Capítulo 09

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Dedicado a Clara_Ruiz_19 ♥️

Maju

*

Me ahogué con el sorbo de agua que estaba ingiriendo y, en realidad, no supe qué era peor: si ahogarme o responder a aquello.

—¡Por supuesto que no! —Fruncí el ceño. Contesté cuando pude respirar de nuevo—. Ni siquiera recuerdo bien esa parte, así que no creo que haya sucedido.

Mentira: algunas imágenes de los dos en la puerta de su casa volvían a mi mente, sobre todo él estando muy cerca de mi rostro. No obstante, no podía admitirlo así de fácil.

Él pareció encontrar la situación de lo más divertida.

—En fin, tus padres... —intenté cambiar de tema con la esperanza de que mi dignidad no siguiera hundiéndose. Santi se enserió de inmediato—, no los vimos esta mañana. Debe ser rarísimo tener entrada independiente a tu cuarto, aunque muy genial. ¿Tus padres son como los de Marina, viajan mucho?

Cuando frunció los labios y bajó la mirada a sus dedos que jugaban entre ellos, me di cuenta de que estaba tocando un tema sensible para él, sobre todo cuando procedió a mirar en varias direcciones como si tuviera ganas de irse. Me arrepentí de hacer una pregunta tan personal, después de todo no quería que se fuera. Vale, yo estaba planeando irme unos minutos atrás pero lo cierto era que había algo en él que me provocaba conocerlo un poquito más.

—No, rara vez dejan Buenos Aires —respondió con simpleza y demostrando que no quería ahondar demasiado en ello.

—Ah —fue todo lo que se me ocurrió contestar.

Me quedé como tonta pensando qué otro tema de conversación traer a la mesa pero no se me ocurrió nada. Podía preguntarle sobre las clases o las materias, sin embargo él ya había dejado un millón de veces cuánto odiaba el colegio. El tema de su familia había quedado descartado. A lo mejor podría preguntarle sobre su banda y...

—¿Qué significa tu tatuaje? —rompió el silencio, con sus ojos oscuros concentrados en mi muñeca. Me estremecí al recordar cómo la limpió en la mañana y cómo se sintió el tacto de su piel con la mía.

—La mayoría de las personas lo asocian con el ying y el yang, donde dos opuestos se complementan y se necesitan uno al otro a pesar de lo diferentes que son. Pero a mí me gusta darle otro significado.

—¿Cuál?

—Que no puedes apreciar la luz sin haber estado en la oscuridad. La luz y la oscuridad son necesarias en la vida; una puede enseñarte la belleza de otra y viceversa.

Asintió y perdió la mirada en el césped de las extensas instalaciones del colegio mientras nos sumergíamos en un nuevo silencio que no supe cómo llenar, sin embargo, dejó de sentirse incómodo. El sol resplandecía y, aunque estábamos bajo sombra, los jardines lucían sus frondosos y floreados arbustos dándole al momento un toque de serenidad; él se veía tranquilo, relajado, no malhumorado como siempre parecía estar. Todo en aquel momento me resultó tan agradable que no quise que se terminara la hora de Deporte. O quizá solo eran los analgésicos.

—No recuerdas nada de nuestra conversación de ayer, ¿cierto? —sacó de la nada, con la mirada perdida. Negué con la cabeza, indispuesta a tener que hablarle una vez más del supuesto beso pero lo que dijo luego me sorprendió—: Me confesaste que extrañas mucho tu casa, que no querías venir acá en primer lugar.

—Lamento haberme puesto tan sentimental.

—No pasa nada. —Sus ojos oscuros volvieron a mi rostro y sus labios esbozaron una mínima sonrisa—. Me gusta cuando las personas son sinceras. ¿Eras feliz allá? —preguntó, más curioso de lo esperado—. ¿Cómo es tu familia?

Contracorriente © [EN LIBRERÍAS] [Indie Gentes #1] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora