentirme vivo, lleno de esperanza y desconociendo ya el sufrimiento. Sin embargo, aspectos tan sencillos y diminutos como leer la letra pequeña de un contrato pasaron por alto. Si bien era cierto que tenía estabilidad en mi vida, solo era suficiente para una persona y hacía bastante tiempo que no le pedía dinero a mi padre, por lo que con lo que ganaba solo alcanzaba para sostenerme y uno que otro capricho. Oliver, aunque no con mi intención, quedó en un rol de ama de casa ya que según él, se sentía muy avergonzado de ser mantenido por mí y no hacer nada para ayudarme, así que lo dejé. De alguna u otra forma, la comida siempre alcanzaba para los dos, pero me sentía mal de no poder darle algo mejor, me sentía impotente.

Después del trabajo, me quité gran parte del uniforme y me senté en el sillón exhausto, además de todo lo que estaba pasando, traté de esforzarme aún más para trabajar turnos extras y conseguir más dinero.

—Llegué a casaaaa—solté en un vago grito, más bien un susurro.

—Ya lo sé tontito—respondió la dulce voz que anhelaba escuchar desde que salí de casa—diría que la cena ya está lista pero...no hay mucho para hacer...

Suspiré. Era cierto que nos faltaban unas cuantas cosas, bastantes, de hecho, empezando también porque no tenía muchos utensilios de cocina y ninguno de los dos sabía mucho de cocina.

—Descuida, ven aquí.

Se sentó a mi lado y yo me acomodé mejor, me recosté dejando mi cabeza en su regazo. Llevaba un pantalón de pijama muy delgado que me permitía sentir mejor sus piernas, eran muy suaves, mejor que cualquier almohada en el mundo y lo mejor, disponibles para mí cuando quisiera.

—Sabes...estuve averiguando unas cosas en internet, y la verdad, me interesa.

—¿Mm? ¿Qué cosas?— lo miré desde el ángulo que la posición me permitía. Tan perfecto.

—Hay estudios gratuitos para quienes no pudieron terminar el ciclo escolar obligatorio—me contó—es en horarios que me permiten hacer cosas de la casa y, lo mejor, cuando tú no estás, así que no perdemos tiempo juntos—continuó explicando, esta vez mirándome fijo—¿qué dices?

Me quedé callado. No porque me pareciera mala idea, de hecho, era algo fascinante. Estaba muy feliz por él. No quería estancarlo en su vida ni mucho menos en sus planes, pero quería que lo hiciera porque le naciera y no por mi, específicamente, porque pensara que era una molestia, de todas formas yo lo apoyaría en lo que fuese.

—¿Ah sí?—le respondí— me parece muy bien mi bebé—besé sus labios— Pero te prohíbo descuidarme por tus estudios, o me sentiré muy triste.

—¿Cómo se te ocurre? Tonto...—me regresó el beso tiernamente—jamás descuidaría algo tan pero tan—otro beso—tan importante—más—en mi vida.

Finalmente, desechamos el tema para después y nos centramos en algo más importante en el momento: amarnos. Alargamos el beso de forma que Oliver empezó a acariciar mi cabello y mi cuello y necesitábamos estar aún más juntos, interrumpí por menos de un segundo el beso para estar mejor, me acomodé sentado en sus piernas, eran mucho más fuertes y resistentes que las mías, y continuamos escalando el beso y las caricias a un término más intenso. Quería sentirlo más y que él me sintiera más a mi, quería tenerlo así para siempre, junto a mi. Dejaría el trabajo y mis estudios solo para poder acariciarlo completamente, por sentir cada parte de su delicada piel, para sentir sus labios, para ver sus ojos, sentir su cabello en mis manos. Sentirlo todo a él y a mi disposición para conectarnos más y así estar por completo juntos como debía ser siempre, todo el tiempo.

Metí mi mano por debajo de su camisa para quitar cualquier obstáculo a mi tacto. Su piel estaba más cálida que nunca, ¿qué mejor que él para una temporada tan fría? Estaba tan desesperado por sentirlo más que todos mis sentidos se nublaron, hasta que él mismo me hizo reaccionar.

—Pshht, quieto quieto—me besó la nariz— Hay alguien tocando la puerta.

Reaccioné entonces mientras él me acomodó en el sillón. Que bochornosa situación. Fui yo el que estaba tan metido en el tema, tan necesitado, que ni siquiera fui capaz de estar atento a otras cosas, había entregado todos mis sentidos a él. Ese tipo de cosas y pensamientos me deprimían. Llevábamos bastante tiempo de relación, si bien apenas estábamos reiniciando todo, muchas cosas tenían que pasar y no quería ir tan lento, pero no quería presionarlo ni yo tampoco lanzarme a un abismo sin paracaídas. Ambos éramos primerizos, o eso creía y ahí ganaba también otro pensamiento oscuro, ¿habría él experimentado con otra persona todo el tiempo que no estuvimos juntos? Estaba seguro que no, pero me a veces me cuestionaba mucho las cosas en situaciones como la que acababa de pasar.

—Uhm, no era nadie.—me dijo dando un último vistazo al pasillo y cerrando la puerta a su espalda– Serán de nuevo esos niños del segundo piso, tienen la costumbre de tocar las puertas y salir corriendo. ¡Los he visto!—comentó irritado—¡Ya van a ser las diez y no has comido!

Cambió su expresión de enojo a una de preocupación y se fue dando pasos rápidos a la cocina mientras alzaba las manos con angustia. Ese tipo de detalles me sacaban risas y me olvidaba de cualquier tema que seguramente fuese una bobada. Así que lo seguí y me quedé mirándolo mientras tarareaba una canción e improvisaba con cualquier ingrediente que quedaba en nuestra pobre cocina.


———

Eso ha sido todo por esta breve continuación, la verdad traté de hacerlo largo, pero siempre está tarde y yo cansada, aunque quería publicarlo lo más rápido y por eso lo dejo así.
(Y mañana me espera un día largo...)

Adiosín💕

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