Son of Magic

XLV

-Tiene razón, Thor - Barton agarró a Thor para evitar que este se interpusiera y dejara que tanto Stark como Strange realizaran un chequeo rápido a Loki.
-Solo se desmayó - las manos de Strange estaban sobre la cabeza de Loki y de ellas emergía un haz de luz dorada - ¿Lo sintieron? Hace unos instantes...
-Si - contestó Banner -. Sentí como si algo me atravesara, una energía desconocida.
-Pensé que había sido el único - replicó Barton.
-Esto es bastante extraño - Stark suspiró -. Por el momento hay que llevarlo a la habitación.

Thor no lo pensó dos veces, rápidamente cargó a Loki y salió de la sala rumbo a su habitación; Banner le entregó el bebé a Barton, Narfi sonreía y balbuceaba tiernamente. Todos siguieron a Thor.

Ya era medio día pero el sol estaba cubierto por las nubes que él mismo Thor había provocado con su angustia, estaba sentado al borde de la cama, miraba a Loki, llevaba horas sin despertar; no había nada malo en él pero aún así no despertaba. Estaba perdido en sus pensamientos cuando notó que Loki se movía y empezaba a abrir los ojos lentamente.

Lo primero que vio fue el techo de la habitación, se sentía un poco mareado; bajó la vista y vio a Thor sentado a su lado, se lanzó directo a él abrazándolo por el cuello y permaneciendo así por varios minutos; Stark, Strange, Banner y Barton miraron asombrados a Loki.

Deshizo el abrazo sin quitar los brazos de los hombros de Thor, volteó hacia el balcón y vio a Stark recargado en un pilar y a Strange sentado en una de las sillas, giró hacia el otro lado, Banner y Barton estaban sentados en uno de los sofás de la habitación y este último cargaba a Narfi, sonrió nostálgicamente.

-¿Estas bien? - Thor habló bajo, Loki no respondió.

Agachó la cabeza y empezó a pensar en lo que había visto, sabía lo que tenía que hacer así le doliera en el fondo de su corazón, tenía que hacerlo si quería que los dos únicos seres que amaba se mantuvieran con vida. Alzó la vista y vio la mirada turquesa de Thor y se perdió en ella, se acercó a él y lo besó en los labios; no lo pensó ni por un segundo.