Capítulo 9. Elecciones

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— ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté elevando mi voz hasta un chillido; aunque hubiese querido controlarme no hubiese podido. La sonrisa de Bautista se incrementó ante mi reacción, y le tiré con un almohadón en la cabeza porque no soportaba la extraña emoción que despertó en mí.

Él se quejó al agarrar al almohadón y me dedicó una mirada ofendida.

— Debía ocultarme en algún lugar, y como sabía que estabas aquí, me metí por la ventana —dijo; sus palabras volaron en el ambiente resonando fríamente. Entorné mis ojos sobre él, amenazantemente y él ladeó su cabeza luciendo encantadoramente inocente.

— ¿Y cómo sabias que estaba acá? —pregunté, sentándome de nuevo en la cama pero manteniendo la distancia. La diversión se esfumó, devolviéndole la solemnidad que lo caracterizaba la última vez que lo vi. Sus ojos verdes me atravesaban como rayos laser.

— Tras tu partida, nos avisaron que debíamos venir a Roma. Y esta tarde Lina te vio a la salida de un hotel y te siguió —me respondió, volviendo a actuar de modo burlón y divertido—. ¿Qué hacías allí acompañada de un chico? ¿Ese era Bufort?

La profundidad de sus ojos y su sonrisa pícara me hacían dudar, porque no estaba preparada para lidiar con su enigmática personalidad. Lo miré horrorizada ante el recuerdo de mi ex novio, y le tiré con otro almohadón que tenía cerca.

— Mis motivos para estar ahí son personales, y ese era mi hermano —respondí.

— Ey, deja de tirarme cosas. Soy alguien sensible —se quejó hasta que procesó mis palabras y se mostró interesado— ¿Lograron solucionar lo del secuestro? —inquirió, y yo negué rápidamente.

— Ese era mi otro hermano, Gianfranco —le expliqué, mirando a todos lados—. ¿Dónde están Lina y Drake? —pregunté y él se encogió de hombros con aburrimiento y despreocupación— ¿Y se puede saber de qué te ocultas? —volví a preguntar, esperando algún tipo de respuesta más allá de las señas y expresiones.

El sonido de la puerta resonó interrumpiéndonos, y ambos nos miraros con precaución.

— Servicio a la habitación —gritaron del otro lado en un italiano con un tono extraño. «Yo no pedí nada» pensé inmediatamente, viéndome confundida. Bautista se puso de pie lentamente, haciéndome señas para indicarme que permaneciera donde estaba, en silencio.

A paso lento y cuidadoso, se acercó a la puerta para abrirla mientras yo observaba preparada para atacar si era necesario. Él destrabó la puerta y ésta se abrió bruscamente, haciéndonos poner a la defensiva. Las figuras de Lina y Drake se adentraron en la habitación con ánimo fresco y divertido.

— ¿Nos extrañaron? —preguntó Lina con una sonrisa maliciosa, dándole un rápido vistazo a la habitación y silbando cantarinamente— Este sitio es caro —murmuró.

— Realmente no te extrañé para nada —respondió Bautista, cerrando la puerta y girándose hacia Drake— ¿Todo bien? —le preguntó.

— Sí —respondió Drake crípticamente, acercándose a mí con una amable sonrisa—. Lamentamos invadir tu privacidad, es solo que no tuvimos otra alternativa —dijo apenado. No era la mejor de las disculpas pero al menos era una, ¿no?

— ¿Tú hiciste esto? —preguntó Lina observando la pintura que había hecho.

— Sí, lo hizo ella —asintió Bautista; en su tono de voz reconocí asombro y una pisca de admiración. La sonrisa de Lina se ensanchó y me guiñó un ojo, haciéndome sonreír orgullosa.

— Eres toda una artista chava —exclamó en español.

La timidez burbujeó en mi interior y me hizo enrojecer, volviendo a recordar que me encontraba semi-desnuda no solo frente a uno sino frente a tres extraños. La sangre se acumuló en mi cara, y solo puse resoplar caminando rápido hacia el baño para cambiarme.

***

Y cuando creí que mi vida no podía volverse más extraña, me encontraba durmiendo rodeada de tres ladrones, los cuales me habían secuestrado por accidente unos días antes.

O por lo menos estaba intentando dormir. Llevaba un buen tiempo dando vueltas en la cama inquietamente sin poder conciliar el sueño. También intentaba no despertar a Lina que dormía junto a mí. Ella se había dormido tan rápido y sin preocupaciones ante todo lo que estaba ocurriendo que me daban celos. Y ahí estaba ahora, acurrucada sobre sí misma, hablando entre sueños con sus brazos alrededor de la almohada.

Me acomodé una vez más, moviendo mi cabeza en dirección a Drake y Bautista. Drake dormía en el sillón más grande mientras que Bautista, dormía en uno de los pequeños sillones que la habitación tenía. Dudaba que estuviesen durmiendo cómodos allí pero no es que tuviésemos otra alternativa...

No tenemos otra alternativa —habían sido las mismas palabras que Lina usó horas antes, mientras discutía con Drake y Bautista. Su voz sonó glacial y determinante—. Tenemos que hacer bien este trabajo si no queremos problemas —agregó; había un aura sombrío y solemne a su alrededor.

Yo intentaba no escuchar pero no es como si la habitación fuese tan grande.

¿Te das cuenta lo que significa lo que estás diciendo? —preguntó Bautista, en un tono bajo, tranquilo pero con un severo filo de advertencia. Sus ojos estaba oscurecidos y los músculos de su mandíbula resaltaban ante la tensión.

Lo sé —dijo ella en medio de un suspiro—, pero tenemos que tener un plan b por si las cosas no salen como lo planeado, y ella lo es —susurró.

¿Ella? ¿Estaban hablando de mí?

No es parte de éste mundo y no es como nosotros —Bautista intentaba controlar su molestia, y yo cada vez estaba más segura que hablaban de mí.

Lina y Bautista se miraron en silencio por un momento. La puja mental estaba peleada; ambos tenían sus puntos de vista y lucharían por eso hasta el final. El silencio se extendió hasta que Drake decidió intervenir por el bien común.

Chicos —dijo, suspirando resignado—. Primero debemos hablar con ella y preguntarle, esta elección no nos concierne a nosotros. Además, hay razones para que ella quiera participar —agregó con solemnidad.

Lina y Bautista lo miraron como si fuese un loco, pero él decidió no darles importancia y con un chasquido de sus dedos, los hizo separar antes de que comenzaran a pelearse nuevamente.

Los tres se giraron para mirarme. Yo estaba a puntos pocos pasos, así que intenté verme desinteresada y ajena a todo eso, pero noté el sarcasmo se dibujó en la sonrisa y en la mirada de Drake.

Voy a suponer que escuchaste todo —dijo él, y yo asentí un tanto avergonzada—. Nosotros estamos acá porque fuimos contactados para realizar una transacción que no salió como queríamos...

¿Por transacción te refieres a robar? —pregunté entornando mis ojos hacia ellos. La sonrisa de Drake se extendió, mientras que Bautista elevó sus ojos con arrogancia y Lina meneó su cabeza con incredulidad.

La palabra robar suena horrible, y no solos ladrones comunes y corrientes —dijo ella, a la defensiva—. No robamos cualquier cosa ni a cualquiera —terminó moviendo su pelo, frustrada.

Intente no sonreír ante su reacción, así que le pedí a Drake que siguiera hablando.

Nuestro anterior trabajo salió mal así que recibimos otro encargo de nuestro contacto, como forma de terminar con el trato, y así fue que llegamos a Roma —me explicó Drake y luego señaló mi pintura— ¿Sabes qué es eso que has hecho? —preguntó.

Es el Torreón Escarlata —respondí sin dudarlo—. ¿Qué hay con eso? —pregunté confundida, mirando a todos y deteniendo mis ojos en Bautista.

Debemos robar el Torreón Escarlata original —me respondió él.

«¡OH MIERDA!» pensé inmediatamente. Un extraño presentimiento me recorrió y no pude controlar lo sorprendida que estaba. No podía ser cierto eso. Todo tenía que ser una gran coincidencia, una especie de broma cruel del destino... «¿Y desde cuando crees en el destino?» preguntó mi voz interior. «Desde nunca» respondí.

Crónicas de una estafadora II |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora