9. Mente sana como manzana.

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El peliazul tomó aire como pudo, soltaba jadeos pidiendo detener ese ardor a pesar de lo mucho que le agradaba. De forma inevitable sacó su lengua, su boca estaba desprendiendo mucha saliva.

—Ah, mierda —susurró para si mismo y cubrió su boca un tanto avergonzado.

—Stuart —llamó el azabache apenas para que se girara a verlo—, ¿a quien chingados se le ocurre echarle salsa Valentina de la negra a unas papas habanero.

—Pero... Sabe delicioso —hizo otra pausa para tomar aire por la boca—, Noodle pásame la Coca que ya me picó.

—Y yo soy el masoquista.

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