Y ahí estaba, otra vez. Mirando la ventana de su pequeña habitación, la cuál solo contenía un armario, una cama de dos plazas y el estuche de su guitarra dónde esta recidía en total armonía.
A Bon siempre le había gustado su ventana, tan grande y melodiosa, con unas hermosas cortinas turquesas qué parecían estar en degradé cuándo la sombra las habitaba.Unas suaves manos con olor a lavanda taparon la visión de sus orbes verdes.
—¿Quién soy?
—Bonnie, no quiero jugar. —respondió de mala gana, quitándose suavemente sus audífonos.
—¡Correcto! ¡Soy yo, Bonnie!
El de cabellos turquesas detestaba a Bonnie. Siempre lo alejaba de toda su paz matutina y el fresco aroma de su piel lo irritaba.
Bon volteó y decidió mirar al chico detrás de él. Tenía puesto un hermoso gorro de lana color azul francia y sus largos cabellos morados llegaban hasta sus caderas, sin desatar. El chico de orbes verdes en degradé esmeralda vió un hermoso sonrojo de felicidad en las mejillas de su compañero, qué parecía estar al compás con el suyo, él cuál era más notable. Parecía un ángel.
—¡Sigues sin sonreír! —Le dijo en tono de regaño.
—Hace años qué no sonrío, no te sientas mal. —respondió sin mucho intéres en el rumbo qué estaba tomando la conversación.
Pero eso no pareció alegrar a Bonnie, más bien, fué lo contrario. Hizo un puchero y simplemente se sentó en la cama de su compañero con un leve aire de aburrimiento.
—Sigo sin entender porqué no lo haces.
—No tengo motivos para hacerlo.
La sonrisa del de ojos color rojo en degradé carmín oscuro se apagó como una llama. Bon notó eso al instante y se preparó mentalmente para lo que seguiría.
—Ey, Bonnie. No te pongas así.
Este desvió la mirada y se cruzó de brazos en señal de indignación.
El de orbes esmeralda se sentó junto a él sin decir otra palabra. En ese momento entendió qué le sucedía.—Está bien, si tengo motivos—comenzó mientras veía como el contrario se volteaba lentamente hacía su figura —. Pero no lo hago ya que me olvidé qué se sentía.
—¿Qué cosa? —preguntó Bonnie con un pequeño brillo de curiosidad en sus ojos.
—Ya sabés —dijo desviando la mirada hacía otro lugar, sentía como sus mejillas se pintaban de un suave color carmín por la vergüenza —. Me olvidé qué se sentía esbozar una sonrisa naturalmente.
Una suave mano recorrió la suya llenándola de calidez y, porqué no, de un delicioso olor a lavanda. La mirada del de cabellos morados recayó en él y comprendió qué tenía una pequeña sonrisa de compasión.
—No temas —le dijo dulcemente, mientras su melodiosa voz retumbaba en la cabeza del contrario —. Sé qué puedes sonreír.
Una imagén borrosa inundó la mente de Bon. Casi imposible de ver, pero parecía un bosque.
El chico tuvo un terrible impulso de conocer el sabor de esos finos labios coloreados de un brillante rosado.—Gracias —respondió con actitud serena —. Supongo qué tienes razón.
—¡Por supuesto!
Soltaron lentamente sus manos y Bon simplemente suspiró cansado, para luego acostarse boca abajo. Tantos consejos que posiblemente nunca pondría en práctica, pues nada podía hacerlo sonreír y menos soltar lágrimas.
—Necesito un café —susurró con un tono agotador —, pero no quiero levantarme. ¿Podrías...?
—Aquí no soy tu empleado. —musitó antes de salir de la habitación.
Refufuñó en silencio y volvió a colocarse sus audífonos, para luego salir hacía la cafetería más cercana al apartamento. Eran unas tres cuadras, pero con el hecho de solo moverse Bon tenía ganas de tirarse de un edificio.
Entró al lugar lleno de un pacífico aire a café y las miles de charlas qué entes sonrientes establecían los unos con los otros, eso era lo único qué el chico odiaba de las cafeterías, el ruido. Pero hoy no se preocupaba por ello, pues estaba escuchando su canción favorita y no prestaba atención a los ruidos a su alrededor.—Hola, pediré un café americano.
—Enseguida. —respondió una mujer de cabellos color marrón en un hermoso degradé qué terminaba en un suave rubio casi anaranjado.
Su ordén llego en cuestión de minutos, decidió qué volvería a su hogar, pues de seguro Bonnie necesitaba ayuda con la cena de hoy.
Caminó mientras bebía su café lentamente. A Bon le encantaba esa bebida, siempre alegraba sus días, no importaba qué tan cansado o malhumorado estuviera. Pero alguien lo detuvo, una mano qué estaba cubierta por un guante de lana.—¡Hola Bon!
Oh, no. Ya sabía de qué persona se trataba. Su alegre compañera de banda, Joy.
—Ah, Hola. —respondió sin mucha emoción.
La de tez más pálida estaba acompañada por la líder del grupo, Mangle. Como siempre, tenía una ceja levantada y una pequeña sonrisa.
—Justo ibamos a tu departamento. —dijo la del mechón rosa.
—¿Nos acompañas? Después de todo, vamos al mismo lugar.
Después de unos pequeños minutos llegaron hasta el lugar, supuestamente, el de cabellos turquesas saldría solo unos minutos, por lo qué no llevó la llave, en ese caso, tenía solo una salvación. Bonnie.
—¿Por qué tocas? ¿No vivías solo?
Bon tenía otra vez ganás de lanzarse de un edificio. Ese era el problema de encontrarse personas conocidas.
Tocó la puerta exactamente tres veces más y en ese momento, el glorioso ruido de la cerradura abrirse lo hizo soltar un suspiro liberando toda su preocupación.—¿Bon? ¿Estás bien?
—Claro, Bonnie. —respondió simplemente y entró, acompañado por las chicas.
Automáticamente se sentó en un pequeño sillón cerca del sofá para dos personas qué el pequeño living tenía. El chico de orbes rojos simplemente permaneció parado esperando saber quiénes eran esas curiosas chicas.
—Ellas son las integrantes de mi banda, Joy y Mangle.
Mangle refunfuñó un poco, ya qué el de cabellos turquesas había olvidado qué hoy habría una reunión de la banda en su propio hogar, típico de él.
—¿Cómo te llamas? —preguntó la recién nombrada —¿Tu no eras el chico qué no tenía amigos?—murmuró aquello último en voz baja, pero Bonnie logró oírlo.
—Yo soy Bonnie —comentó simplemente acomodando su gorro de lana —. Y me encanta dibujar, sólo tengo un amigo y ese es Bon, él es increíble y siempre me deja darle consejos.
El contrario sintió como si una ráfaga de viento azotara la cara de su compañero. Sus largos cabellos se movieron en dirección contraria y esbozó una sonrisa de gran similitud cómo la de hace unas horas. Simplemente, perfecta.
La misma imagen volvió a aparecerse en la mente de Bon, solo que ahora se podía apreciar qué el bosque estaba lleno de flores.
Joy notó cómo los ojos esmeralda de su amigo brillaban, por primera vez en muchisímos años. Tenían un hermoso brillo de felicidad mezclado con armonía.
Otra vez, Bon desvió la mirada y se cruzó de brazos, para tomar su MP3 y subir el volumén de la música. Bonnie solo volvió a sonreír, intrigado por los nuevos sentimientos qué descubría en los ojos de su amigo.[Datos:]
Los capítulos qué comiencen con: "Cóffee" serán dedicados a Bon y los qué inicien con: "Draw" a Bonnie. También habrán algunos qué seán mixtos.¡Espero qué les guste esta historia!
-«Sin más, ni menos».
-«Sun🌻»
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"Café y dibujos"-BxB
Fanfic-La vida de Bon, un solitario chico qué vive gracias al café y las siestas largas, dá un vuelco al encontrarse con Bonnie, un alegre dibujante qué desea conocer personas y hacer amigos. Juntos descubrirán como la vida de dos personas cambia gracias...