Cap. 4 (Yamato I./ Hikari Y.)

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Cap. 4 (Yamato I./Hikari Y.)

‘El amor se hace con el corazón, y se deshace con los sentidos.’

 

-¡Hay que jugar al escondite!- chisto Mimi, a la vez que comenzaba a tirar de los presentes para que el juego comenzara.

Por su parte, el rubio que observaba la escena apoyado en el tronco de un árbol, no hizo más que rodar los ojos, cruzándose de brazos, claramente indispuesto a participar de aquello. El solo quería un tranquilo día de campo, no jugar como si tuvieran cinco años. Por lo mismo no comprendía como sus amigos se dejaban llevar por el comportamiento de la castaña, que a él le resultaba irritante, al momento. Aunque había otro trasfondo para sus pensamientos amargos y sus desganos. Para Yamato, los días se estaban volviendo más complicados, no había vuelto a espiar a Mimi desde el día en que Sora decidió bailar la misma canción para él. Ahora si sentía como un pervertido, porque si la veía seguramente comenzaría  a comparar y nada bueno saldría de ahí. Sin mencionar que cada vez sentía menos apego hacia la chica pelirroja y eso no le agradaba en lo absoluto.  Algo andaba mal, su cabeza era un lio, no sabía que era lo que su corazón quería o sentía y su humor no era el ideal para estas cosas.

-¡Equipos! ¡Necesitamos equipos!- el de cabello granate, alzo su puño al aire, con esa idea suya. Si, definitivo: Davis era el más emocionado de todos los Digielegidos, y quien más le seguía el juego a Tachiwaka, pero poco después todos estaban dispuestos a participar en aquello. Matt rodo los ojos de nueva cuenta, pero esta vez soltó un bufido a la par y con las manos en sus bolsillos de alejo de todo esa escena, él no tenía ganas de entrar en su juego y no sería obligado tampoco. Por lo que opto por esconderse, solo que para descansar de su alboroto y niñerías.

Camino y camino por todo el bosque, pateando rocas que se atravesaban en su camino, sin fijarse demasiado por donde andaba, que en fin estaba seguro encontraría la salida en algún momento. El bosque a donde Mimi los había llevado, no se comparaba en lo absoluto con el Digimundo, y si no lograba perderse en aquel universo, menos lo haría entre simples árboles y maleza.

Unos minutos después, que significaron más metros de camino, se encontró con un claro por el cual ventilaba a la perfección el aire, el solo no entraba casi, las hojas provocaban un arrullo al moverse,  y era el lugar perfecto para recostarse un rato. Apoyo su espalda en el tronco de un árbol que en entre sus ramas paseaba flores blancas, estiro sus pies por el pasto y saco su armónica. Hace tiempo que no la usaba realmente. La guitarra había remplazado su lugar como instrumento. Coloco el instrumento cerca de sus labios, en su lugar, sujetándolo con ambas manos, y comenzó a tocar una melodía suave, sin sentido, solo disfrutando del momento.

Poco a poco el mismo se fue arrullando junto a la paz del lugar, por lo que termino por pasar parte de su espalda baja a que tocara el pasto, colocando el instrumento sobre su estómago, las manos por detrás de su cabeza, los ojos cerrados, y Morfeo no tardó en hacerle compañía.

De vuelta en la parte del bosque donde los demás pretendían jugar, Mimi y Davis aun discutían sobre el acomodo de los equipos. El ánimo de los demás fue disminuyendo, al ver que por más que pasaran los minutos no se decidían por quienes se esconderían, y quienes los buscarían. Izzy incluso había encendido su ordenador, Miyako observaba todo lo que el tecleaba, mientras Ken mirando al cielo le sostenía una mano entre las suyas, con una sonrisa en el rostro y ademan cariñoso. Sora se encontraba sentada cerca de Taichi, le comentaba algunas cosas sobre su último partido de tenis, mientras el castaño le respondía solo de vez en cuando, porque estaba más concentrado en la forma de vociferar de la princesadel grupo. Joe solo negaba con la cabeza, lamentándose el momento en que acepto ir a ese viaje poco organizado. Takeru abrazaba por la cintura a su novia, observando también la discusión, sin percatarse de que Hikari no estaba presente. No realmente. Su cuerpo estaba ahí, entre esos brazos claros y fuertes, pero su mente estaba viajando lejos, a un lugar donde posiblemente el mayor de los rubios podría encontrarse.

Entre la espada y el deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora