Operación Casillero

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Dicen que la primera impresión no es la que define lo que esa persona es en realidad, pero en este caso, creo que eso no aplica.
Frente a mi esta la directora mas gigante y malhumorada que jamás he visto, ¿recuerdan a tronchatoro? Bueno, es masomenos así, aunque esta directora no usa medias ni es campeona en lanzar grandes balas de fierro, esta es flaca y larguchona, como un cadáver a decir verdad, diablos, esto será raro, esta moviendo los labios, ¿Con quien habla?

—Señorita Parker, ¿Escuchó lo que dije?— mierda, me hablaba a mi— Le pregunté si escuchó lo que dije.

Maldita sea ahora que hago.

Solo asentí con un movimiento de cabeza.

—Bien, entonces ya sabe a donde tiene que ir— no puede ser, ¿a donde me dijo que fuera?  Me quedo inmóvil en mi lugar sin saber que hacer o a donde ir Rapido, vaya a su clase, el Profesor Toledo detesta que lleguen tarde— ¡sí! Por lo menos ya sabía a donde tenía que ir.

—Si, gracias.

—Señorita Parker— me di la vuelta en dirección a ella— Si no es mucho pedir, debería quitarse... Lo que sea que traiga puesto, las aulas cuentan con calefacción así que no encuentro necesario que haya asaltado el polo norte para cubrirse del frío— y sí, ahí esta la malvada directora.

Salí sin nada más que decir y me dirigí a lo que al parecer era mi casillero, no fue nada fácil encontrarlo ya que son grandes hileras de casilleros rojos y azules, hasta que encontré el mío, por fin, el 52, metí la llave para abrirlo pero, no pasó nada.

—MALDITA SEA, ABRETE COSA DE MIERDA.

Di una patada al casillero de abajo hasta que escuche unas risitas, genial, lo que me faltaba, enfrentarme a las burlas y peor llegar tarde a mi primera clase...

—¿Que pasa nueva?—dijo la rubia, ahora que lo pienso sería un
buen acto de rebeldía pintarme el cabello y llevarlo de castaño a Rubio o mejor aún AZUL, sí, primero mi madre me raparía y de ahí me enviaría a un internado en Suiza para chicas con problemas, pensé tanto en esto que olvidé a la chica que estaba en frente de mí—¿Qué pasa? ¿También te comió la lengua el ratón?

La verdad es que una vez casi me muerde uno, yo solo quería ser su amiga, pero ahí se demostró que ni los ratones quieren ser mis amigos, aunque esta bien, igual no quiero ser la copia barata de Cenicienta.

—Hem... Yo...— genial, ponte nerviosa frente a la rubia, muy bien Jess, muy bien, después de un rato logré encontrar mi voz— Tengo problemas con mi casillero.

—Oh, bueno, yo puedo ayudarte.

¡Sí! Esto no esta tan mal después de todo.

—Gracias.

—Jumm— se puso seria—¿Estas segura que este es tu casillero?

—Sí, es el 52, ¿no?

—Si, este es pero... No se puede abrir quizá sea porqu...

Una voz la interrumpió.

—Porqué es mío.

No puede ser.

Que no sea tan grande
Que no sea tan grande
Que no sea tan grande
Que no sea tan grande
Que no sea tan grande...

Cuando por fin me animé a dar la vuelta, ¿Que creen?
No, no era grande...

¡EL DESGRACIADO ERA ENORME!

Con unos ojos color miel, piel bronceada y cabello alborotado color negro, tenía a aquel mastodonte frente a mi.

—Ammm, ¿tu casillero?— pregunté, que idiota, si dijo que es suyo ¡PUES, CLARO QUE ES SUYO!

—Así es, ¿Acaso tratas de abrir mi casillero y revisar mis cosas?

Espera, ¿QUÉ?

—Vamos, calmate Diego, la castaña solo quería encontrar su casillero— ¡BENDITA SEAS RUBIA, TÚ Y TODA TU FAMILIA!

—Sí, yo solo quería encontrar mi casillero, lo siento— por fin salieron palabras de mi boca.

—Como sea, ¿Estás segura que te dijeron 52?—oh, claro, ahora se le ocurre ayudarme, pero ahora que lo pienso ni siquiera sé de donde saqué el 52.

—No lo sé, sólo vi esta hoja que me dieron— les mostré mi horario.

Se miraron un rato.

—Castaña, aquí dice 25.— maldita ciega, me maldigo.

—Oh, ¿Enserio?— claro que es enserio

—Si, vamos nueva, te llevaré a la fila de los 20—dijo la rubia— eres algo despistada ¿verdad?— me preguntó sonriendo, como no tenía idea, una vez quería llegar a la panadería y terminé en un barrio de mala muerte con gente ofreciendome trabajar como narcotraficante de cocaína en la India, así que sí, soy muy despistada, aunque claro, no se lo dije en ese momento.

—¿Se nota mucho?

—Jaja, algo.

—Que mal.

—Llegamos, casilleron 20-40

—Gracias...

—Lisa

—Gracias, Lisa— sonreí.

—Por nada...

—Jess.

—Ok, espero verte de nuevo Jess.

—También yo.

La vi alejarse por los pasillos, era una chica linda, rubia, ojos verdes y buenas caderas, debe de tener muchos pretendientes y ese tipo de cos...

¡RIIIIIIIIIIIIIIIN!

Maldita sea, el timbre, espera... Significa qué... NO LLEGUÉ A MI CLASE.

El lado bueno de ser raraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora