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En el cielo no se había asomado ni una sola nube. Ese domingo había amanecido soleado y hasta ahora se había mantenido así. Lena acababa de entrar a su casa. Llegaba de haberse encontrado con su productor musical. Habían tenido una extensa y seria conversación, en la cual Iván le había dado un ultimátum a ambas, más que todo por Yulia. El productor le había dicho a Lena que si la conducta de la noche anterior, de Yulia, volvía a repetirse él iría directamente con los padres de Yulia.

La pelirroja atravesó la sala de la casa para llegar a las escaleras. Su madre se encontraba bajando las mismas.
- Ahhh... Mami, Yulia está en mi habitación - le informó ella - Llegó hace poco... Cuando ustedes salieron.
- No tenía idea - comentó su madre - ¿Pero qué la dejas sola y te vas por ahí? Es tu invitada, Lena. No seas descortés.
- La estoy ayudando en una asignatura y la dejé estudiando mientras iba a comprar unos... materiales que nos hacían falta para... un trabajo de esa asignatura - mintió Lena, de la mejor manera que pudo.
- ¿Y los materiales? No veo que tienes nada.
- No había lo que buscaba, pero nos la arreglaremos así - contestó la pelirroja al mismo tiempo en que continuaba subiendo las escaleras para llegar a su habitación.

***


Los rayos de luz solar que entraban a través de la ventana de la habitación alumbraban molestamente el rostro de Yulia. La pelinegra dormía plácidamente en la cama de su amiga, pero los rayos de sol comenzaron a alumbrarle incómodamente en los ojos. Esto causó que Yulia despertara y fuera abriendo los mismos lentamente. Se estiró y luego se llevó las manos hacia la dolorida cabeza, la cual sentía que le iba a estallar. ¡Ohh, mi cabeza! ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy?, se preguntó la joven.

La pelinegra se cambió de posición; se sentó. Comenzó a mirar a todas direcciones y se dio cuenta de dónde estaba. La habitación de Lena, pensó ella. ¿Pero qué es lo que estoy haciendo aquí? Miró a un lado y vio el reloj. La 1:00 pm. Luego su mirada se enfocó hacia adelante, en el asiento que había frente a la coqueta de la habitación. En ese asiento había un oso negro de peluche. El peluche que Vera le regaló, pensó Yulia al mismo tiempo en que sentía que se le revolvía el estómago al recordar la imagen de Lena, riendo junto a Vera.

Yulia se levantó de la cama. Fue cuando notó que no tenía pantalones puestos, sólo su panty y un suéter holgado, que había sido el que le prestó Vitya. Ella caminó hasta donde estaba la coqueta y permaneció observando al peluche negro. Se acercó hasta el oso y le tocó el moño rojo que tenía sobre la cabeza. Notó la pequeña tarjeta que tenía, pero no la leyó. Yulia enfocó sus ojos en la sonrisa del peluche. Parecía estar burlándose de su desdicha. El oso sonreía y sonreía y no paraba de hacerlo. Yulia dejó que una solitaria lágrima, que decidió asomarse en ese momento, le recorriera la mejilla. Miró hacia el espejo y vio a una chica triste, semblante pálido, con ojeras, de aspecto abatido. Era como si no fuera ella; como si sólo fuese su sombra. Esto va a durar hasta hoy, pensó Yulia. Volveré a ser yo. Se limpió aquella lágrima.

Mientras aún se miraba en el espejo, a través del mismo vio cómo la puerta de la habitación se iba abriendo con lentitud. La que entró fue Lena, quien permaneció parada en la entrada. La pelirroja observaba a Yulia, quien estaba de espaldas hacia ella. La pelinegra hacia lo mismo; observar a Lena, pero por el espejo. Luego Yulia dio media vuelta y quedó de frente hacia donde estaba su amiga.

Ambas permanecieron inmóviles por unos cuantos segundos; ambas con expresiones asustadizas.
- ¿Estás bien? - preguntó Lena - ¿Recuerdas lo que pasó anoche?
Yulia asintió sin pronunciar palabra.
- Lena... Yo... - comenzó a decir Yulia.
- Mejor ve a darte un baño y... luego hablamos... de todo - le interrumpió Lena - ¿Sí?

Yulia permaneció con una expresión dudosa y luego se pasó una mano por la nuca, como si estuviera pensando. Entonces dijo:
- Es que... no traje...
- Te preparé algo de mi ropa que creo te puede servir - le dijo Lena - Anda a bañarte que yo te la paso.
La pelinegra caminó hasta el baño y antes de cerrar la puerta preguntó:
- ¿Cómo es que vine a parar a tu cama? Es lo único que no recuerdo.
- Iván - fue lo que respondió Lena; eso fue suficiente explicación.

Yulia miró por última vez a Lena, antes de entrar al cuarto de baño. Pensé que iba a abrazarme... pero no. Ni se movió de la puerta; no quiso acercarse a mí, pensó la pelinegra. Mientras que Lena pensó: Ni me saludó...

***

TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora