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El manto de la noche estaba ya por cubrir los pocos rincones de la ciudad de Moscú en los cuales algunas finas solanas de sol aún brillaban. Era el año 1999, específicamente el mes de agosto. Una adolescente de ojos azules, que vestía un uniforme de tenis y cargaba una raqueta de las que se usan en ese deporte, se acababa de bajar del auto de su padre. Se encaminó a toda prisa hacia la puerta delantera, abrió y entró a la casa. Su padre, quien aún no se bajaba del auto dijo:
- Esta Yulia siempre con sus apuros.

Ya en el interior de la casa la jovencita comenzó a correr hacia su habitación con la velocidad de una bala. Subió las escaleras y en el pasillo se encontró a su madre.
- Hola Ma'- saludó la niña y sin detenerse siguió corriendo.

En tanto Yulia entró a su habitación se sentó sobre su cama. No sé por qué... necesito sentirla cerca, pensaba ella mientras se quitaba los zapatos. Se puso de pié y comenzó a bajarse el "zipper" de la mini falda deportiva que vestía. Se la quitó por completo y la dejó ahí tirada mientras seguía caminando hasta el cuarto de baño al mismo tiempo en que se desabotonaba la blusa blanca que llevaba puesta. La necesito conmigo. Su voz... su presencia. Todo por culpa del idiota del manejador del grupo, pensaba la joven. De no haber sido por él, ella estaría cerca de mí aún.

Yulia, quien había cumplido 14 años en febrero de ese mismo año, se quitó la blusa y la dejó tirada en la entrada del cuarto de baño. Se quitó la ropa interior y entró a la ducha. Ahí, mientras se bañaba cerró los ojos. Comenzaron a inundarle la cabeza algunos recuerdos. Uno de los recuerdos que la invadió fue del mismo día en que la expulsaron definitivamente de Neposedi. Volvió a verse sentada tras el escritorio de su antiguo manejador. Se sentía tan pequeña...

Su expulsión había ocurrido a finales del año 1998, cuando:
Yegor Aleksei caminaba muy molesto por uno de los pasillos de la disquera para la cual trabajaba. Se dirigía hacia su oficina. A su izquierda llevaba a Yulia, halada por una oreja. A su derecha llevaba casi a rastras a Lena, a quien tomaba por un brazo.
- ¡Suéltame, suéltame!- gritaba Yulia- ¡Suéltame, Idiota! ¡Y ya deja de apretar a Lena! ¡Caraj... Auuuuch!- gritó al sentir que el manejador apretaba más su oreja.
Lena miró por un momento hacia atrás y observó muchos rostros que mostraban desapruebo.
Yegor llegó al exterior de su oficina, abrió la puerta, entró y soltó al fin a las niñas.
- Siéntense- ordenó él, quien se sentó en su silla tras el escritorio.

Yulia comenzó a protestar pero Lena la calmó y al final ambas se sentaron.
- Siempre supe que había algo mal contigo, Volkova. ¡Y mira ahora resulta que eres una acosadora sexual! - le gritaba Yegor enfadado- ¿Cómo demonios se te ocurre querer abusar de Elena? ¡Siempre imaginé que te convertirías en una especie de escoria social, pero no pensé que fuera tan pronto! ¡Ni de esta manera! ¡Eres una enferma, Volkova!
La niña de ojos azules no pudo soportar las palabras Yegor, el manejador del grupo, comenzó a insultarlo. Se armó un escándalo en aquella oficina semejante a las guerras apocalípticas del Armagedón. Yegor llamó a los padres de ambas niñas. Mientras esperaban a la llegada de estos tanto Lena como Yulia tuvieron que vivir un infierno de casi una hora.

La primera en llegar fue la madre de Lena, quien al entrar a la oficina del manejador vió a su hija sentada y con una expresión que mostraba una gran lucha interna por no llorar. La pelirroja de ojos verde grisáceos se levantó de la silla en cuanto su madre entró a la oficina, y se apresuró a pararse a su lado.
- ¡Por Dios! ¿Qué es lo que pasa aquí?- preguntó Inessa, la madre.
Yegor se levantó y señaló a Yulia mientras comenzó a decir:
- Esa niña... ¡Volkova estaba...
La puerta de la oficina se volvió a abrir para dar paso al alterado padre de Yulia, Oleg, quien lo primero que hizo fue preguntar:
- ¿Le pasó algo a mi hija?
Pero al verla allí sentada, sana y salva, volvió a preguntar:
- ¿Por qué esas caras que pasa aquí?

Yegor volvió a señalar a Yulia, quien aún estaba sentada, aunque con la mirada de quien acaba de ser testigo de un encuentro del primer tipo. Su corazón estaba tan acelerado que comenzaba a sudar.
- Esa niña... ¡Volkova!- dijo de nuevo Yegor- ¡Es una enferma sexual! Acabamos de encontrarla en la sala de descanso. ¡Estaba sobre Elena y le tocaba un seno! Intentaba aprovecharse de ella.
- ¿Qué demonios es lo que está diciendo?- preguntó Oleg alterado- ¿Cómo rayos se atreve a decir algo así de mi hija?
En tanto al mismo tiempo en que Oleg hablaba la madre de Lena decía:
- ¿Pero qué es lo que dice usted, Yegor?
- ¡Mami, eso no es cierto!- comenzó a decir Lena- Lo que pasó en realidad fue que Yulia se tropezó, yo estaba frente a ella y era obvio que cayera sobre mí.
- Eso fue lo que pasó, Papa- afirmó Yulia.
- ¡Tú estabas tocando el seno de Elena!- le dijo Yegor a Yulia.

Entonces el padre de la chica de ojos azules la miró. Sus ojos eran una mezcla de sorpresa, enojo e incredulidad. Yulia permaneció mirando a su padre y le dijo:
- ¡Papa, me caí sobre ella! Cuando la gente se está cayendo intenta agarrarse de algo... ¡Pa', por favor! Lena es mi amiga, ¿cómo crees que iba yo a abusar sexualmente de ella? Además, ¿por qué crees que este idiota me acusa sólo que a mí? ¡Porque no me pasa! Ya le había comentado esto muchas veces a mama...
Pasaron mucho tiempo encerrados en aquella oficina; la discusión era ardua. Al final tanto el padre de Yulia como la madre de Lena terminaron creyéndoles a sus hijas ya que se dieron cuenta de que el manejador sentía alguna especie de dura opocisión contra Yulia, lo que lo hacía insultar a la rubia pero no a Lena.

Desde aquel mismo día tambien Yulia fue expulsada del grupo infantil Neposedi. En cuanto a Lena, ella permaneció en el grupo por algún tiempo más; aunque a principios del año 1999 decidió dejar de formar parte del mismo. Desde que Yulia fue expulsada sólo se reunió con Lena en unas cuantas ocasiones, pero según pasaban los días se veían menos. Hasta que llegó el punto en que sólo se comunicaban vía telefónica.

De vuelta en el año 1999, en la habitación de Yulia; ella terminó de bañarse. Salió de la ducha y se envolvió en una toalla. Caminó hasta su cama, donde se sentó. Bueno... quizá si llegara a tener a Lena frente a mí de nuevo existiría la pequeña posibilidad de que mi mirada se desviara hasta sus senos... o su boca... o sus labios, o... ¿En qué rayos estoy pensando? ¡Debo haber enloquecido! Tomó el teléfono que estaba en la mesita de noche, justo junto a su cama. Entonces marcó un número que se sabía muy bien de memoria. Espero a que sonara una... dos... tres... y cuando sonó por sexta vez alguien contestó.
- ¿Diga?- se escucho la voz de una mujer al otro lado de la línea.
- Señora, ¿está Lena?- preguntó Yulia.
- Ah, Yulia, eres tú. Lena no ha llegado todavía. ¿Quieres que le deje algún mensaje de tu parte?
- Sí, Señora- contestó la joven de ojos azules- Es que mañana van a haber audiciones de canto... Quizá Lena ya lo sepa pero de todas formas aquí le digo la dirección.
- Permíteme buscar papel y lápiz, querida.

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TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora