Paris, Francia. Junio 2014
Siempre están esos momentos en los que piensas «¿Puede empeorar mi día?» para que luego, por arte de magia, suceda algo que hace que ocurra. Tu día empeora, y empeora, y así hasta caer en un abismo donde solo quieres huir y no te importa cómo.
Bueno, el día de hoy es uno de esos días. Y cuando me refiero a esos días no hablo de los ciclos femeninos, sino a los días en los que empeoran las cosas. Aunque... podría ser que eso también estuviese siendo una mínima parte de mi mal humor.
¡Por dios! ¿Ustedes saben cuándo estoy de mal humor yo? ¿Qué? ¿No lo saben? Lo siento... les responderé: NUNCA. No soy una persona de estar de mal humor, me gusta estar feliz y si no lo estoy, por lo menos lo finjo para poder pasarla mejor.
Ahora, ¿Dónde estaba? Cierto, mi día malo.
Bueno, decir malo es solo una ínfima parte de lo que en verdad sucede. Pero primero, necesito presentarme. Mi nombre es Allegra Candelaria Materazzi, pero todos me llaman Ale. Así que pueden llamarme así, para darnos un poco de familiaridad. Tengo 21 años, soy estudiante de abogacía y provengo de una familia grande y disfuncional, ósea, alguien común y corriente.
¿Cómo comenzó mi horripilante día? Todo inició cuando me levanté, como de costumbre, a las seis de la mañana y fui directamente al baño. Me desvestí para meterme a la ducha y me encontré con la no tan grata sorpresa de que el agua no calentaba. ¿Qué mierda? «Ok, puedo esperar» me dije a mí misma apelando a mi paciencia, entonces, me puse la bata y fui a la cocina a prepararme el desayuno, pero ¿Qué paso? Sí... el gas no funcionaba. En ese momento cerré los ojos y recé a Dios para que preservara mi paciencia y me diera un punto positivo en todo eso.
En ese momento pensé: «Recurre al karma Ale, si piensas en positivo suceden cosas positivas». Lo irónico es que he estado todo el día pensando en positivo y hasta ahora nada ha sucedido. Y así, se me dio por ordenar mis cosas para la cursada que tengo en la mañana, pero en medio de todo mi teléfono móvil comenzó a sonar desenfrenado.
— Ciao —dije cuando logré llegar a él, sin detenerme a mirar el identificador.
— Buen día, Candelaria —oí una voz de hombre profunda y solemne. Lo último que me faltaba en ese momento era recibir una llamada de mi padre a esa hora de la mañana, y sí, él es el único que me llama por mi segundo nombre. Que quieren que les diga... cada loco con su tema.
Suspiré ante su formalismo. Él era distante y serio. Antes, muchos años atrás, me enojada demasiado que fuese así pero con el tiempo entendí que no podía hacer nada para cambiarlo y ese día comencé a esforzarme por tolerarlo.
— Buen día padre —lo saludé mientras deambulaba por el departamento— ¿Sucede algo? —pregunté.
Felipe, mi padre, no es una persona muy comunicativa que digamos. Como explicarles... en mis cumpleaños, que nunca recuerda, me manda algún que otro regalo caro, con una tarjeta que la escribe su secretaria. En las reuniones familiares se limita a preguntar el estado de salud y en qué invertimos el dinero que nos da. En cuanto a las llamadas, en las que se limita a hablar con cada uno de sus hijos un mínimo de cinco minutos una vez al mes. Te preguntarás, ¿Y qué es lo que me llama la atención? Esta es la segunda llamada en el mes.
— Seré breve —dijo, y me esforcé en no poner los ojos en blanco o comentar algo sarcástico—, quiero que oigas la noticia por mí y no por nadie más: Regina está embarazada. Así que pronto va a haber un nuevo integrante en la familia —agregó con la misma frialdad y serenidad con la que podría haberme comunicado que iba a llover.
Me quedé de piedra ante la noticia; hacía años que ambos estaban casados y suponía que en algún momento iba a suceder. Regina es una mujer joven aún y es el deseo de toda mujer tener hijos, ¿no? Pero después de tanto tiempo, había llegado a creer que no pasaría nunca... hasta ahora.
No sabía cómo sentirme, cómo reaccionar, y mucho menos, qué decirle. Lo único que pude hacer ese instante fue sonreír con optimismo. Tendría otro hermano, y solo esperaba que tuviese una crianza normal.
— Felicitaciones padre —dije sonando más feliz de lo que me encontraba, aun no procesaba la noticia ni sabía si lo haría alguna vez. Mi papá balbuceo algo que no tuvo mucho sentido y lo consideré como un agradecimiento— ¿Cómo se encuentra Regina? —pregunté, pero en verdad, me interesaba más la pequeña vida que estaba creciendo dentro de ella.
Como se darán cuenta, no soy su fan número uno, pero es que ella es tan amorosa y empática como un tempano de hielo.
— Se encuentra bien —respondió austeramente, y yo no supe qué más decir. Un pequeño e incómodo silencio se creó entre los dos y me puse nerviosa al no estar acostumbrada a este tipo de conversaciones con él.
— ¿Ya les avisaste a los demás? —pregunté al no soportar ese silencio, refiriéndome a mis hermanos.
— No, decidí que serías la primera en saberlo, en cuanto corte me comunico con ellos —no sé por qué, pero ese detalle me conmovió y sonreí con la ilusión de que aquello tenía un buen significado y no que era porque, probablemente, su secretaria le había marcado mi número primero.
— Bien —dije—. ¿Y Gianella? ¿Cómo se encuentra? —pregunté, sabiendo que ella estaría a su alrededor, quizás, monitoreando que mi padre hiciera lo mejor que podía hacer en su intento de ser padre.
— Bien, ella te manda sus saludos —me dijo aunque ya había oído su voz en el fondo, y sonreí ante su papel casi maternal hacia mí—. Bueno, Candelaria, me despido. Espero que todo esté bien por allá, si necesites algo solo avisa —comentó tras dudar y con un torpe saludo entre ambos, finalizamos la llamada.
— Sí, padre, lo haré. Adiós, y saludos —le dije, y tras un torpe saludo, él finalizó la llamada.
Me quedé de pie en medio de la sala, con la mirada perdida en el teléfono. Aturdida, suspiré y miré a mí alrededor. Todo estaba desordenado pero no era porque no me gustaba ordenar, sino porque no encontraba el tiempo. Mi tiempo se dividía en las horas de cursar, las practicas, y en tiempo para poder estudiar; apenas podía manejarme para encontrar un momento para poder vivir.
Vivir... poca idea tenía ya de lo que era. Déjenme decirles, que es totalmente frustrante vivir en la hermosa ciudad de París y no poder disfrutarla. Solo en mis primeros años pude recorrerla, pero ya no, mi vida eran mis estudios. Me encantaba París; su melancolía y su música, la gente y el arte. Voy a hacerles una pequeña confesión, siempre tuve aspiraciones artísticas pero con el padre que tengo, muchas opciones no me quedaron.
Entonces, ¿Qué sucedió después?
Estaba aún tildada, y creo que quedé así un buen rato, hasta que el sonido de mi teléfono volvió a sonar. Mecánicamente, lo lleve a mi oído y atendí.
— Ciao —dije.
— Bonjour l'amour —oí del otro lado y sonreí recobrando vida así como si nada.
— Bonjour —murmuré, embriagándome con la voz de mi novio Beau. Francés y apuesto. Él era todo lo que siempre había querido y con un cuerpo bien trabajado acompañado de oscuros e intrigantes ojos.
— ¿Qué haces mademoiselle? —me preguntó.
— Nada, tengo que ir a cursar. ¿Y tú? —pregunté. Lo oí decir algo pero sonó algo confuso— ¿Qué dijiste?
— Te preguntaba, si quieres hacer algo en la noche —dijo, con un tono que no logré decodificar. Yo dudé. Era viernes y mañana quería estudiar desde temprano, pero la idea era tentadora y hacía rato que no pasaba mucho tiempo con él.
— Claro, me parece una buena idea —respondí, y tras unas breves palabras, corté la llamada.
Ahorahabía quedado con una molesta sonrisa en mi cara gracias a Beau. Una sensaciónde confort me recorría, haciéndome sentir plena y capaz de cualquier cosa. Depronto recordé que mi día todavía no había comenzado y corrí hacia la duda, sinimportarme si estaba fríao caliente. El optimismo volvió y con ello, las esperanzas para que mi día mejorara...que ilusa que fui.
ESTÁS LEYENDO
Crónicas de una estafadora II |Finalizada|
Literatura KobiecaUna vida común y corriente. Un secuestro. Mentiras, traiciones y manipulación. El mundo del crimen le intriga y la seduce, y quizás sea que lo lleva en la sangre. Tumblr Oficial: http://iwanttobeadreamer.tumblr.com/tagged/cronica...