|10|Coffée.

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Bon realmente amaba a Bonnie.

—¿Qué tal si me inventas un apodo? Puede ser, conejito.

El chico se preguntaba sí ya le había dicho suficientes veces cuánto adoraba su sonrisa, igualmente, nunca se cansaría de repetirselo.

—No.

Lo que más le maravillaba de ella, era que expresaba mucho más que solo alegría, había nostálgia en ese pequeño movimiento de boca, además de una leve meláncolia.

—¿Por qué?

Ese día, Bon simplemente esperaba quedarse en el departamiento comiendo cualquier cosa que tuviese a mano, con Fred, obviamente. No deseaba salir a las ruidosas calles colmadas de gente.

—Lo volveré a decir, no.

Bonnie se sentó junto a Bon en el sofá y esbozó una expresión pensativa, no entendía porqué su pareja se negaba.

—¿Eso no hacen las parejas?

Su compañero suspiró y le dedicó una mirada bastante aburrida.

—Creo que sí, de vez en cuando escucho personas en la calle que utilizan apodos.

Los orbes bermellón de Bonnie brillaron con emoción, nunca había experimentado nada parecido a tener una pareja. La vista de Bon se desvió hacía sus bellos ojos y sintió como un último árbol crecía dentro del bosque, dispuesto a reconstruir todo lo que el incedio había destruido.

—¿Y por qué nosotros no lo hacemos?

El de cabellos morados se acercó un poco más al contrario y Bon temió el destino que le aguardaba.
El aroma a lavanda de Bonnie inundó los sentidos del chico. Cada vez que veía los orbes bermellón de su amigo sentía la necesitad de conocer más de ellos, saber que observaban el mundo.
A diferencia de el, Bonnie veía el mundo como un lugar lleno de texturas y colores para conocer, era como una hoja en blanco, con muchas posibilidades. Bon observaba todo en negro, no había nada, ni nadie. ¿Acaso existía una diferencia más grande que el blanco y el negro?

—No quiero llamarte de otra manera, me gusta tu nombre, Bonnie.

El blanco y el negro nunca se rozaban, cada uno construía su mundo de manera diferente. Eran como la oscuridad y la luz del sol, tan lejanas una de la otra, pero al mismo tiempo tan cerca.
Bonnie tomó una galleta de la mesita frente a ellos, para luego observar cada movimiento que su mejor amigo hacía.

—Hablando de otro tema —le dijo volviendo su vista al libro que estaba leyendo—, ¿hoy vendrán tus amigos, no?

—¡Si, me había olvidado! —respondió completamente emocionado.

Suspiró mirando como Bonnie colocaba galletas recién hechas en la mesa del comedor. Obviamente el de orbes bermellón estaba regozante de alegría. Bon dudaba lograr concentrarse en el libro si seguía sonriendo de esa manera tan dulce.
Observó como peinaba su cabello y se colocaba una chaqueta bastante suave y simple color verde oscuro, similar al color de la hoja de un roble en invierno.

—No deberías hacer tanto por ellos Bonnie.

El contrario soltó una leve risa, para después sentarse otra vez junto a Bon, se veía un poco nervioso. Para intentar calmarlo, el de cabellos turquesas entrelazó sus manos con delicadeza, viendo como la chaqueta de Bonnie cubría casi toda su mano. Sintió como sus dos miradas se mezclaban y formaban una hermosa conbinación de esmeralda y rubí.

—Y tú no te preocupes tanto por mí, estoy bien Bon.

Las mejillas color caramelo del recién nombrado se tiñeron de un leve color rojizo. Bonnie siguió sonriendo con dulzura, eso no sorprendió a Bon, el de cabellos morados no se avergonzaba por nada y lo sabía muy bien.
Refunfuñó con molestia para tomar con más fuerza la mano del contrario, sin dañarlo.

—Eso solo hace que me preocupe más.

Cada movimiento parecía estar en cámara lenta. Bon movió el cabello del chico detrás de su oreja izquierda y Bonnie se limitó a observar todas sus acciones.
El de orbes esmeralda no parecía inmutarse, sus ojos rasgados no estaban abiertos con sorpresa. Bon volvió a tomar su libro con la mano libre y se acercó un poco más a su mejor amigo.

—Supuse que lo dirías.

—No puedo evitarlo. —respondió mientras el aroma a lavanda de Bonnie terminaba por ocupar todo su ser.

Bon sostuvó con más firmeza el libro en su mano, el cual tapaba la mitad del rostro de los dos y simplemente selló por un instante los labios de su mejor amigo con los suyos.
Oscuridad y luz parecieron dejar de estar separados, la pieza de arte pareció reflejar un hermoso paisaje y la canción se escuchaba más melodiosa que nunca.

El libro cubría sus labios a la perfección, pero dejaba a la vista su cercanía. Por ese pequeño detalle, no se lograban ver completamente sus rostros.
Bon no cerró los ojos y observó detenidamente como Bonnie estaba en la misma situación que el, aún así, su rostro reflejaba una expresión de sorpresa.
Fué todo en un párpadeo, luego de unos segundos, sus labios se separaron y Bon volvió a su semblante serio, para después seguir leyendo su libro, sin comentar nada.
Al instante, como por arte de mágia, el teléfono de Bonnie comenzó a sonar, se disculpó sonriendo y partió a su cuarto para responder la llamada.

Lo que no sabían, era que una llamada separaría la luz de la oscuridad, para siempre.

Minutos más tarde, se escuchó como la voz de Bonnie subía, casi gritando, cosa que alarmó a Bon, el de orbes bermellón no solía gritar.
En solo cuestión de tiempo, la puerta blanca ubicada en la habitación de Bonnie se abrió, dando paso al enojado muchacho. El instinto se Bon le susurraba al oído que algo no estaba bien.

—¿Bon?


El no sonreía como de costumbre, su expresión reflejaba tristeza y la melodía que unía sus miradas se había convertido en un susurro en los oídos de Bon.

—¿Qué sucedió?

Se levantó, sosteniendo el libro con más fuerza de la habitual.

Bonnie bajó la mirada y apretó sus pálidos puños en señal de frustración.

—Recibí una llamada de mi padre, necesitan que vuelva a mi hogar natal —tartamudeó levemente, para después continuar—: cómo ya sabés, queda muy lejos de aquí.

Bon estuvo a punto de soltar el libro al suelo. Sus orbes esmeralda se abrieron sorprendidos y sus labios rosados comenzaron a temblar rápidamente.
El escritor desaparecería, dejando a la poesía completamente sola, volviéndola solo un montón de palabras sueltas.

Esto no podía estar sucediendo, hace menos de media hora se habían besado y todo era sumamente perfecto, ¿por qué una simple llamada tuvo que deatruir su relación en menos de diez horas?

—¿Eso quiere decir que en unos días te irás?

Bonnie asintió cubriendo su rostro con sus manos, para después abrazar a su pareja.
¿Hasta la felicidad en exceso era mala para Bon?

—Está bien, tranquilo.

Difíciles, así serían sus últimos días juntos.

[...]

¡Hola! Aquí Sun. Víne para comunicarles que a esta historia ya está a un capítulo de terminar •w•~ ¡En fin! Espero que disfruten el capítulo♡

🌻-Sin más, ni menos.
-Sun.

"Café y dibujos"-BxBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora