Extra 4. Después del capítulo 4 pero, antes del 5

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El silencio que había en ese momento era especial, se respiraba armonía hasta que él la rompió.

—Tengo sed—. Me dijo mientras leía un libro de la estantería que tenía en mi cuarto.

—Pues toma agua—. Le respondí de manera bastabte obvia, no tomándole mucha importancia, y volviendo mi vista hacia mi cómic favorito Mr. Mente.

Me miro mal, simplemente lo ignore.  Dirigi mi mirada hacia el reloj de muñeca que había traído en la búsqueda de mis ultimas presas (Jack, El loco y la Luna). Faltaba poco tiempo, para la invocación. Me levanté de mi sillón improvisado de millones de hojas, tirando varias de ellas en el proceso.

—Oye, ¿a dónde vas?—. Me preguntó preocupado.

—A una invocación.

—Pero, tengo sed—. Se quejó, haciendo berrinche en el proceso, y poniendo puchero, como si fuera un niño pequeño.

Respire profundamente y tomé el tabique de mi nariz. No era ninguna niñera, no se me daba. Ahogando malas palabras y con voz lo más calmada que pude le contesté:

—Ahí hay agua—. Señale el pequeño mueble de madera que estaba al lado de la puerta de baño.— Sirvete, regreso.

Escuche como se quejó, rodé los ojos y sali de la habitación ante sus reproches. Al notar la hora comencé a correr no necesitaba un castigo del "Justo", justo ahora. Me reí por mi pensamiento, provocando que varios compañeros me miraran extrañados. Apreté los sabios con fuerza y un sonrojo por vergüenza se presentó en mis mejillas. Disminuí mi velocidad, tratando de parecer normal hasta llegar al cuarto de la invocación.

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La invocación resultó bien, sin mayores contratiempos. Una invocación fácil y sencilla. Llegué hasta el cuarto. Toqué tres veces, no había respuesta. Arquee una ceja extreñada, solo se escuchaba un suave risa. Eso me levanto sospechas y sin pensarlo entré.

Él solamente se estaba riendo solo, con un suave sonrojo que era visible en sus mejillas y ojos llorosos.

—¿Éstas bien?—. Le pregunté con mucha duda. Casi no esperando respuesta de su parte.

El río e hipo, haciendo muecas muy extrañas. Suspire frustrada, no entendía su risa ni su comportamiento. Lo mire atentamente, intento corporarse de la cama y falló cayendo para atrás. No tenía ningún equilibrio. Fue cuando me percaté que tenía una botella en las manos, esa no era el agua, con paso rápido fui a hasta el mirando detenidamente la botella.

—Mezcal—. Dije con burla en mi voz. Si mi hipótesis era cierta, él estaba borracho. Reí bastante fuerte hasta que lo comprendí. ¡Había emborrachado un ángel!

¡Mierda!

Si antes merecía el infierno, ahora tenía un boleto dorado para llegar ahí.

Sin previo aviso lo socorri, tomando la botella entre mis manos, observando que solo tenía un cuarto del liquido original.

—¿Por qué te la tomaste?—. Le regañe con voz bastante histérica.

—Porque—.Hipo en el proceso y volvió a reírse —. Por..que... —. Miró sus manos examinándolas y soltó un "no sé".

Suspiré con frustración. Pensando como rayos hacer para que dejara de cavar mi pasaporte directo al infierno.

—¿Ya viste la botella?—. Me preguntó mientras arrastraba las palabras, intentando concentrarse sin mucho éxito.

—Un gusano de Maguey —. Le respondí con mucha obviedad.

—No sabía—. Volvió a hilar en el proceso— Que tenías mascotas.

— No es una mascota, y no era agua —. Perdí el control—¡Era una bebida alcohólica!

Miro nuevamente a la estantería, tambaleándose en el proceso, entrecerrando su vista sin poder vislumbrar nada. El color lila que poseían sus ojos brillaba con intensidad, era un tipo tan extraño. A veces me hacía pensar que solamente utilizaba pupilentes.

Sin previo aviso comenzó a llorar, provocando que ahora se mostrara un azúl bastante claro en sus ojos. No entendía que estaba pasando, en especial porque no sabía como calmar a la gente. Me quede estática, sin saber que hacer.

Su cabello estaba pegando a su frente, tenía poco cabello que no sobrepasaba de sus orejas.  Sus ojos estaban rojos de tanto llorar y en sus mejillas estaban partidas por lo mismo.

El solo se abalanzó contra mí, dando golpes suaves en mi brazos gritando: "Mala", " Eres muy mala ". Hice una mueca, era como tener un niño malcriado a mi disposición. Me encontraba esperando a que dejara de golpearme, algún día se cansaría.

No esperaba la siguiente acción, se aferró a mi en un abrazo dejándole perpleja en el acto. Estaba borracho y tal vez nuca lo recuerde, su cabello mojado me daba cosquillas junto con su respiración.

—Te quiero—. Soltó de pronto, escapando su mirada de la mía. Probablemente  los ángeles  crean lazos afectivos muy pronto.

Sonreí sinceramente y coloqué una mano en su cabeza revolviendo su cabello rubio, asombrándome de lo suave que era. Le di un par de palmaditas de forma suave.

—Yo también, te aprecio mucho —. Murmuré bastante bajo, solamente para que el escuchara. No importaba, después de todo tal vez nunca recuerde nada.

Plan GregoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora