✟ 026 ✟

12.7K 2K 693
                                    

A cada zancada que doy, la mezcla de sangre seca y agua hace un chapoteo bajo mis pies.

Empapado de agua y con la respiración entrecortada, corro calle abajo, camino a casa. La lluvia se cuela por las rendijas de mi mochila y yo no dejo de correr bajo el cielo estrellado, como si mi vida dependiera de ello.

Aunque la noche ha caído, las gotas de agua caen con aún más fuerza, calándome los huesos.

Meto las llaves en la cerradura al tercer intento. Las manos heridas me tiemblan y me arde la garganta. Cuando entro a casa, tiro la mochila negra y aguada al suelo, sin reparar a dónde cae, tiro las llaves a su vez y me apoyo en la puerta. Miro por la ventana, veo la luna en lo alto y trago saliva pesadamente. La boca me sabe a sangre, e irónicamente, tengo ganas de beber agua.

Agradecido de que mis padres no estén en casa esta noche, ignoro mi sed y subo las escaleras hacia mi habitación a toda prisa. Hay un asunto mucho más importante que tratar ahora. Llego y antes de entrar sostengo la respiración. Mantengo la mano temblorosa en el pomo, y la miro fijamente conforme gotas de agua resbalan por mis mechones rubios. Tras la puerta me espera algo que no quiero afrontar. Cierro los ojos.

Si quiere matarme, que así sea.

Abro abruptamente, entrando de una zancada a la habitación. Toda mi falsa coraza de seguridad se desvanece como la pólvora al ver a Jungkook. Está de pie. Está frente a mí con el rostro oscurecido y el cuerpo firme. Me mira fijamente, y algo en él me genera terror. Su presencia es tan intensa que tiemblo en el sitio.

Un extraño escalofrío me recorre la espalda. Me asusta tanto que me giro al momento, como si fuese un acto reflejo, intentando salir de aquí lo antes posible. Pero la puerta se cierra sola con un golpe seco tras de mí, y escucho cómo se pasa el pestillo. La golpeo con tan poca fuerza que resulta patético y después le miro, con el cuerpo temblando y la cara empalidecida.

—¿Q-Qué... Q-Qué has hecho?

—Limpio el terreno, cordero.

Jungkook se acerca a mí y yo doy un paso atrás, chocando contra la puerta. Como si mi cuerpo fuera capaz de atravesarla, me aprieto contra ella.

—N-No te acerques... ¡N-No me toques!

Él para en seco, y me mira. En sus ojos negros veo algo que jamás había notado.

—¿Al fin te das cuénta, Jimin? ¿Te das cuénta de lo que soy realmente?

—Tú... Tú l-los mataste... Tú los colgaste...

Toda la seguridad de mi voz se ha desvanecido. Me aferro al pomo de la puerta, y sueno como un cordero en la boca del lobo aguardando su muerte.

—Sí, pequeño. Lo hice.

—E-Eres... E-Estás enfermo...

—Tu también lo estás.

Se acerca a mí, pero no puedo moverme. Me acorrala, apoyando ambos brazos a cada lado de mi cabeza en un golpe seco y agresivo. Ahogo un grito, cerrando con fuerza los ojos y apartando el rostro a un lado.

—N-No te acerques... N-No te acerques, ya no quiero... —No puedo ni escucharme a mí mismo— M-Me aterras...

—Dime, que no te alegras de que estén muertos y me iré —Hace una pausa espesa y escucho su respiración, lenta... De cazador— ...Mírame y júralo, por los Dioses antiguos y los nuevos.

—P-Por favor...

—¡DÍMELO!

Esta vez sí que grito, haciéndome aún más pequeño bajo él. No puedo pensar; El corazón me late con tanta fuerza que retumba en mis oídos y creo que saldrá disparado por mi pecho. Alzo la vista con los ojos enrojecidos, encontrándome con la oscura mirada de Jeon sobre mí, y entonces me doy cuenta. Somos tan distintos como el día y la tormentosa noche.

Young God ↠KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora