Musa

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Musa

Roza sus dedos por aquella piel lisa,

tan suave,  blanquecina.

La musa baila entre las sábanas para su amo.

Ella mueve sus caderas como si el mismo viento la guiase.

Camina ligera.

Como pluma suelta,  ella es libre.

Está atada entre cadenas sueltas y aún así  es libre.

La mira,  él...  La mira.

Ojos pardos,  cabellos largos,  pies descalzos.

Sonrisa que desgarra,  mirada que desarma. 

Movimientos sutiles... la mira. 

Todo tiene sentido, la pintura en el lienzo no deja de estar fresca.

Tan fresca como el punto preciso donde se eleva la excitación.

Él  lo sabe,  ella no es sólo musa.

Es un torbellino,  es calma,  es montañas,

Es abismo.

Y cuánto le gusta mirarla.

No se cansa de mirarla.

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