† El bien y el mal...¿Qué vas a elegir? La realidad es, que no son tan diferentes como creemos. †
-No sólo se trata del dinero. Se trata del poder.
Tu eres como un lindo angelito, no estas listo para esto y nunca lo estarás.
-Los ángeles, hacen el m...
—¿Mi niñez? — respondí con alto tono de ironía— es una historia... complicada.
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El pequeño niño se encontraba sentado en el frío suelo de la habitación, con sus pequeñas manitas tapando sus oídos y sus ojos cerrados con gran fuerza. Lágrimas resbalaban por sus mejillas aunque trataba de contenerlas, y estaba titiritando, no precisamente por frío.
—¿Por qué has venido a mi casa? Una flor barata... ¿Por qué estás en mi jardín? Una flor barata... Como una flor aplastada y marchita terminarás... Una flor barata, sin valor alguno, nadie la quiere, su destino es marchitarse, ¿Por qué has venido a mi casa? Tu destino es la muerte y la sangre, acostumbrada al dolor, una flor barata. Una flor sin color y esperanza, una flor pintada de negro.
La puerta del cuarto se abrió de forma brusca, dejando ver a un hombre, enojado, de el provenía aquella canción.
—¿Dónde estás maldito niño?
El niño trató de meterse bajo la cama pero no fue lo suficientemente rápido, cuando menos se dió cuenta, el hombre lo había tomado de su pijamita de dinosaurios.
—No me pegues por favor.
—¡Cállate!
El hombre comenzó a tirar de el cinturón de su pantalón.—Te enseñaré quien manda aquí.
—No por favor, YoonGi no volverá a ser un niño malo, se portara bien.
El hombre ignoro todas las súplicas del pequeño por no ser golpeado y comenzó a marcar su pálida piel con los golpes dados por el cinto. Los gritos del pequeño se hicieron más potentes y desgarradores a medida que los golpes incrementaban.
—¡Cállate! Deja de llorar maldito niño.
Al no hacer caso a sus palabras, el hombre lo levanto del suelo para aventarlo contra una de las paredes del cuarto, ocasionando que se lastimara.
—Te dije que te calles.
Por el fuerte golpe que se dió el niño, cayó al suelo y comenzó a sentir golpes en todo su cuerpecito, golpes que ese hombre estaba ocasionando con sus patadas.
—Basta por favor, me haces daño.
La puerta volvió a abrirse y por ella entró una mujer castaña en malas condiciones.
—Basta, déjalo por favor, te lo suplico.
—¿Lo vas a defender?¿Tú vas a recibir los golpes por el?
El hombre comenzó a alejarse del niño para acercarse a la mujer a paso lento y con una sonrisa en el rostro.
—Dime, ¿tú vas a ser golpeada por el?— preguntó nuevamente. Al estar frente a ella, la abofeteo— Contesta carajo.
