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Me despierto en mitad de la oscuridad y el frío.

Cuando me incorporo, puedo sentir una textura pesada bajo mi cuerpo. Algo espeso y caliente. Pestañeo en la oscuridad, intentando encontrar alguna clase de referencia para guiarme, pero es todo silencio. Tan inmenso que me hace daño en los oídos, como si estuviese hundido en el fondo del océano, a de millones y millones de metros de profundidad.

Me levanto, tambaleándome, y siento el líquido en mis pies desnudos.

¿Qué es todo esto? ¿Acaso estoy...?

¿Acaso estoy muerto?

Doy unos pasos al frente, y a cada zancada siento que se me clavan treinta alfileres. Abro la boca para gemir de dolor, pero no sale voz. En su lugar, cientos de pastillas de vivos colores burbujean en mi garganta hasta que rebosan y caen por mi boca. La sensación es tan violenta que caigo de rodillas y vomito en el suelo, sintiendo cómo las pastillas caen por mi garganta, con los oídos taponados en silencio sepulcral. Y caen...

Y caen de nuevo.

Antes de poder siquiera recuperarme, un fuerte foco de luz se ilumina muy a lo lejos, creando un estruendo que genera eco en el vacío en el que me encuentro. "Suena muy similar a las luces que encenden antes de una operación", me digo a mí mismo.

Así que decido levantarme e ir.

Ahora ya no me duele al caminar. En su lugar, puedo sentir cómo las palmas de los pies se quedan ligeramente pegadas al suelo. Pero por más que mire hacia abajo, no puedo ver qué estoy pisando. No importa, me digo, y avanzo sin demasiado miedo hacia el foco de luz.

Creo que camino durante unos largos minutos, pero nunca parezco acercarme realmente.

Entrecierro los ojos, centrando toda mi atención en el foco, que resulta cegador, y me percato de que hay una mancha negra bajo él. Más bien algo, más bien alguien.

Aprovecha ahora que puedes, mi pequeño.

Dejo de caminar como si me hubiesen clavado en el sitio. Me habla Jungkook.

Es Jungkook.

—¡K-Kookie!

La esperanza inunda mis pulmones y corro con toda mi fuerza hacia él, con los pies haciendo chapoteos. Siento que mis tobillos se mojan, también, pero aún no puedo distinguir de qué.

Llego hasta su cuerpo y lo aprieto contra mí, sonriendo ampliamente.

—Dime, Kookie, ¿Estamos muertos?

Sus brazos rodean mi pequeño cuerpo, y de pronto, de fondo, escucho los pitidos de un electrocardiógrafo. Frunzo el ceño ante el familiar sonido.

—Por desgracia, tú no. Aunque está claro que ganas no te faltan.

La voz se deforma hasta que ya no suena a él. Asustado, alzo la vista y veo algo que me hace chillar.

Es Sonn.

Es Sonn con la soga bien apretada y los ojos tensos.

—Pero vaya por Dios, si es nuestra pequeña rat-

Antes de que pueda terminar la frase, el cadáver de Sonn tose con fuerza, vomitando cera espesa y negra. Con un chillido de terror, tropiezo hacia atrás y mi cuerpo cae al suelo, hundiéndose en el líquido que me cubre hasta los hombros. El electrocardiógrafo pierde su frecuencia y suena plano, anunciando que el corazón de alguien se detiene.

Young God ↠KookMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora