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Mi sudadera empapada tarda poco en tocar el suelo.

Jungkook me la retira, y puedo palpar los nervios en la forma en la que sus manos me toman al principio. Frías y grandes, se posan dudosas sobre mi abdómen desnudo y húmedo.

La habitación está fría y tiemblo suavemente ante la sensación del aire contra mi piel, conforme él me alza a pulso durante unos segundos hasta llegar a la cama y tirarme a esta. Gatea experto hasta postrarse sobre mí, como la primera noche que pasamos juntos; con un brazo a cada lado de mi cabeza y esa sonrisa que me ha destrozado la vida.

Tenía miedo, es cierto, no he dejado de tenerlo desde que he visto esos cuerpos muertos en el instituto. Pero ahora hay algo aún más fuerte dentro de mí; el sentimiento de Jungkook. Porque por mucho que él haga, le deseo desde el primer momento y no puedo soportar la presión ni un sólo segundo más.

—...T-Te necesito... —Le digo en un susurro roto, y dirijo mis manos hacia la cremallera de sus vaqueros, bajándola con mis dedos heridos y doblando las rodillas— P-Por favor... Sólo...

Basta con un sólo toque suyo para que me olvide de todo, y sólo pueda pensar en él y en su calor. El demonio suelta un jadeo suave, y yo no puedo evitar responder con otro, tan satisfecho que podría morir. Podría morir a base de sus gemidos y expresiones. Jungkook se agacha todo lo que puede, conforme yo le desabrocho los pantalones ansiosamente y él se acomoda entre mis piernas ya abiertas. Suspira sobre mí, sonriendo con cansancio y cerrando los ojos cuando acaricio su miembro bajo la tela.

—Corderito...

Con los sentidos nublados, sonrío suavemente, y le tomo de la nuca para besarlo. Él muerde mi labio inferior, haciéndome temblar. Le bajo los vaqueros negros todo lo que puedo, dejando sus muslos fuertes descubiertos y le atraigo con ambas piernas, empujándole contra mí. La pelvis de Jungkook impacta contra la mía, y yo jadeo, retirando la cabeza hacia atrás sumisamente. El demonio ataca mi cuello renovando sus marcas que empezaban a sanar, y comienza un lento vaivén contra mis caderas que me hace perder el juicio.

El resto de la ropa tarda poco en desaparecer, cayendo a alguna esquina de mi habitación. El demonio me quita las deportivas hábilmente, y yo miro a otro lado cuando veo la sangre seca de mis calcetines altos. También me los retira, con una sonrisa burlona y cruel, hasta que ambos estamos desnudos.

A pesar de que estoy húmedo por la lluvia, encuentro el calor que necesito justo aquí. Acostumbrado a la soledad y la desgracia más absolutas, encuentro calidez en el cuerpo helado de Jeon.

Aprieto las sábanas entre los dedos, conforme él hace un húmedo recorrido desde mi entrada hasta la punta de mi hinchado miembro, para después metérselo entero en la boca. Arqueo la espalda y gimoteo bajo él, goteando, sintiendo cómo todo se oscurece, incapaz de mantener la más mínima pizca de control. Tras unos breves minutos que me saben a horas, mi cadera sufre un leve espasmo cuando él se separa.

Me mira desde arriba con los ojos inyectados en deseo y se relame los labios. Con los sentidos nublados por el placer, puedo sentir cómo acaricia mi trasero y luego me da una palmada firme.

Suelto un quejido ahogado ante el repentino ardor, y mi cuerpo da una suave sacudida hacia arriba, pero no me quejo, tampoco grito. Los ojos de Jeon se clavan en mí, analizándome conforme mis mejillas arden con fuerza y la piel limpia y clara de mi trasero se torna roja; se tiñe de él. Pasados unos segundos, el cosquilleo empieza a resultar agradable y gimo suavemente, cerrando los ojos. Mi cuerpo se relaja y se hunde en el colchón.

Soy suyo, soy completamente suyo.

—Mírate —Ronronea él, deslizando dos dedos por mi húmeda entrada, hablando en tono ronco, hundiéndome en la vergüenza— Mojado, hecho un desastre, y sólo para mí. No te des la vuelta, pequeño. Quiero que me mires a los ojos mientras te follo.

Young God ↠KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora