Capítulo 1: Pérdida

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Me arrastré prácticamente para llegar a mi cama, necesito cerrar los ojos y dormir, llevo días con insomnio. Un insomnio que tiene nombre y apellido, Haley Miller.

Si mamá escuchaba el comentario anterior seguro pegaba el grito en el cielo. Mis padres adoran a Haley, por eso al recibir la noticia ellos abrieron sus brazos y la puerta de mi hogar. No me estoy quejando, nada de eso. También adoro a Haley, pero este no era el futuro que planeamos y por mucho que eso me moleste, yo la apoyo, es mi mejor amiga.

No sé en que momento al fin pude cerrar los ojos y tengo un sueño tan profundo que el sonido tras mi puerta me sobresalta al punto de hacerme rodar hasta el suelo. ¡Quién sea, se las va a ver con una Maddison muy enojada!

-Maddy- un grito desgarrador le sigue a mi nombre.

Mis niveles de enojo se transforman en preocupación. Abro mi puerta cuando por segunda vez mi nombre se escucha. Haley está tan blanca como un papel, abrazando su crecida barriga de embarazo, pero cuando me ve levanta su mano temblorosa a mi punto de visión, mierda. Sangre.

-Ayuda- me dice casi sin aliento.

-Resiste un poco, cariño- ella asiente.

-¡Brandon!- grito con toda mi fuerza, mi hermano mayor no tarda en llegar. Inmediatamente palidece y veo el miedo reflejar en sus ojos, el embarazo de Haley tiene 7 meses y los últimos los ha pasado en reposo.

Brandon toma a Haley en sus brazos. Escucho como le susurra tiernas palabras, si no estuviéramos en esta circunstancia seguramente estaría dejando polvo de hadas a su alrededor y haciendo llamadas para que llegue un violinista.

¡Alguien debe golpearme por pensar en eso justo ahora!

Mi hermano camina de forma apresurada hasta llegar al auto, corro hasta el asiento del piloto por lo que Brandon me da una mirada de agradecimiento, no quiere soltarla. Lo entiendo.

Enciendo el auto y manejo de la forma en la que todos recomiendan no hacerlo, pero ahí estoy yo con 18 años, pasando el susto más grande de mi vida.

Mi corazón late a mil por hora y cuando el hospital está en mi campo de visión puedo respirar de nuevo. Aún no termino de estacionar cuando empiezo a luchar con la puerta, maldiciendo. Los gritos de Haley me apresuran a correr hasta llegar a una joven enfermera que escucha con atención mis palabras para seguir mis instrucciones e ir hacia el vehículo, acompañada de dos hombres con una camilla. Instalan a Haley, indicando por un pequeño aparato la situación al mismo tiempo en que algunos paramédicos llegan para guiar la camilla.

Veo como se alejan mientras le toman la presión e inspeccionan su corazón, en ese instante caigo en cuenta que estoy en un hospital.

Con ayuda de mis manos logró acallar el sollozo que escapa de mis labios, Brandon suspira, sus ojos están húmedos.
Su fortaleza se derrumba y se aferra a mi cuerpo tan fuerte que por un momento dejo de respirar. Soy testigo de una lucha interna donde al parecer gana su sentido común, entrelaza sus dedos con los míos para encaminarnos hacia la sala de espera que vería la vida y la muerte, un contraste de palabras, los antónimos que nadie quiere ver juntos.

Al llegar a la sala de espera cercana al quirófano una enfermera de ojos cálidos pero cansados nos brinda una mirada de compasión.

-¿Eres el afortunado padre?- Dirige su mirada a Brandon, para mi sorpresa el asiente.

Mi boca se abre de par en par pero nadie me da tiempo a reaccionar pues Brandon está en la puerta del quirófano, listo para entrar. Las lágrimas recorren mis mejillas, ahora estoy sola.

Han pasado dos horas y voy a hacer un hueco en el piso, no dejó de moverme de un lado a otro. ¿Cuánto puede demorar una cesárea? Estoy clavando mis uñas en mis brazos hasta que alguien bruscamente me hace soltarlos y me sostiene en un fuerte abrazo.
-Cariño, no te hagas daño- es mamá. - Todo saldrá bien- Toma mi rostro con sus dos manos para besar mi frente y me guía a los brazos de papá a quien me aferro como mi nueva ancla.

Brandon sale del quirófano sostiene mis brazos con fuerza haciendo que escuche un potente llanto. ¡La bebé acaba de nacer! Salto de la emoción a los brazos de mi hermano y unas lágrimas de tranquilidad escapan de mis ojos.

-Está en una termocuna, es hermosa. Debes verla. - Asiento y me acerco al área UCIN junto a mis padres. Por aquel cristal logré prometerle en silencio que tendría la mejor tía del mundo.

Al momento de regresar veo a muchas personas entrando y saliendo de la habitación donde acababan de instalar a Haley. Mi hermano mirando todo en shock solo su lenta respiración delatándolo.

¡No! Niego frenéticamente, sabíamos que el embarazo sería riesgoso. Mis piernas se mueven sin mi permiso mientras mi hermano saliendo de su estado coloca sus brazos en mi cintura para detenerme, nada de lo que hago es de forma consiente porque clavo mis uñas en sus brazos y rasgo con fuerza sintiendo como su piel se lastima, logró que me suelte. Maldice. ¡Lo siento Brandon!

Empujo a todo el que se cruce en mi camino e incluso a algún doctor, están intentando sacarme hasta que mi amiga les ruega con voz apagada que me suelten. Todos a su alrededor tratan de poner en orden su presión arterial, pero ella parece tan cansada.

-¿La conociste? - me pregunta con una pequeña sonrisa.

-Es preciosa- suspira y una lágrima se mezcla con el sudor de su rostro.

-Solo en ti confío Maddy, vas a darle una vida maravillosa-

Acaricio su cabello al mismo tiempo que niego con mi cabeza.

- No hagas de esta una despedida, tenemos todo el futuro que creamos juntas. Prometiste que seríamos mejores amigas siempre- mi voz se quiebra.

-Así será- jadea buscando que entre aire a sus pulmones.

-No me dejes - todo mi cuerpo tiembla por el llanto.

Toma mi mano dándole un suave apretón. Las máquinas conectadas a ella se vuelven locas.

-Me tengo que ir, Maddy. Te quiero. Busca a los Evans. Tal vez...- su voz se apagó, me abrazo a su cuerpo sollozando, rogando y gritando en vano, se fue. Vagamente logré escuchar las palabras que me iban a perseguir por largo tiempo.

-Hora de muerte, 02: 30 am- 15 de marzo, completó mi subconsciente.

Ahí, abrazada a su cuerpo le prometí que todo el sufrimiento por el que pasó lo pagaría la familia de gran reconocimiento en Denver, Evans.

Dulce VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora