Capítulo 4: El secuestro

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— A ver si entendí bien —dije en tono alto, usando grandes dosis de sarcasmo—. Ustedes estaban en un paseo turístico y se perdieron. Tú chocaste conmigo por casualidad, y también por casualidad, tú robaste un auto porque te perseguían unos ladrones —agregué con mirada cínica sobre ellos, de pie frente a mí como una muralla. Los tres asintieron en simultáneo, tan mecánicamente que ya comenzaba a verlos como un grupo de muñecos a pilas. Mi silencio llenó de tensión el ambiente hasta que se quebró bruscamente— ¿Ustedes me ven cara de estúpida? —pregunté completamente indignada.

Sentía mi cara enrojecer de la furia a medida intentaba controlarme. Era obvio que ellos no eran personas comunes y corrientes que trabajaban todos los días para un futuro mejor. Y yo soy una persona metódica y optimista, pero no precisamente del tipo que se deja aplastar. No podía sacarme de quicio y tampoco podía creerles. Porque después de todo estaba secuestrada.

O algo parecido.

Ella suspiró derrotada, como respuesta a mi pregunta. El chico de ojos verdes arqueó sus cejas con sagacidad. Y el tipo rubio ladeó sus labios en una media sonrisa.

— Ok, ¿Quieres que te digamos la verdad? —preguntó frustrada sacudiendo su espeso pelo castaño oscuro, y los dos chicos se precipitaron con preocupación y confusión.

— Lina —dijo el rubio; la advertencia se notada en sus ojos y en su voz. Ojos verdes chasqueó sus dedos e hizo señas para que se giraran.

Me llamó la atención la forma en que siguieron sus órdenes sin rechistar, y me dieron la espalda por unos minutos para conversar entre ellos en español. Oculté mi sonrisa burlona bajo mis manos, y fingí desconocer lo que decían. Los oí discutir y discernir en sus opiniones hasta que finalmente parecieron llegar a un acuerdo.

— Drake sigue con lo que estábamos —murmuró ojos verdes a chico rubio. Drake y Lina asintieron, y tras darme una conciliadora mirada se alejaron de nosotros. Se fueron hacia otra habitación y todo se volvió silencioso, y también muy extraño.

Ojos verdes permaneció contemplándome con postura imperturbable. Me tensé bajo su mirada, deteniendo a mi mente de pensar los más fatales escenarios. «Pero estás secuestrada, ¿qué escenario más fatal podría haber?» preguntó mi conciencia en tono grosero. «Puede haberlos... solo cállate» le advertí, aferrándome a la barra tras de mí y analizando mi alrededor en busca de alguna vía de escape o arma para defenderme.

Había algo en ojos verdes que me daba confianza y seguridad, y al mismo tiempo me inspiraba miedo y desconfianza. Poseía un rostro bondadoso pero sus ojos eran intimidantes y sombríos como si ocultara importantes cosas tras ellos.

— ¿Cómo te encuentras? —me preguntó en inglés. En el tiempo que llevaba ahí, había identificado que solo Drake hablaba en francés, el idioma que yo había adoptado con los años de vivir allí.

Ladeé la cabeza ante la perspectiva de mi día y evité las ganas de llorar. En momentos como esos, solo quedaba resignarse a lo que uno le tocaba vivir.

— ¿Me crees si te digo que podría haber sido peor? —pregunté. Oí a mi conciencia gritar horrorizada y maldecir a mi optimismo. Él sonrió suavemente, frotando su nunca.

— Siento lo del golpe de Lina, ella tiende a actuar antes de pensar —me dijo apenado, y yo solo asentí sin saber bien qué decir.

Un incómodo y palpable silencio se creó entre ambos. Sus ojos verdes esmeraldas eran tenues con aquella iluminación y se veían pensativos. Las luces ensombrecían sus rasgos, y su pelo se veía más oscuro.

Torpemente, alejé mis ojos de él y me concentré en el televisor que pasaba las noticias. La mayoría eran sobre muertes y robos. No sé por qué, pero en un momento tuve la esperanza de que alguien notara mi falta. Me preguntaba si llamarían a la policía y habría interés en mi bienestar. Imaginaba una foto mía allí, y esperaba que fuese una buena.

Crónicas de una estafadora II |Finalizada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora