32. Imposible

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—¡Pero qué ojos! —gritó Nahel tomando con delicadeza los cachetes de Dante, el bebé soltó una carcajada dulce y llena de diversión— Eres tan guapo, pero esos ojos son míos. En cuanto sepas hablar quiero que digas “gracias tío Nahel por heredarme toda tu belleza” 

Rodé mis ojos suspirando por lo infantil que podía llegar a ser Nahel, definitivamente a veces dudaba de que fuera el activo de la relación.

— Dudo mucho que él diga eso —opine.

—Tengo esperanzas —respondió simple haciendo un ademán con la mano en signo de restarle importancia.

Antes de responderle, Fred entró a la habitación con Dan en sus brazos. Nahel se abalanzó a ellos y le arrebató de una manera increíblemente delicada y rápida al pequeño; dejando a Fred completamente desorientado y al bebé con seriedad en su pequeño rostro.

Lo dejó sobre la cama; al lado de Dante. Nahel dio un pequeño toque con su dedo índice a su pequeña nariz y el bebé no dio signo de parecer divertido.

—Pequeño amargado —confesó Nahel—. Por suerte no eres igual de idiota que tú padre. De hecho, ese cabello podría ser de tu idiota tío Alfie. Sin embargo, te pareces más a mí, eres una belleza.

—Suficiente —interrumpió Fred—. Deja de quitarle mi marca de fabrica a los niños.

—¿Fabrica? —pregunté indignada — Por supuesto, tú eres quién cargó con ellos nueve meses.

—N-no cariño... No me refería eso —trató de arreglar Fred, Nahel soltó un suspiro poniendo sus ojos en blanco.

—Ya no intentes arreglar nada Fredo, ya la cagaste. Bien hecho —agregó Nahel levantando su pulgar.

Fred entrecerró sus ojos cruzándose de brazos, observando de nuevo a Nahel con aires de superioridad. Nahel se encogió de hombros sonriendo cínicamente como un niño pequeño al lograr cabrear nuevamente a Fred de alguna u otra forma.

Pero, ¿cómo enojarme? Esos dos eran como agua y aceite, sacaban carcajadas a Gold y a mí de vez en cuando y aunque su actitud podía verse como un verdadero odio, estaba más que segura de que se llevaban bien y esto sólo era una rutina.

- - -

Aquí siempre suele estar nublado, pero, son pocos los días en los que llueve, y por ende, antes de que comenzara a llover miraba sentada en el césped del patio trasero los últimos y pocos rayos de sol que caerían estos días.

—Deberías entrar a la casa —escuché detrás de mí, y en cuanto logré ver a Fred parado ahí, una sonrisa apareció en mi rostro—, los chicos están planeando ver una película en el cuarto de entretenimiento. Los niños están dormidos así que, no veo porque no tomarnos un descanso, ¿quieres ir con ellos?

Permanecí en silencio varios segundos, pero al final asentí con una amplia sonrisa. Fred la correspondió y se abalanzó cayendo encima de mí entre risas, el césped amortiguó la caída de Fred sobre mí, después de todo, no se tiró muy fuerte.

Fred estaba a horcajadas sobre mí, con sus manos a los costados de mi cabeza y una sonrisa traviesa en los labios.

—Esto... Me hace recordar tantas cosas —murmuró —. Cuando entraba a tu habitación sin permiso, cuando jugamos aquélla cosa absurda de escondidas, nuestro primer beso en la fiesta de Joy, tú comportamiento estando ebria... Literalmente todo lo recuerdo. Todo lo nuestro.

—Me gusta que lo recuerdes —contesté—. También lo hago.

Fred sonrió tiernamente y se acercó a mi rostro lo suficiente para plantar un beso en mis labios, un beso lento y delicado. Su mano rozó mi mejilla, acariciándola haciéndome sentir mil y un emociones mientras la otra jugaba con mi cabello regado por el césped.

Mi Chica {Fred & Tú} EDITANDO #O2 ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora