((☕))' O11

2.4K 326 78
                                    

커피 || Rosas


Resoplé, queriendo creer que en realidad todo esto se trataba de una gran broma pesada y que por nada del mundo, JungKook estaría a tan solo unas pistas de mí aun cuando era él la misma razón por la que había pedido un retiro de la cafetería. 

Es que realmente yo me cargaba la peores de las suertes en el mundo. 

Sin embargo, lo que menos deseaba en este mundo era verlo otra vez; y tampoco había llegado tan lejos para que JungKook apareciera nuevamente hoy y arruinara todos los planes que en mi cabeza se creaban. Por lo que, como si fuera una completa ciega de deseducada, me opté por ignorarlo, y caminar rápidamente hacia la otra esquina de la avenida. Tendría que tomar el camino largo para llegar a mi casa y era todo culpa suya. 

Pero era como si JungKook leyera mi mente misma y en cuestión de segundos dedujera lo que trataba de hacer, por lo que no tardó mucho en hacer exactamente lo mismo que yo, comenzando a caminar por mi detrás. Comencé a avanzar más rápido con la única intención de no ser alcanzada, pero a medida que mis pasos se agrandaban, los suyos lo hacían y por el doble. Y en menos de unos bastos minutos, el castaño ya se encontraba caminando a costado mío con esa misma socarrona sonrisa en su rostro. 

Me rendí finalmente, porque pensé que correr a sabiendas de que estaba a mi lado sería muy absurdo, y lo que menos trataba de hacer hoy era el ridículo. Así que lo dejé ser y me mantuve en completo silencio. 

—Hey. —dijo una vez que llegó a mi alcance, tocándome ligeramente el hombro con una sonrisa pintada en su rostro— ¿Qué haces aquí?

El tono burlón de su voz no me pasó por desapercibido aunque lo intentara y trataba de buscar en lo más profundo de mi ser alguna paz que me permitiera soportarlo cuando sabía que no me dejaría hasta llegar a casa. Es decir, en realidad la idea no me incomodaba en lo absoluto pero sí lo hacían sus molestias de las que era consciente que me había hecho pasar en la cafetería. 

Tenía tantas preguntas para decirle que se me hacían imposibles reclamarle una, porque de todos modos sabía que no me dirigía alguna; y aunque me frustraba, era su decisión al fin y al cabo y no podía hacer nada para refutarla. Para exigirle saber quién era esa chica y por qué justamente habían llegado al lugar donde menos deseaba verlos. 

Con la molestia picándome en el estómago simplemente le fingí una sonrisa, agarrando su mano para quitarla lentamente de mi hombro y después soltarla. 

—Yo debería decir lo mismo.—respondí, totalmente ajena a su risueña actitud. —Y además, no es de tu incumbencia.

Una melodiosa risa se hizo presente a través de mis oídos, y ganas de matarlo no me faltaron. Realmente trataba lo mejor que podía no iniciar una larga conversación a su lado, porque sabría que se me escaparía al menos una de las preguntas que querría hacerle. Y considerando el hecho de que tal vez para sus ojos yo no era más que una conocida más para él, ni siquiera trataba de imaginarme lo mal que se escucharía preguntarle temas personales como aquellos. 

Simplemente pude virar los ojos, sin molestarme en esconder que tenía la razón. 

Lo odiaba.

—¿Por qué estas molesta? —preguntó con una actitud totalmente inocente  y se me hiz imposible no poner los ojos en blanco. ¿Realmente estaba teniendo la intención de lucir ingenuo cuando él sabía mejor que nadie la razón de mi actitud? Aún podía recordar la charla que tenía con aquella chica o las risas que ambo compartían, y él era el principal testigo. Así que mostrarle razones eran totalmente absurdas. 

coffee - lizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora