Mona sabe cómo jugar

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La puerta de la oficina de Kenneth DiLaurentis se abre estrepitosamente, la agitada secretaria lleva una cara de espanto y antes de que la mujer pueda terminar de disculparse, Pam Fields ya azota la puerta en su cara.

El pobre hombre no sabe qué ha pasado para que la señora Fields, quien usualmente es tranquila, entre con semejante demanda de atención en su oficina. No obstante, su instinto paterno le dice que esto tiene que ver con la más pequeña de sus hijos, Alison. ¿Quién más pudo haberlo metido en semejante lío?

Pam ni siquiera sabe por dónde empezar, su rostro está desfigurado en una mueca de rabia y confusión.

-Mira, Kenneth —Comienza. Sin tener una idea real de qué iba a decir a continuación—. ¡No sé cómo explicártelo, pero vengo a exigir que tu hija le responda a Emily!

El señor DiLaurentis deshace el ceño para levantar las cejas en respuesta a esa última declaración, no entiende nada, pero invita a Pam a tomar asiento, tal vez así se calme y le explica un poco mejor.

-¡No! ¡Kenneth! —Niega rotundamente la aún molesta señora—. ¡Lo que quiero es que vayas con esa hija tuya! ¡Y la hagas que deje de comportarse como una niña! ¡Y QUE LE RESPONDA A MI HIJA COMO LA MUJER QUE ES! ¡Más le vale que lo haga! ¡MÁS LE VALE!

Sin más, y así como llegó, Pam pega media vuelta y deja al pobre Kenneth con un montón de dudas en la cabeza. El hombre hace lo que puede, inicialmente llama a Alison, pero su celular suena fuera del área. Entonces, procede a llamar a Jason, e incluso, a CeCe, para saber si es que alguno está al tanto de lo que ocurre con Alison.

En vista del éxito no obtenido, Kenneth opta por ir a buscar a su hija personalmente, pero se topa con la sorpresa de que no es el único que la está buscando. Apenas estaciona fuera de la casa de Mona, aparca el auto de Emily, y ésta, más enrabiada que Pam pasa del señor DiLaurentis y aporrea la puerta de los Vanderwaal descontroladamente.

La señora Vanderwaal abre solo para ser cuestionada sin siquiera recibir un Buenos Días.

-Disculpe... —Intenta Kenneth, pero Emily se apresura a hablar primero.

-¿Dónde está su hija? —La morena ni siquiera suena un poco educada, su actitud de exigencia.

-Estem... —La pobre señora mira a uno y luego a otro, luego responde por inercia—. Mona está con Alison.

Los ojos de ambos se abren como platos, sin perder más tiempo preguntan al unísono.

-¡¡¿Dónde?!!

- Ah, eso sí no sé —La señora Vanderwaal los decepciona, ambos se dan la vuelta y se van.

A Emily no le queda más remedio que volver a su casa, su hija la espera para la comida que Pam ya ha preparado.

Emily entra y sonríe ante la escena, sabía que su madre se alegraría de saberse abuela. Una oleada de ternura la invade cuando mira a su pequeña con un delantal puesto, Lauren ha ayudado a decorar unos pastelillos que su abuela hizo como postre. La pequeña le presume contenta a su mamá, y Emily no tarda en alagar las creaciones de su pequeña.

-¡Mira, Mamá! ¡Mira! ¡Vamos a hacer de estos cuando Mami vuelva de los negocios! ¡¿Verdad abuelita?! —La pequeña se vuelve por un momento para preguntar. Emily sonríe ampliamente imaginando aquello. Pam, en cambio finge la sonrisa, Emily lo nota—. ¡¿Verdad que sí, abuelita?! ¡Haremos de estos para que mami los pruebe también!

-Sí, corazón. Vamos a hacer pastelillos cuando Alison vuelva de su viaje de negocios —Asienta la abuela, con el afán de que su nietecita no sufra.

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