Yulia sacó de la nevera una jarra de jugo de tomate. Se sirvió y luego se sentó a la mesa, donde la esperaban unas "nutritivas" galletas de chocolate que había escogido como desayuno. Comenzó a recordar lo ocurrido la noche anterior en el baño de aquella discoteca. Hoy es el día, Lena. Lo estuve pensando durante toda la noche... No puedo vivir sin ti, pensaba Yulia. Unas altas voces que provenían de la calle la hicieron desconcentrar. Se levantó y salió a asomarse por la puerta. No se ve nada, pensó y volvió a terminar su desayuno. ¿Dónde estarán Mama y Papa? Apenas son las nueve... y los sábados a esta hora siempre están aquí.
En ese mismo instante entraron a la cocina, por la puerta trasera, sus padres.
- Para que veas... quien menos uno se imagina... - comentó Oleg a su esposa, al entrar - Hija, ya te levantaste - comentó al ver a Yulia sentada a la mesa. Luego le dio un beso en la cabeza, al pasar junto a ella y siguió hacia la nevera.
Larissa se acercó a ella y le plantó otro beso, al mismo tiempo en que le quitaba las galletas que Yulia se estaba desayunando.
- ¡ Cuantas veces te he dicho que esto no es ningún desayuno, hija! - exclamó la madre de Yulia - Deja esta comida chatarra que voy a prepararte algo.
- ¡ Ay, Ma', que exagerada eres! - se quejó Yulia - El jugo de tomate las complementa.
- No exagero, Yulia. Llevo diciéndote lo mismo desde que aprendiste a treparte en una silla para buscar en la alacena.
- Mama, ¿por qué era el alboroto ese que escuché hace un momento? - preguntó Yulia, para cambiar de tema.
- Era por la hija de los vecinos, Shura - contestó Oleg, sentándose a la mesa.
- Sus padres se acaban de enterar de que es lesbiana - comentó Larissa - ¡ Qué desgracia! Los compadezco.
¿Desgracia? Ni que se hubiera muerto, pensó Yulia.
- De tan buena familia que proviene - continuaba diciendo Larissa - Unos abuelos tan trabajadores... Sus padres tan dedicados; ella misma es una joven tan inteligente... siempre envuelta en actividades comunitarias, ayudando a los niños...
- ¡ Pero su condición sexual no cambia nada! - la interrumpió Yulia - Aún continúa proviniendo de la misma buena familia que antes. Sus abuelos no serán menos trabajadores ni sus padres menos dedicados, sólo por el hecho de que a Shura le gustan las mujeres. ¡ Y ella continúa siendo la misma chica inteligente y bondadosa que era ayer... porque ayer también le gustaban las mujeres... sólo que nadie se había enterado.
Al escuchar la forma en que hablaba su hija, sobre la vecina, los padres de Yulia se quedaron mirándola.
- ¡ ¿Qué?! - preguntó Yulia
- ¿Te sientes bien, Yulia? - le preguntó Oleg.
- Mejor que nunca, ¿por qué?
- Es que... te alteraste - contestó él.
- Imaginaciones tuyas Papa.
Yulia se levantó de la mesa y se dirigió a la salida de la cocina.
- ¿A dónde vas, Yulia? ¡ No has desayunado aún! - le dijo Larissa.
- Se me quitó el hambre, Ma' - contestó Yulia. La pelinegra salió de la cocina hacia la sala.
- ¿No te pareció extraño el comportamiento de Yulia? - preguntó Larissa a su esposo.
- Por un momento sí - contestó él - pero... prestando atención a lo que dijo, ¿no crees que tiene razón?
La joven pelinegra había vuelto a la cocina y permaneció parada en la entrada. Escuchó a su madre decir:
- ¡ Oleg, Yulia sólo tiene 14 años! ¿Cómo puedes pensar que tenga razón en algo así? Ella dice que todo sigue siendo igual para Shura... pero tú y yo sabemos que no es así.
- Quizá la vida de esa joven cambie no porque ella se haya vuelto diferente... sino porque su familia la ha comenzado a tratar diferente.
- ¡ No es para menos! - exclamó Larissa - ¿No ves con lo que les salió? Imagina si fuéramos nosotros los que pasáramos por algo así... ¡ No, no, no! ¡ Yo no soportaría una situación así!
- Bueno, ya... - dijo Oleg - Dejemos esta conversación a un lado que la vida de esa joven no nos incumbe. Por suerte nosotros tenemos a nuestra Yulia... y con ella jamás tendremos que preocuparnos por una situación así.
Yulia, desde el umbral de la puerta donde estaba parada, interrumpió a sus padres y les preguntó:
- Mama, Papa... ¿me quieren?
La pregunta los sorprendió a ambos, que permanecieron observándola. Al fin su padre le dijo:
- Por supuesto que sí, bebita.
- ¿Yulia, te sientes bien? - le preguntó Larissa.
- Sí... sólo necesitaba escucharlo.
Oleg se levantó de la silla y se dirigió a su hija
- ¡ Ven acá!- le dijo, al mismo tiempo en que la levantaba del piso y la tomaba para cargarla.
- ¡ Ahhh, ja ja ja! ¡ Me vas a dejar caer! - gritaba Yulia - ¡ Mamaaaa!
- ¿Cómo que te voy a dejar caer? ¡ Un palillo de dientes pesa más que tú!
El padre salió de la cocina, levantando muy alto a Yulia, quien a su vez no paraba de reír.
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TORMENTA
FanfictionEntrar en el oficio de cantante no es solo cambiar hacia afuera, no solo queremos nos aprecien por nuestro exterior si que también por nuestro interior.