Herencias

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La tenue luz del amanecer que se colaba por las cortinas del salón chocaba contra los azules ojos de la rubia haciéndolos parecer casi violetas. Y ahí estaba ella, en completo silencio ojeando algunos libros nuevos, con el cabello aún revuelto a causa de la almohada. Ni siquiera ha desayunado, es muy temprano todavía. ¿Qué importa? Le gusta madrugar.

De súbito, unos pasos se oyen en el pasillo de la casa, la rubia los escucha pero prefiere seguir en lo suyo. Emily se precipita al salón, y ahí está.

-¡Hey! —Demanda al ver a la rubia—. ¿Qué haces, otra vez, despierta tan temprano? No te sentí al salirte de la cama. Ven... vamos a dormir otro rato.

Emily extiende su mano pero la ojiazul no obedece, a cambio le hace la señal de espera mientras rebusca entre el montón otro libro. Emily sonríe, sabe que le encanta el silencio y las historias, y sabe bien por qué. La mira y se acerca a ella, la toma de las manos haciendo que vuelva su atención, Emily recorre con la mirada su hermoso rostro, esos labios, esa nariz, el cabello, esas pestañas largas y naturalmente risadas, sus ojos... ¡Sus ojos! Ese azul tan peculiar chocando ahora con su mirada chocolate, no puede evitar sonreír ante semejante belleza de ángel.

-¡Dioos! —Piensa en voz alta, aun mirándola—. ¡Cómo te pareces a ella!

-¡Mamá! —Balbucea la pequeña, zafando sus manitas de las de su madre, le toca la mejilla a Emily con entusiasmo—. ¡Mamá! ¡Mira! —Apunta su pequeño índice a uno de los libros. ¡Lo ha encontrado!

- ¡Lo sé! Lo sé, amor, me enseñas ese libro todos los días —Le recuerda a su pequeña rubia, pero a ésta le da igual, sigue insistiendo—. Está bien, volveremos a leer el libro, pero primero vamos a desayunar.

¡Oh! Y en verdad, cómo se parece a Alison. No sólo físicamente heredó la belleza de los DiLaurentis, es que además posee el mismo carácter fuerte, la misma habilidad de liderazgo, el mismo interés por las cosas artísticas y especialmente los libros. Ama los libros tanto como Alison lo hace. Era como tener a Ali en versión pequeña y sin las inseguridades y malas mañas que le inculcaron sus padres. Era Ali en su versión pura. Era ella, y Emily no iba a cocinarle un omelette porque, al igual que a Ali, a esta versión chiquita tampoco le gustan. Prefiere los pan cakes, pero hoy le darán una ensalada.

El teléfono suena tan incesantemente que Emily no tiene más remedio que interrumpir su interesante conversación sobre dinosaurios, dragones y unicornios con su hija para responder la llamada.

Spencer suena al otro lado del teléfono, está de visita en Los Ángeles y propone reunirse para conversar, Emily acepta sin rechistar. Pero entonces Spencer toca el tema sensible y Emily comienza a cerrarse.

-¿Cuándo piensas decirle a tu mamá?

-No quiero hablar de eso, Spencer.

-Emily, tienes una hija, y ya tiene dos años. No podrás ocultarla todo el tiempo...

-¡Y no quiero!

-¿Entonces? Le estás robando a tu madre la alegría de ser abuela.

-Decirle a mi madre es decírselo a... —Súbitamente guarda silencio, pasa saliva, no se atreve a completar la frase, le da miedo si quiera pensarlo—. No sé cómo va a reaccionar.

-Emily, por favor —La regaña—. También es tiempo de que se entere ese alguien más, tiene derecho a saberlo.

-¿Y si la rechaza?

-Emily... —Arrastra las palabras, como si hubiese escuchado alguna ocurrencia—. No asumas que lo hará, debes decírselo de cualquier modo. Y en especial a tu mamá, ya le has robado la oportunidad de ver a su nieta de meses, Lauren crece muy rápido, es esencial que no dejes pasar más tiempo.

-Me plantearé hacerlo lo más pronto posible.

-Pues entonces me alegra decirte que tengo la oportunidad perfecta para ti, hay que vernos.

Spencer le da la dirección de su hotel a Emily, quien se compromete a llegar puntual, para tales fines la morena apresura a su pequeña rubia a terminar el desayuno, pues todavía deben bañarse y arreglarse. Lauren, para alivio de Emily, se muestra cooperativa. Curioso, expresa entusiasmo al escuchar cuando mamá le dice que se reunirán con Spencer, le agrada Spencer tanto como le agrada a Alison.

EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora