O1. Ansias

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Cinco años después

Observaba con una sonrisa el como Fred iba de un lado a otro por toda la casa. Se veía tan entusiasmado y nervioso a la vez, quizás esto era demasiado para él.

—Tranquilizate de una vez —dije, Fred paró en seco volteando a verme con una expresión de sorpresa.

—¿Hablas en serio? —preguntó en tono confundido y sorprendido— ¡Nahel y Gold volverán! ¡Todo tiene que estar perfecto! ¿No estás feliz de que vuelvan? ¿De saber que ha pasado en tanto tiempo?

—Claro que lo estoy, sólo... No creo que ellos se quejen sobre el lugar. Supongo que el mundo Shadow es peor, ¿no? Aparte, ésta casa es muy linda.

—Lo es... Pero, quiero causarles una primera buena impresión —respondió, se sentó a mi lado en el sofá con ojos llenos de ilusión, era tan lindo verlo de esa manera. Fred había cambiado demasiado, en el sentido bueno, claro.

Al parecer extrañaba a su amigo Gold, y al igual que él, quería hablar con Nahel sobre muchas cosas que quedaron pendientes para mí.

—No seas tan duro contigo mismo, estoy de acuerdo contigo con estar nervioso y emocionado, pero creo que deberías dejar que lo demás pase por si mismo —dije, Fred soltó un leve suspiro observándome con una sonrisa. Se abalanzó a mí dándome un beso en los labios, un beso delicado y el cual hizo que mi estómago fiera un vuelco.

Me encantaba cuando lo hacía sin avisar y tan repentinamente, era algo lo cual se estaba volviendo un bello hábito.

—Eres magnifica... —susurró, su frente se pegó con la mía haciendo que pudiera ver su sonrisa y a sus labios levemente hinchados por el beso.

—Deja de ser al extremo cursi y vamos a descansar —propuse con una sonrisa, me levanté del sofá tomando su mano y jalando hacía mí; él se levantó con pereza y me comenzó a seguir.

—Deberíamos aprovechar...

—¿Qué cosa? —pregunté confundida, aún nos seguía guiando hacía la habitación que habíamos hecho para ambos. Estaba tan exhausta que lo único que deseaba era caer rendida en la cama, rezaba por primera vez que no se refiriera a lo que estaba pensando.

—Gold y tu hermano vendrán mañana, cuando el portal se abra, probablemente vivirán aquí un año entero y la privacidad se irá al demonio. Así que... Digamos que hoy es nuestra última noche juntos como una pareja normal.

Reí al ver como su rostro se convertía en uno de inocente, era tan falso, que me causo cierta vergüenza ajena al igual que una carcajada.

—Estoy segura de que Nahel ya vio más de lo que debería y de que Gold espiaría lo que sea con o sin nuestro permiso —respondí.

—¿Eso es un sí? —preguntó esperanzado.

—Eso es un no —respondí simple, Fred soltó un suspiro de aburrimiento siguiéndome casi arrastras. Reí ignorando cualquier tipo de queja de parte de Fred.

- - -

—¿Cuándo crees que aparezcan? —preguntó Fred casi mordiéndose las uñas de lo nervioso que se encontraba. Yo sólo leía tranquila la revista que tenía entre mis manos mientras de reojo a veces veía el rostro de Fred.

Era tan gracioso.

—No tengo idea... Tú eres el que sabe de esto. ¿Cuándo se abre el portal?

—Se suponía que ya era hora... —respondió observando el reloj colgado en la pared— ¿Crees que lo hayan olvidado?

—No lo creo —dije, aún así, pasó mucho tiempo y puede que en verdad sí lo hayan olvidado. Pero me parecía algo no muy probable, si Fred lo recuerda, Gold también. Incluso Nahel... Dudo que se la haya pasado bien en aquél lugar, quizá extraña aquí.

A veces me preguntaba como era ese mundo. Fred... Nunca quería contármelo, siempre su respuesta era la misma; es un lugar lleno de todo lo que esta mal.

Pero no todo debe ser así, ¿verdad? Hemos llegado a un punto en el que el mundo se convirtió en todo lo que está mal, una verdadera catástrofe. Ese otro mundo no debe ser tan diferente a éste.

—Te ves muy tranquila —me dijo y yo  volteé a verlo con una leve sonrisa y una ceja arqueada.

—Los extraño, pero no te mortifiques tanto —reí, Fred rodó sus ojos y se sentó a mi lado.

—¿Extrañas a Nahel? —preguntó, abrí mis ojos de par en par al escuchar su pregunta, aquéllas cartas y todos los recuerdos se vinieron a mi mente dejándome desconcertada y desorientada a la vez.

—C-Claro que sí... —respondí sintiéndome de pronto deprimida. 

—Yo también te extrañe —escuché, mi mirada dejó la de Fred observando al frente, ahí estaba Nahel con una sonrisa y ojos tristes. De inmediato me levanté y corrí a abrazarlo sintiendo como él lo correspondía enseguida y de una manera más fuerte.

Él estaba bastante cambiado... Su cabello castaño un poco más largo, sus orbes esmeralda encendieron esa chispa de felicidad al volver a vernos y su cuerpo se veía un poco más tonificado que antes.

Mis hermanos son todos unos adonis y simplemente tuvieron que pasar cinco años para verlo. Que estúpida y afortunada soy.

—Tenemos tanto de que hablar... —susurré.

—No te imaginas cuanto.

Mi Chica {Fred & Tú} EDITANDO #O2 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora