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커피 || Un favor a cambio de compasión


La vergüenza me invadía, la sangre se cumuló tal relámpago hacia mis mejillas, y por primera vez, me arrepentí de haber sido tan estúpida por haberlo llevado, por no guardarlo o qué sé yo. 

Sus ojos me incomodaban y quería escapar como sea de su mirada, eran como mil estacas a mi cuerpo y mucho más cuando ese ceño fruncido lo acompañaba y a mí no se me ocurría ninguna excusa para decir. 

Pues, ¿Tenía algo para defenderme?

Nada. 

Era mi culpa y lo admitía. Aun así, no haber pensado en las consecuencias me ponían como una torpe, el hecho era ridículo de por sí y mucho peor cuando yo tenía la culpa y era consciente de ello. 

Por eso es que ni siquiera tenía la valentía suficiente como para siquiera hablar, me sentía decepcionada, avergonzada conmigo misma. Porque una vez más, había sido la misma despistada.

-- Y-yo... -- Intenté decir, a sabiendas de que no podía articular ni una sola palabra. Parecía que mi boca no existía, tenía tanto miedo en esos instantes que me daban unas enormes ganas de salir corriendo de ahí, pero no podía porque su agarre era tan fuerte que ni siquiera me permitía hacerlo.

Su toque quemaba contra mi piel y era frustrante, porque lo único que se me apetecía era desaparecer para nunca más volver, esconderme en una cueva y quedarme allí por la eternidad.

Él realmente me había dejado muy apenada. 

Internamente hasta había comenzado a arrepentirme de mis estúpidos actos sin antes medir las consecuencias. Pero ya era todo muy tarde, él se había dado cuenta de todo, y nuevamente, la culpa me parecía golpear el rostro sin descanso.

Para empezar, ¿Qué había tenido en la cabeza como para pensar que esto sería una buena idea?

- ¿Tú qué? - Me preguntó secamente, su tono de voz sonaba tan cortante y descortés que inevitablemente una mueca comenzó a esbozarse en mí, no me gustaba que me hablaran de esa manera, tan autoritaria. -- ¿Sabes que te pueden despedir por esto, no?

Me dirigió la mirada, y una fuerte culpabilidad se acentuó en mí; lo suficiente como para asentir demasiado avergonzada. 

Y es que solo en ese momento maldecí internamente por haberme llevado ese bendito brazalete, incluso cuando yo misma sabía que no lo había hecho con las más malas intenciones, no había nada qué decir para defenderme, mi cabeza estaba en blanco, tal como siempre pasaba cuando me ponía nerviosa. Y no se me ocurrió otra mejor idea que hacer demasiadas reverencias en sinónimo de perdón, estaba claro que le importaba una mierda mi perdón, y lo entendí cuando se paró ignorando mi presencia por completo y se fue directamente a la oficina del gerente.

No tuve ni la más mínima idea del cómo él sabía dónde quedaba la dichosa oficina pero, ya se encontraba a tan solo unos pasos de abrirla con una inexistente educación que fue ahí cuando tuve que intervenir, desesperada por que me quitaran el único trabajo que tanto me había esforzado en conseguir.

Agarré su hombro de inmediato mucho antes de que se zafara de mi agarre y lo obligué a voltearse. Otra vez ese mismo e irritante nerviosismo comenzaba a saludarme y tuve que ignorarlo antes de suplicarle, sí, suplicarle a que ni siquiera se atreva por nada del mundo en quejarse. 

Pues esa no era mi primera vez. Dos meses atrás, una señora me acusó de estropear su refresco y el señor Lee ni siquiera se molestó en pedir una explicación de mi parte, simplemente me descontó la mitad de mi sueldo, así sin más. Y era demasiado injusto, porque ni siquiera había arruinado nada, todo era culpa de su novio. Él me había dado miradas muy insinuantes y era de esperarse que su pareja se enoje, por eso había creado todo ese numerito, me había culpado de algo inexistente y mi jefe se lo creyó todo. 

coffee - lizkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora