Los días alegres, traen recuerdos tristes.

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Fui despertada por un lamido de Rango en la cara, me desperté moviéndome agitada con un jodido frío que encalambraba mi cuerpo y me hacía temblar, me pregunté el por qué estaba acostada allí afuera y no estaba en mi habitación... Luego recordé que anoche estuve en una fiesta y me encontraba super mareada porque me puse a tomar chupitos con el idiota de Nickolas, a eso me quise ir y le pedí hospedaje y me trajo aquí, me las va a pagar, ¿cómo pudo ser tan estúpido en dejarme en el patio y cómo yo pude ser tan tonta en quedarme aquí afuera acostada, aunque no tenía opciones ya que, mi mamá no me podía ver en la casa, y... ¿y Rebecca? ¡Ay, Dios!. Me senté en la colchoneta que se digno a darme y agarré mi teléfono y procedí a escribirle a Rebecca.

"¿Dónde carajos estás?"

Solté el teléfono mientras Rango se recostaba a mi lado pidiendo que lo acariciara, su pelaje era tan suave, era simplemente bello. así que no tuve otra opción que acariciarlo.

-Tú eres más amable que el iluso de tu dueño, eres hermoso ternurita ¿verdad que sii?- le dije poniendo la voz más aguda de lo normal mientras observaba como Rango movía la cola, dicen que cuando los perros mueven la cola es porque están felices, así que, hago feliz a este perro. Me lamió la mano y mientras jugaba con Rango, vi un cuerpo acercándose hacía mí gritando:

-¿Dormiste bien con Rangoo?- era él, Nickolas, me levanté de un salto, me dirigí hacía él y le di una fuerte cachetada.

-¿Cómo fuiste capas de dejarme aquí?-dije frunciendo el entre cejo. Mientras él solo reía y reía.

-¡Eres un imbécil! ¿no pudiste prestarme tu sala, cuarto o algún lado de tu casa?-le dije.

-Te preste mi patio, ¡jajaja!-se carcajeo y luego hizo una pausa y dijo-Ya pues, ¿cómo amaneciste hermosura?-dijo sonriendo.

-¡Callate!, no me digas así, ¿cómo crees que amanecí?, con un dolor fuerte en la espalda-mentí, no me dolía nada, había dormido bien a pesar de todo, solo quería pelear.

-Ay disculpa, ven dame un abrazo-dijo abriendo los brazos hacía mí.

-No, no te mereces nada, ¿dónde está Rebecca?-pregunté "molesta"

-Escarleth se la llevo a su casa, dijo que pasaría por ti cuando despertará, ¡ven vale!-dijo acercándose a mí aun más.

-Noo, ¡deja el fastidio!- dije caminando hacía atrás para alejarme de él.

-¿Ah, no vas a venir? Iré por ti entonces-dijo corriendo hacía mi, tras eso yo corrí buscando salida en el gran patio, pero lastimosamente corrió más fuerte y me alcanzó, me tumbo contra el pasto verde y se recostó sobre mi poniendo todo su peso en mi cuerpo.

-¡Suelta imbécil! ¡DE-JA-ME!- grité pero él solo me decía.

-Dame un abrazo y te suelto- no quería darle un abrazo, bueno aunque admito que quería sentir su musculoso brazo, pero ¡NO!.

-¿Eres inmune al rechazo?- dije moviéndome de un lado a otro para zafarme de su cuerpo.

-Sólo cuando se trata de ti- Dijo y me agarró por debajo de mi cuerpo, apretando el suyo con el mío muy fuerte, diciendo repetitivamente.

-Di, te perdono Nickolas.

-¡Sueltamee! No, no diré nada, suéltame- dije tratando de parecer que estaba furiosa, pero empece a reír cuando se levanto nuevamente y empezó a hacerme cosquillas en la barriga.

-Eso no me gusta, ¡déjame! ¡Ya, por favor, para!-grite riendo sin parar.

-Ya encontré tu debilidad Lacer, sólo di Te-Perdono-Nickolas- dijo.

365 días para NO enamorarseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora