Capítulo 5: Bonitos Ojos

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Abrazo mi cuerpo tan fuerte pero me rehuso a creer que el temblor se deba al frío, camino como lo haría un zombie hasta conseguir un taxi, no puedo seguir caminando. Lo he estado haciendo por más de una hora y empiezo a sentirme muy cansada.

Mi memoria revive el momento una y otra vez. Me estremezco porque viene a mi otro recuerdo.

-Tiene los ojos más hermosos- Gritó mi amiga. Yo solo la vi frunciendo el ceño.

-Haley, nadie se enamora en una fiesta - rodé mis ojos. Siempre era lo mismo con ella, y después sufría mucho y yo me calaba sus corazones rotos.

Claro que aquella vez no solo le costó un corazón roto sino su vida. Trataba de no pensar en eso, intentaba decirme que el embarazo de Haley era riesgoso desde el primer momento, pero entonces llegan a mí los recuerdos de los moretones en su piel. La sangre que caía por su nariz rota. Las lágrimas de desesperación rogándome que no la deje morir. Ella quería criar a su bebé y la posibilidad se le fue arrebatada en el momento en que el primer golpe chocó contra su pequeño cuerpo. También me culpo a mi porque ese día le hice caso y no la acompañé confiando que el hombre que decía que la amaba le abriría los brazos y le diría que por su hija haría hasta lo imposible. Tal vez leía mucha fantasía. Recuerdo muy bien sus palabras.

-El no lo va a conseguir, haré que pague-

Muy bien dicho amiga querida, muy bien dicho. Yo me iba a encargar de que Axel Evans pague hasta con el último dólar de su fortuna, y que sienta al menos un poco del dolor de tener un corazón roto.

Con ese pensamiento me recuperé, por un segundo. Solo por un segundo, pude notar que esos bonitos ojos no eran fríos, no eran los de un criminal. Yo que había tratado con muchísimos lo sabía. Haley me lo dijo una infinidad de veces y su descripción concuerda, solo existe un Axel Evans en Denver. Y es aquel que busco por sí a la vida se le olvida del tan afamado y esperado, karma.

Veo a lo lejos una luz que parece que proviene de un taxi, ¡Al fin! Con todos mis pensamientos empezaba a volverme un poco loca.

Me subo en el taxi y le digo mi dirección, cierro los ojos para así pensar y me sorprendo cuando a mi mente vuelve su imagen, su sonrisa, la forma en que sus brazos me envolvían. Me repito la historia dejándome llevar nuevamente por esos sentimientos que he llevado por más de cinco años.

Dulce VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora