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Las semanas pasaban, ya casi llegaba noviembre; el mes pasado Lena había cumplido 15 años. Lena y Yulia continuaban saliendo juntas como amigas, y cuando no tenían nada que hacer en relación al trabajo la excusa perfecta para verse ese día era la paloma que habían encontrado. Aunque Lena disfrutaba la compañía de Yulia, y más que disfrutarla le hacía falta, a veces se sentía dolida ya que Yulia jamás había vuelto a mencionar lo del beso. En cuanto a Yulia, aunque intentaba seguir culpando a sus revueltas hormonas adolescentes de lo que sentía por Lena, no podía dejar de pensar cada noche en aquel beso. Por esa razón evitaba estar a solas con su amiga en lugares "peligrosos" como la cama.

La mañana de un jueves en que no tuvo clases ni tenía que ir a la disquera a ensayar con Lena, Yulia había decidido ir a practicar el tenis. Se encontraba jugando contra una amiga que había conocido en las canchas y a la que sólo veía cuando iba a practicar; o sea, eran amigas más que nada por el deporte.
- ¡Tiro suave, Yulia! ¿Ya se te cansó el brazo?- gritó la oponente de Yulia; quien era una joven de unos quince o dieciséis años, cabello rubio y largo atado en cola de caballo, era más alta que Yulia y aunque delgada no más que la pelinegra.

Estuvieron jugando durante algún tiempo, luego al terminar cada una recogió sus cosas para partir.
- ¿Hiciste lo que te dije para conseguir el número telefónico de esa chica que te trae loca?- le preguntó Yulia a su amiga, mientras ambas caminaban hacia los vestidores.
- Seguí tu consejo al pie de la letra, Yulia- dijo la otra- Le conté ese cuento extraño que te inventaste a una amiga que ella y yo tenemos en común. Esta amiga me dió el teléfono de la chica que me trae loca. Deberías ver de quién te hablo, Yulia. ¡Es tan hermosa! Bueno... no sé para que te digo, a ti no te gustan las chicas. ¡Ja, ja, ja!
- ¿Cuándo vas a llamarla?- le preguntó Yulia- Si acepta salir contigo llévala al "Sol Nocturno", ahí la música es excelente. ¡Y si a ella le gusta bailar la van a pasar muy bien!
- Te tomaré el consejo, amiga- dijo la joven- Espero llamarla hoy.
Luego se cambiaron y se despidieron.


***


El jueves en la noche Lena se encontraba en la sala de su casa con su padre y uno de sus hermanos mayores. Ella, quien vestía un pijama blanco con florecitas azules, estaba sentada, estilo indio, en el sofá; su padre estaba sentado junto a ella; su hermano estaba sentado en el piso, con un brazo recostado cerca de Lena. Frente a ellos había una pequeña mesa con un rompecabezas medio armado y unas cuantas piezas del mismo regadas.

- Esto es parte del brazo- comentó el hermano de Lena, al coger una pequeña pieza del rompecabezas.
- Déjame ver- Lena le arrebató la pieza- No es del brazo es del cuello.
- No, no- corrigió Sergey, el padre- Esta es parte de la nariz.
- Viejo... ya la nariz está completa- dijo el hermano de Lena, quien no dejó de recibir un golpe, en forma de broma, por parte de su padre por haberle dicho viejo.

En ese momento el teléfono sonó. El hermano de Lena se paró y contestó.
- Es para ti, Lena- anunció él y le dio el teléfono.
Ella se fue con el mismo a la cocina, para contestar sin que la escuchasen su padre y su hermano.
- ¿Yulia?- preguntó Lena, esperanzada en escuchar aquella dulce voz de la que cada día se hacía más adicta.
- No, no es Yulia- dijo la voz femenina que se escuchó a través de la línea telefónica- Soy Vera.
- ¿Vera?- preguntó Lena- No conozco a ninguna Vera. ¿No te habrás equivocado de número?
- Ah... no. Escucha, tú no me conoces... O más bien no nos hemos hablado antes, pero sí nos hemos visto por la escuela. Yo estoy curso un año más adelantado que tú. Eh... Soy amiga de tu amiga Inna. Le inventé un cuento para obtener tu número telefónico.
- Sí, sí... ya sé quién eres. Te he visto unas cuantas veces cerca de Inna. Y... ¿para que me estás llamando?

Vera permaneció callada durante unos segundos. Por un momento Lena dudó que estuviera aún ahí, pero no había escuchado que la chica hubiera colgado el teléfono.
- ¿Hola?
- Aquí estoy, aquí estoy- contestó Vera- Llamé porque... bueno... Me resultas una persona muy interesante y me estaba preguntando si... Ehh, si habría alguna posibilidad de que pudiera conocerte un poco mejor. Si no te molesta, claro está.

¿Para qué quiere conocerme esta chica?, se preguntaba Lena. ¿Le gustarán las chicas? ¡Qué rayos! Claro que debe ser eso, si no ¿qué otra cosa podría ser eso de que quiere conocerme mejor?

- No, claro que no me molestaría- contestó Lena- Pero... ¿Puedo hacerte una pegunta un tanto personal?
- Ya imagino lo que vas a preguntar... Sí, me gustan las chicas.
- ¿Lo sabe Inna?
- No, ella no tiene ni idea de para qué te llamé- contestó Vera- Ya sabes como es de despistada... Ni se lo imagina. Oye... y... ¿a ti también te atraen las chicas?
- ¿Que tal si te dijera que no?- preguntó Lena.
- Entonces espero que no me metas en un lío con la gente de la escuela. Ni con nadie.
- ¿Y aún habiendo la posibilidad de que a mi no me gustaran las chicas y de que por encima de eso fuera una boquifloja chismosa que podría meterte en problemas al decirle a los demás que te gustan las mujeres... llamaste?
- Pues... Sí- contestó Vera- Este mundo es del que se arriesga.

Si tan sólo Yulia tuviera la mitad de la determinación que tiene esta chica..., pensó Lena. Esta chica no me conoce y se ha arriesgado a que yo le diga a todos que es lesbiana. Yulia en cambio... no se atreve a decir lo que siente.

- Escucha, Lena- comenzó a decir Vera- Me gustaría saber si estás libre mañana en la noche... Es viernes y pensé que podríamos salir a conversar un rato.
La pecosa permaneció pensándolo por un momento: Mañana no tengo nada que hacer... Y probablemente Yulia esté divirtiéndose con su novio, mientras yo me quedo en casa lamentándome por no ser yo la que esté con ella. Así que... será mejor que salga a despejar la mente un poco. Además... esta Vera está muy guapa.
- Suena bien- contestó Lena, en voz alta- También a mí me gustaría conocerte un poco más.

Lena escuchó la alegre risa de Vera al otro lado de la línea telefónica.
- Entonces... ¿Me das tu dirección para pasar por ti?- preguntó Vera.
- ¿Pasar por mí o hacer que alguien te traiga?- preguntó Lena en forma de broma.
- ¡Hey, tengo dieciséis años, ya saqué licencia de conducir, y unos padres muy liberales que van a prestar el auto para que lleve a pasear a cierta pecosa bonita.
- ¡Ja, ja, ja! Esta bien. ¿Tienes con qué apuntar?
Lena le indicó la dirección y se pusieron de acuerdo en la hora para salir. Luego se despidieron.

La pelirroja iba caminando de vuelta a la sala, cuando el teléfono que llevaba en las manos volvió a sonar. Se dirigió de nuevo a la cocina, para hablar a solas.
- ¿Hola?
- ¿Lena?- se escuchó la voz de Yulia.
- ¡Yulia!- exclamó Lena al escuchar esa voz que tantas veces le hacía perder los sentidos.
- Lena, llamo para invitarte a salir mañana. ¿Qué dices, eh?- dijo Yulia- ¡Podemos ir al centro a algún lugar donde haya buena música!- decía Yulia en un tono muy animado- ¿Me dices a que hora paso por ti?
- Ehhh... Yulia. No me dejaste contestar.
- Claro que sí, bobita. ¿No ves que estoy esperando a que contestes?- dijo Yulia, con una risa alegre- ¿A que hora paso por ti?- repitió la pregunta.
- Me refiero a que no me dejaste contestar si saldré o no contigo- aclaró Lena.

Las últimas palabras de Lena confundieron un poco a la pelinegra, quien preguntó:
- ¿Y por qué no querrías salir conmigo? Hemos salido muchas veces... ¿Por qué mañana no?
- Es que ya alguien me invitó a salir.
La contestación de Lena le cayó como un balde de agua fría a Yulia, quien al perder el tono alegre con el que había estado hablando antes, preguntó:
- ¿Es una cita? ¿Quién te invitó a salir?
- Alguien de la escuela- fue la contestación de Lena.

El silencio reinó por parte de ambas. Hasta que Lena dijo:
- Entonces... ¿Cómo está Áhvgoost?- preguntó Lena, al no saber momentáneamente de que conversar.
- Justo igual que ayer, cuando la viste- contestó Yulia- Ya tengo que colgar. Hasta pronto.
- Que duermas...
Sin dejar que Lena terminara la frase, Yulia colgó el teléfono.
- ...bien- terminó la frase Lena, cuando ya la línea estaba muerta.
¿Ahora que le picó a Yulia?, se preguntaba Lena mientras permanecía mirando muy extrañada al aparato telefónico.


***

La noche de un jueves Yulia se encontraba sentada sobre su cama, a su lado estaba Áhvgoost , la paloma. La chica de ojos azules sólo estaba vistiendo su ropa interior, ya que acababa de salir de la ducha. Estaba hablando por teléfono.
-... hasta pronto- fue lo último que dijo y luego colgó.

La pelinegra tomó una sábana y se la puso por encima, en forma de túnica, para cubrirse y no perder tiempo en tener que vestirse. Luego tomó a la paloma y bajó hacia la sala, donde estaba su padre. Con cara de muy pocos amigos... o mejor dicho, con cara de que quería estrangular a alguien, Yulia se acercó a su padre y le preguntó:
- ¿Me llevas a casa de Lena?
- ¡¿Qué?!
- Que si me llevas a casa de Lena- repitió Yulia- Acaba de preguntarme si le puedo llevar a Áhvgoost a su casa.
- ¡Ya entendí eso, Yulia! Me refiero a que no puedo llevarte allá a esta hora. No creo que a sus padres les agrade una visita que va a llevar una paloma a las diez de la noche- dijo Oleg, su padre.
- ¡No es una paloma cualquiera! Es Áhvgoost.
- ¡No me importa si es agosto, enero, febrero o lo que sea! Estas no son horas de visita, jovencita. ¡Es hora de que te acuestes a dormir y me dejes terminar de corregir estos exámenes!

Entonces Yulia se volteó para volver a su habitación con más enojo del que había bajado.
- ¡Sabía que no ibas a llevarme!- se quejó la jovencita, mientras iba subiendo las escaleras, para su padre la escuchara.
- ¡Y deja de caminar así por la casa, ponte algo de dormir!- le gritó Oleg.
Oleg permaneció mirando a su hija hasta que hubo subido la escalera y la perdió de vista.
¿Y ahora? ¿Qué fue lo que picó a esta niña que parecía tan molesta?, se preguntó Oleg.

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TORMENTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora