Carreras

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Llegamos a México cerca de las siete de la tarde, antes de bajar del avión, coloqué el pareo cubriendo mi cabello, y las gafas, escondiendo mi rostro. La gente nos miraba raro, éramos seis personas vestidas de negro con grandes maletas. Debieron pensar que estábamos locos.

Rentamos dos automóviles, yo conduciría uno de ellos, mostrándoles el camino.

Llegamos al cementerio rápidamente, pero no había nadie.

.- EL joven Rodríguez se marchó hace poco-. Nos dijo el vigilante.

.- Su casa está a unas cuadras de aquí, yo iré por él, ustedes quédense en la capilla de mis padres, preparen todo-. Pedí.

No se opusieron, probablemente era lo mejor, si alguien nos veía juntos, podríamos levantar sospechas. Me puse el intercomunicador, llené mi cinturón con  unos cuántos Shuriken, escondidos en mi holgada chamarra, y mi Wakiashi. Corrí por las calles repletas de gente, algo seguía presionando mi pecho. El olor del perfume de Marco era reciente, lo seguí hasta su casa. Pude oler desde la esquina, otros perfumes que se mezclaban con el de él, esencias desconocidas; me puse en marcha, la casa parecía vacía, cerrada y sin luces, pero podía oler a Marco dentro. Me dio mala espina.

Rodee la casa y brinqué hacia el balcón de su cuarto, abrí y no había nadie. Escuchaba las respiraciones en la planta baja, me apresuré. Me quité la chamarra y los jeans, los necesitaría enteros para salir.

.- Antes de que mueras, debes saber, que la muerte de tus padres estuvo bajo mi mandato, solo me faltas tú-. Una voz le habló desde el primer piso, yo me apresuré a las escaleras. Una vez lista, me coloqué el pasamontañas y salté de las escaleras, todos se sobresaltaron al verme. Lo bueno de tener buen olfato, era la exactitud. Pude oler seis perfumes diferentes en la casa, incluyendo a Marco. Pude matar a tres de ellos de un solo golpe; otro de ellos se abalanzó sobre mí, aventándome contra la pared, en el piso, intentó patearme, yo logré esquivarlo y degollarlo al instante. Él último me disparó, y apenas alcancé a esquivarlo, aunque la bala rosó mi brazo derecho; me puse de pie y me abalancé contra él.

Me acerqué a Marco una vez que acabé, él se quedó quieto, posiblemente asustado por mi agresividad, no destapé mi cara.

.- ¿Estás bien?-. Le pregunté, no me respondió. Estaba aterrado, puse la espada en mi espalda y alcé las manos.

.- Tenemos que salir de aquí, vendrán muchos más de donde vinieron ellos-. Dije señalando a los hombres en el suelo.

.- ¿Qué te hace diferente a ellos?-. Estaba nervioso.

.- Bueno, veamos-. Le dije señalando mi cuerpo-. Soy mujer, tengo como 15 años menos que ellos, y ah-. Añadí señalándolo.- Te salvé la vida cuando ellos claramente venían a matarte-.

Me miró analizando las posibilidades.

.- Me quedaré aquí-. Estaba decido.

.- Te matarán, ya no es segura tu casa-. Suspiré, conocía a Marco, era más terco que yo-. Si te quedas, tu muerte es inminente, si vienes conmigo, posiblemente ambos salgamos vivos-.

.- ¿Y si no?-. Parecía más convencido.

.- Mi trabajo es llevarte vivo, no regresaré sin ti-. Dije convencida.

En ese momento, dos hombres entraron, logré deshacerme de uno lanzándole un Shuriken, pero el otro le disparó a Marco, corrí lo más que pude y saqué a Marco del camino de la bala, pero no pude esquivarla, me dio en el hombro derecho, la sangre comenzó a correr. Ambos caímos al sillón y rebotamos al piso.

.- No te muevas y no hagas ruido-. Le susurré.

Me impulsé del piso, saqué mi espada y la clavé en su pecho.

Lady Killer- Pasado Asesino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora