¿Robert? ¿Sueño? ¿Gryffindor?

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Decidimos volver caminando a casa, después de haber conseguido el sartén solo nos quedaba reemplazarlo y así mamá no se daría cuenta, Cris se la pasa mirando a cada chica que pasa al lado nuestro, es divertido ver la mirada "seductora" que les dirige, pobres chicas, deberán salie de su trauma.

—¿Quieres parar de hacer eso?— digo por fin, y parece que me escuchó porque rápido cambió su cara

—¿Parar de hacer qué?— buen intento, que no crea no me di cuenta

—De recitar poesía— digo con sarcasmo — ¿De que más idiota? Pues de mirar a las chicas como si fueras a comertelas — mi forma de decirlo hizo que se encogiera de hombros

—Así que lo notaste— exclamó nervioso

—No, qué va— hago una pausa y continuo— Jajaja si se nota a mil millones de kilómetros de distancia

—Haha muy graciosa hermanita—dice rodando los ojos

—Tenemos la misma edad, no me llames hermanita como si fuera la menor

—Bueno, soy mayor que tú aunque no lo creas

—¡Por dos minutos!—exclamo estresada, siempre tiene que decir que es el mayor

—Tres en realidad, pero pfff, ¿Quién tiene en cuenta eso? — hizo una pausa y luego volvió su mirada hacia mí — oh, espera, Yo lo hago —sonrió burlón, agh, a veces era demasiado detestable

Llegamos a casa y entramos, dejé el sartén en la barra de la cocina, ya era tarde, casi las 6:00 pm, habíamos tardado un menos si el señor "quiero comprar un helado" se hubiera apurado, pero igual no importa, mamá no llegará hasta tarde, así que tenemos un poco de tiempo para conversar antes de qué mamá llegue y me lo quite por horas, puede ser odioso, pero igual y es mi hermano.

Camino hacia él, está en la sala sentado en el sillón mirando fijamente la planta artificial que está en la mesa de centro.

—¿Está interesante, no? — pregunto burlona

—Pues, verás, cuando eres una persona observadora y curiosa te interesa toda clase de cosas que estan a tu alrededor, aunque sea naturaleza muerta, como esta planta— casi me río de lo que acaba de decir, Cris es muy observador, de eso no hay duda, siempre siente curiosidad por lo que lo rodea, no como a mi, que me da igual.

—Pues a mi me importa muy poco si algo esta vivo o no.

—Es porque tienes la sensibilidad de una piedra

—Oye, cuida tus palabras, qué un día de estos puedes dejar de pronunciarlas— pareció entender mi amenaza porque rápidamente alzó sus manos a manera de rendición

Nos miramos desafiantes un momento, pero después rompimos en risas y gestos raros, hasta que escuchamos que la puerta se abre

—Un día terminaré corriendo a todos de la empresa, lo juro— dijo mamá dejando su abrigo en el perchero

—Lo sé, son unos inútiles— en el momento en el que mamá escuchó su voz dirigió su mirada hacia Cris y se lanzó sobre él para abrazarlo

—¡Santa vírgen de la papaya! ¿Por qué no me avisaste que venías? — ¿Santa qué?

—¿Enserio dijiste eso? — preguntó mi hermano con una sonrisa burlona

—¿Qué? Es lo que dicen las personas con onda, ¿No?

—Hem, no, nadie dice eso mamá, así que... No, no lo digas. —esta vez fuí yo la que habló

El lado bueno de ser raraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora