|Epílogo|

888 190 50
                                    

Atención, pronto haré una nueva nota para agradecer e informarles.

¡Ahora sí, disfruten!

[🌻]

Bon suspiró con pesadez y se ajustó la corbata. Se miró en el espejo y notó que estaba bastante despeinado, por lo cuál tomó el peine y lo pasó rápidamente por sus despeinada mata de cabellos turquesas, qué por cierto, seguía tiñendo a pesar de tener veintiseis años.
Su piel no tenía ojeras, cosa que le sorprendió, pues no recordaba haber dormido más de cinco horas.

-Creo qué hoy es mi día de suerte. -comentó en voz baja.

Desayunó un café y una de las galletas que Fred le había entregado días antes, como presente por concurrir a su boda, con nada más y nada menos, qué Joy, su pareja desde hacían seis años, luego de terminar con Usagi en buenos términos.

Observó el papel amarillento qué había sobre la mesa y susurró un leve: "adiós"
Tomó su maletín y emprendió su camino hacía la escuela secundaria donde comenzaría a trabajar como maestro de Historia.
Su semblante era tan aburrido y serio como el de cualquier profesor despechado. No tenía nada que lo hiciese realmente feliz y la poca adrenalida que lo inspiraba a escribir poesía provenía de su adorado café matutino.

Su vista se dirigió hacía el cielo, tan gris y meláncolico como dos sombras caminando por un paraje sin fin. Era de un leve color gris, las nubes se pintaban del mismo color y era notable que pronto llovería.

Siguió caminando, ahora con más rápidez, hasta llegar a un edificio bastante antiguo, parecía ser una catedral, pero enrealidad era una escuela secundaria bastante moderna en su interior.
Subió los escalones que llevaban a la entrada y abrió la puerta sin mucho cuidado, para después comenzar a recorrer los pasillos de la enorme institución. Se acomodó los lentes de un tono negro igual al de su corbata y saludó con la mano al profesor de Matemáticas, Fede, qué caminaba apresurado hacía el despacho del director.
Finalmente, llegó al pasillo dónde se situaba su primera clase, junto al salón de Artes.

-¡Hola Profesor! -le dijo uno de sus más educados alumnos, dejando sus cosas en el casillero número siete.

Le devolvió el saludo sin mucho interés y desvió su mirada, listo para seguir su camino, pero no fue así. Sintió una punzada en el corazón al oler un leve aroma a lavanda en el aire, casi irreconocible.

-Este es tu salón, Bonnie -paró en seco, para después soltar una risita y seguir hablando-. O mejor dicho, Profesor Eclair.

Y entonces fue cómo si el día estuviese soleado. Las palabras sueltas de volvían oraciones y una enorme pincelada color turquesa se trazaba en el cuadro sin terminar.
Volteó su cuerpo y observó una figura mucho más baja que él, con hermosos orbes bermellón y unos despeinados cabellos morados atados en una trenza, vestía un guardapolvo color blanco con manchas de pintura y sonreía ampliamente, como siempre solía ser.

El escritor había vuelto.

"Café y dibujos"-BxBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora