Capitulo 6

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Mónica llamo al día siguiente como había prometido. Los jefes estaban contentos con lo que ella les había contado de mí y me esperaban para conocerme.

Apenas era martes de esa semana pero me  necesitaban con urgencia. También entendían que debía abandonar la ciudad donde vivía y por eso me habían dado hasta el lunes para presentarme a trabajar.

Mónica se ofreció a ayudarme a encontrar un lugar para vivir, ya que tenía amigos trabajando en bienes raíces. Nunca había tenido personas a mi alrededor que me ayudaran sin recibir nada a cambio y estuve agradecida por ese soplo de aire fresco.

Inmediatamente después de colgar la llamada, empecé a trazar planes en mi cabeza. Debía decidir que dejar y que llevarme. Vender algunas cosas, empacar el resto y llamar a mi casera para darle la noticia.

Tenía menos de 5 días para hacer todo eso. Empecé evaluando mi ropa, y pensando en que mi estilo de vida iba a cambiar demasiado, termine donando la mitad de ella para las personas menos favorecidas. Empaque mis libros en cajas y uno que otro recuerdo importante.

El jueves Mónica me mando al correo algunos lugares que sus amigos le habían mostrados, todos claramente dentro de mi presupuesto que ella ya sabía pues habíamos estado hablando por mensajes.

Había hablado también con mi casera. Y aunque estaba segura que no me iba a devolver el dinero del alquiler, hicimos negocios y teniendo en cuenta que me iba a ir a vivir a otra ciudad, le vendí mis muebles, no estaba exactamente apegada a ellos. Bueno, quizás algo a mi sofá, pero era hora de dejarlo ir. Así que pensé en alquilar un lugar amoblado, por lo menos con lo necesario, mientras era capaz de comprar mis propias cosas.

Entre todas las opciones que mando Mónica, hubo una que llamo mi atención. Era un apartamento, pequeño, pero no necesitaba más, con una habitación grande, un pequeño estudio, un baño completo, una cocina pequeña pero que se veía acogedora y su sala. Me dijo que había arreglado con su amigo para que el lugar, tuviera por lo menos, un sofá, una mesa, una nevera y una cama, creo que no necesitaba más por el momento. Estaba a buen precio y no quedaba tan lejos de Floos, eso termino de convencerme.

Y aunque el amigo de Mónica no trabajaba los fines de semana, quedo de esperar allí mismo el domingo, cuando llegara a la ciudad.

Termine de empacar el viernes y aunque no había quedado mucho equipaje, alquile un pequeño contenedor de esos que podías enganchar a tu auto. Eran mis cajas de libros, mi ropa, cajas con alguna que otra cosa que podría necesitar, mis objetos personales, y mi tv, la cual me negaba a dejar atrás.

El sábado al ser el último día que pasaría en la ciudad, salí a dar un paseo, a cine y a comer sola.

El domingo madrugue, quería salir temprano y había quedado de verme con el agente a las 2 de la tarde en el nuevo apartamento.

Empecé a bajar mis cajas y cosas y afortunadamente no tomo más de una hora hacerlo. Mire por última vez mi viejo apartamento y cerré la puerta.

Nunca había sido buena con los cambios, pero me sorprendía darme cuenta que estaba tomando esto lo mejor posible. Quizás eso era lo que había estado necesitando todo este tiempo.

Antes de poner en marcha mi auto, le deje un mensaje de voz a mamá diciéndole que me iba de la ciudad, que si alguna vez quería hablar conmigo mi teléfono siempre iba a estar disponible para ella. No era una característica mía guardar rencor.

Maneje por cuatro horas y media bajo un calor intenso pero logre llegar justo a tiempo a la ciudad. Puse la dirección que me había mandado Mónica en el GPS y logre encontrarla fácilmente.

Era un lindo edificio blanco con 5 pisos. Estacione afuera porque no sabía si podía entrar como inquilino de una vez, era mejor evitar.

Me baje del auto con el celular en la mano a punto de preguntarle a Mónica como era su amigo cuando un chico, de unos 25 años salió del edificio, llevaba unos jeans, tenis y una camiseta vinotinto. Me miro y vino directamente hacia donde yo estaba.

- Hola, tú debes ser Verónica – me dijo estirando su mano.

- Si, hola.

- Mucho gusto, Juan Fernando.

- Muchas gracias por venir a trabajar en tu día libre.

- No hay nada que agradecer, sé que te mudas de ciudad y si es para ayudar a Mónica, aquí me tienes – le escuche un tono cariñoso en la voz pero no pensé mucho en eso.

Entramos al edificio. Tenía su portero, así que me lo presento para que supiera quien era él y viceversa. El edifico contaba con ascensor porque el último piso era un pent-house al que únicamente se podía acceder de esa manera. Mi parqueadero estaba ubicado en el sótano y mi apartamento en la tercera planta. Había 3 apartamentos más en el piso pero se veía todo tranquilo, sobre todo para ser domingo.

Cuando entramos, afortunadamente todo se veía exactamente igual que en las fotos que había enviado Mónica. La sala se encontraba al lado izquierdo, y en el lado derecho estaba la cocina con un mesón muy bonito en granito negro. Pasando la cocina encontrábamos un pasillo en donde encontrábamos la habitación principal con baño de buen tamaño y justo al frente el estudio. No tenía mucho más pero era perfecto para mí, por lo menos en este momento.

Me entrego las llaves y me dijo que podía entrar mi carro. Se ofreció a ayudarme a descargar mis cosas pero sabía que tenía planes por la forma en que checaba cada vez su celular, así que lo deje ir no sin antes darle las gracias.

Estuve un rato explorando y acostumbrándome a la casa. Después baje a entrar mi carro, no había decidido todavía si bajar todas mis cosas ese día, estaba cansada y no tenía ganas de utilizar mi fuerza bruta para bajar todo lo que tenía en el contenedor. Todavía no tenía cable así que mi televisor no iba a funcionar.

Decidir bajar solo algunas cosas, ya buscaría otro día para bajar lo demás. Baje mi ropa. Mis productos de aseo, y unas sábanas para arreglar mi cama. Me tomo dos viajes en ascensor para bajar solo eso. No quería pensar cómo iba a subir lo demás.

Arregle mi cama, algo de ropa en el armario hasta que el cansancio me gano y me tome una siesta. La cama era realmente cómoda, de esas que no te soltaban cuando te tenías que levantar pero estaba hambrienta.

Llame al portero para pedirle el número de algún restaurante que trajera el domicilio y me dio algunas opciones. Me decante por una hamburguesa, así que pedí una con papas a la francesa y una soda.

Llego media hora más tarde y aunque odiaba comer sin estar haciendo algo más, no tuve más remedio. Después de eso termine de colgar la ropa que había subido.

Tendría que ir a hacer la compra mañana después del trabajo porque no podía vivir de delivery toda la vida y llamar a la compañía de cable porque la tv era mi escape en los días pesados.

Por ultimo me puse mi pijama, cepille mis dientes y me metí en la cama pensando que al día siguiente empezaba verdaderamente mi nueva vida. 




YA VAMOS LLEGANDO A LO BUENO, PACIENCIA!

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