SUELES ENCONTRARME EN CUALQUIER LUGAR

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Sin lugar a dudas, los adultos tienen razón cuando dicen que el tiempo no se detiene porque, sin darme cuenta, yo ya me encontraba al borde de empezar el segundo ciclo en la universidad.

Los exámenes de fin de ciclo fueron muy difíciles de superar. No porque los problemas no se podían resolver, sino porque la presión caía sobre cada uno de nosotros, porque si desaprobábamos algún curso, tendríamos que llevarlo a cargo el año siguiente, sin lugar a estudiar en verano.

-¡Vamos José! -me decía Luna- no te debe afectar lo de desaprobar. Yo sé que tú puedes.

Ella, junto a toda mi familia, era la gran motivación que tenía para poder sobrellevar una semana tranquila de exámenes, sin la menor señal de estrés. Así, como toda la dedicación que le pude dar a cada curso, pude aprobar cada examen que se me presentaba.

Eso sí, puedo asegurar que yo no tenía margen de descanso. Era ya el mes de septiembre, y yo me encontraba en un gran dilema.

- Entonces, ¿crees que sea buena idea entrar al equipo que me aceptó para jugar la copa? -le pregunté a Luna.

-Tú siempre has querido jugar fútbol, así que no veo una razón para que no lo intentes -respondió.

Después de ese comentario, decidí que sería bueno probar una nueva rutina que consistía de algo sumamente difícil. Estar toda la mañana y parte de la tarde en la universidad, ir al instituto casi por 2 horas, y después, ir a entrenar con mi nuevo equipo por 2 horas, para llegar a casa exactamente a las 9:30 de la noche.

- ¿Estás loco? -me decían mis compañeros de la universidad- ¿Cómo tu cuerpo va a aguantar toda esa cantidad de cansancio?

- Pero es lo que decidí hacer -les respondí- y no creo que sea algo malo.

Mi vida se tornó un poco más "interesante", ya que tuve las agallas de cambiarme de sede del instituto, a uno que se encontraba a pocos paraderos de la universidad. No lo había pensado antes, porque no estaba en mis planes hacerlo, pero debido a las circunstancias, tuve que.

-Entonces, parece que nos veremos cada día fuera del horario de clases del instituto- mencionaba Luna.

Ella se encontraba ya estudiando en ese instituto por un par de meses antes, ya que le era más fácil y rápido el regresar a su casa.

- Pues me parece que si -le mencioné- supongo que te agrada la idea.

- Pues claro -concluyó.

Esos días casi "maratónicos" parecían que salían de una película de acción, o de corte juvenil por la manera en que se realizaban las acciones. Unos días, por motivos netamente de la universidad, faltaba o llegaba tarde al instituto. Era molesto, porque yo quería tener una rutina normal, pero por circunstancias adversas, no podía realizarlo.

Lo más tedioso fue, sin lugar a dudas, el primer día en la nueva sede del instituto. No porque no conocía la sede, sino que no sabía exactamente como moverme dentro de ella.

- ¿Luna, puedes acompañarme el primer día? -pregunté.

- Claro, no creo que tenga inconvenientes -respondió mientras reía.

No era común que yo pida alguna clase de indicación dentro del instituto, así que fue por eso que le pedí ayuda.

El primer día fue muy "loco", ya que Luna supo convertirse en una especie de guía, que me ayudó en ese momento donde estaban los principales lugares dentro del instituto.

Dentro del aula, mi primera clase fue divertida. Hice un par de amistades nuevas, que hasta el día de hoy continúan; por otro lado, me iba adaptando de a pocos dentro de un aula suficientemente grande, llena de personas que manejaban el idioma de igual manera, o quizás mejor que yo.

Después de aquel día, estuve feliz, porque me daba cuenta que si seguía en esa rutina, podía pasar mucho más tiempo con Luna, y a la vez poder llevar mis estudios y mi tiempo libre de una manera equilibrada.

Los mejores momentos que tenía para pasar tiempo con Luna, eran mayormente los miércoles y los jueves, ya que ella pasaba por el estadio donde me encontraba entrenando, y nos íbamos caminando hasta el paradero donde nuestros autobuses coincidían.

- ¿Caminaremos toda esa distancia? -le preguntaba.

- Yo estoy dispuesta a caminar todo eso, solo para pasar el rato contigo -respondía.

No podía negarlo, me encantaba pasar tiempo con ella, y esos momentos no eran la excepción. A veces, hacíamos pequeñas paradas para poder tener una que otra merienda, o solo nos quedábamos parados mientras descansábamos, por la muy larga caminata de esas semanas.

Cuando ya llegábamos a nuestro destino en común, nos dedicábamos a hacer preguntas entre nosotros, o solo nos poníamos a cantar nuestra canción favorita.

- ¿Y qué canción quieres que te cante? -le preguntaba.

Sí, yo le cantaba a ella. Mi voz no es la mejor, y no tendré la habilidad de cantar, pero trataba de hacerlo para poder cantarle y pasar un tiempo con ella.

- ¿Y si cantamos "El Rito"? -le preguntaba.

- ¿La de 1986? No tengo problema -respondía.

Y en ese entonces, empezábamos a cantar los dos a una sola voz, mientras esperábamos cada uno nuestros respectivos autobuses.

Yo esperaba que el bus de Luna sea el primero en llegar, para así no preocuparme de que estaba ella sola en un paradero a esas horas de la noche. Y entonces, eso sucedía.

- Allí viene mi autobús -me decía.

- Claro, ve con cuidado por favor -le respondía.

Antes de que ella subiera, nos despedíamos de una manera muy tierna, como lo son un pequeño beso y un muy acogedor abrazo, de esos que las personas disfrutan recibir.

- Te escribo cuando llegue a casa, ¿sí?

- Claro, hablamos más tarde -le respondía.

Ella subía a su autobús, mientras yo miraba como se alejaba hasta perderlo de vista. Era entonces el momento en el que yo cruzaba la autopista, y me decidía a tomar mi autobús.

"Gracias por pasar tus tardes y parte de tus noches conmigo"

Sin temer a equivocarme, estábamos en la mejor parte de nuestra relación, donde hasta en el más pequeño periodo de tiempo que teníamos, lo disfrutábamos juntos. Simplemente, nos encantaba estar juntos casi todos los días.

"Pero a cada segundo estaré más cerca" se podía leer en la portada de nuestra canción favorita, y tenía mucha razón, ya que demostrábamos nuestro afecto a cada uno, cada día que nos veíamos, donde fuese y como fuese; tal vez con un beso, un abrazo, o las simples palabras que le dedicaba.

Nunca pensé que llegaría a estar tan feliz, porque simplemente adoraba cada momento. En sí, no podía pedir más, feliz con la chica que me gustaba, me iba bien en la universidad y en el instituto; pero como dicen los adultos, todo puede cambiar en un instante, de la manera que menos esperas.

Digo eso porque, fueron los problemas familiares, los que hicieron que mi relación se vea obstruida de una manera que, hasta el día de hoy, pienso que acabo de la peor manera posible, junto con las tontas razones que jamás imaginé fueran a acabar con mi hermosa historia con Luna.

Solíamos decir: "Siempre Prófugos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora